Las enfermeras británicas, de heroínas a olvidadas

  • La dimisión de la enfermera que cuidó a Johnson cuando estuvo enfermo de coronavirus pone en evidencia la precariedad del sector

  • Jenny McGee ha renunciado en protesta por el incremento de solo un 1% de los sueldos y por la mala gestión del gobierno de la crisis del covid

  • El colegio de enfermería avisa que el 36% de sus profesionales están pensando en dejarlo, un 9% más que antes de la pandemia

La dimisión de una de las dos enfermeras que cuidaron al primer ministro británico cuando estuvo en la UCI enfermo de covid ha puesto en evidencia las dificultades por las que pasa este sector, el más idolatrado durante las horas más negras de la pandemia y el más exigido y castigado. Jenny McGee, la enfermera, ha dimitido en protesta por el incremento de tan solo un uno por ciento del sueldo de las enfermeras, que considera que es una falta de respeto del gobierno hacia ellas y hacia todo el sector sanitario.

Hasta 850 sanitarios fallecieron de covid entre marzo y diciembre de 2020. El pasado mes de enero, al principio del tercer confinamiento, llegaron a haber 52.000 trabajadores sanitarios de baja enfermos de covid a la vez. Durante los primeros meses de pandemia se convirtió en un ritual salir a la calle para aplaudir al personal sanitario a las ocho de la tarde. La emoción entre la gente al hablar de los sanitarios no tiene precedentes. Este entusiasmo se ejemplificó en el capitán Tom Moore que para celebrar su cien aniversario quiso dar cien vueltas al jardín de su casa con el afán de recaudar mil euros para el Servicio Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés) y acabó recabando más de 40 millones y siendo condecorado por la reina.

En las ventanas de muchas casas todavía se puede ver el logo del NHS en agradecimiento por la labor desempeñada. El gobierno también ha ondeado esta bandera. El sanitario fue el único sector público la que el gobierno no congeló los sueldos y prometió subir su partida presupuestaria y sus nóminas en reconocimiento por su labor. Sin embargo, a la hora de la verdad esto no ha sido así. La subida ha sido de tan solo un 1 por ciento, que además contrasta con el 4% de subida en Escocia. Y, además, la oposición laborista acusa al gobierno de haber recortado de forma encubierta la partida de sanidad en 30.000 millones de euros.

Promesas rotas

Jenny McGee expresó en una entrevista para un documental de Channel 4 que se emitirá la semana que viene su decepción con Johnson. “No estamos recibiendo el respeto ni somos pagados como nos merecemos. Estoy harta de eso. Así que presenté mi renuncia”, decía McGee en el documental, que se llama ‘The Year Britain Stopped’ (El año que Reino Unido se detuvo). La enfermera también critica duramente la gestión que ha hecho de la crisis de la pandemia el gobierno de Boris Johnson: “Muchas enfermeras sentimos que el gobierno no había liderado de manera muy efectiva: la indecisión, tantos mensajes contradictorios. Fue muy perturbador”.

Boris Johnson enfermó de Covid el 27 de marzo, cuatro días después de decretar el primer confinamiento del país y después de haber tonteado con la inmunidad de grupo. Había sido criticado públicamente por no tomarse seriamente la pandemia y por estar más preocupado por el Brexit. De hecho, fue el último líder europeo en confinar a su población. Solo cuando el Imperial College publicó un terrorífico informe en el que alertaba que si seguía por ese camino morirían 250.000 personas en Reino Unido, decidió confinar a la gente.

Junto a Johnson cayeron enfermos algunos de sus principales colaboradores como el ministro de sanidad, Matt Hancock, su exasesor jefe, Dominic Cummings, y su exjefe de comunicación, Lee Cain. Johnson fue aislado en su apartamento del número 11 de Downing Street. Pero siguió trabajando y comunicándose a través de videoconferencias. Su salud empeoró y ocho días después, el 6 de abril, fue trasladado con problemas respiratorios a la unidad de cuidados intensivos del hospital de St Thomas, al otro lado del río.

Tres días en la UCI

Pasó tres días en la UCI hasta que empezó a mejorar y fue trasladado a planta. Estuvo diez días hospitalizado antes de ser dado de alta. Una vez recuperado apareció ante los medios para expresar su gratitud a los médicos y enfermeros que le atendieron. Dijo que literalmente le habían salvado la vida. Y citó a dos enfermeros que le cuidaron durante todo el tiempo que estuvo en la UCI. Uno era el enfermero portugués Luis Pitarma y la otra era Jenny McGee.

En el documental McGeee describe la primera impresión de ver al primer ministro en la UCI cuando llegó a trabajar: “A su alrededor había muchísimos pacientes enfermos, algunos de los cuales estaban muriendo. Recuerdo pensar que se veía muy, muy mal. Realmente tenía un color distinto”. “La razón por la que al final mi cuerpo comenzó a recibir suficiente oxígeno fue porque durante cada segundo de la noche [los dos enfermeros] estaban mirando”, confesó Johnson al salir del hospital hace un año.

La enfermera neozelandesa también se refirió a la recepción que organizó el primer ministro en el jardín de Downing Street para conmemorar el 72 aniversario del NHS el 5 de julio de 2020. Tanto Pitarma como ella fueron invitados. Aquel día Johnson quiso que ella le acompañara en los aplausos a los sanitarios a las ocho en punto. Se lo pidieron, pero ella declinó la oferta. “Habría sido una muy buena oportunidad para hacernos fotografías. Habría sido algo así como Boris y sus amigos del NHS, pero quería quedarme al margen”.

E incidió en su reivindicación: “Muchas enfermeras sintieron que el gobierno no había liderado de manera muy efectiva, la indecisión, tantos mensajes contradictorios. Fue muy perturbador. Nos hemos arriesgado y nuestro trabajo ha sido muy duro. Se habla mucho de que todos somos héroes”.

“Un espectáculo de mierda”

McGee criticó también la lentitud del gobierno para reaccionar ante el empeoramiento de la situación que llevó a suspender el permiso de los ciudadanos para ir a casa por Navidad y que obligó al tercer confinamiento en enero, un confinamiento del que el país está saliendo ahora. Entonces Johnson estaba siendo muy presionado por un influyente sector de su partido para que eludiera un nuevo confinamiento y para que volviera a reactivar la economía del país.

McGee explicó que, mientras el gobierno no de decidía a imponer nuevas restricciones, en diciembre, su hospital se convertía en “una cloaca de covid”. “Esta vez fue peor que la primera oleada. Las enfermeras fueron exigidas aún más. Un absoluto espectáculo de mierda para ser honesta. En ese momento, no sé cómo describir el horror por el que estábamos pasando. Estábamos desesperados”.

Para Johnson hubo un antes y un después de su paso por la UCI del hospital de St Thomas. Cuando fue admitido su popularidad estaba por los suelos. Cuando salió, cambió su discurso radicalmente. Desde entonces que se ha mostrado como el más firme defensor de la sanidad pública. Fue la única institución a la que prometió que incrementaría los sueldos en agradecimiento por su esfuerzo y por su heroicidad.

Pero nadie se esperaba que esta mejora de la que tanto había hablado Johnson fuera de solo un uno por ciento. “El personal de enfermería está agotado y quemado después de un año agotador de abordar la pandemia de Covid-19 —dice Pat Cullen, secretaria general interina y directora ejecutiva del colegio de enfermería británico—. El aumento salarial del 1% propuesto por el gobierno es un insulto y muestra lo poco que el gobierno escucha y respeta al personal de enfermería que ha estado arriesgando sus vidas".

La cuerda a punto de romperse

McGee no es la única enfermera que ha renunciado a su cargo o quiere hacerlo. Según un estudio del colegio de enfermería, el 73% de las enfermeras británicas creen que cobran demasiado poco. También que un 36% está pensando en dejar la profesión, un 9% más que antes de la pandemia. De los que piensan en irse, el 61% citó el salario como principal factor. Después el trato recibido durante la pandemia (44%), la escasez de personal (43%) y la falta de apoyo de los jefes (42%). Hay 40.000 vacantes de enfermería disponibles en el Reino Unido.

También el enfermero Anthony Johnson, director de una organización de enfermeras que se llama Nurses United ha alzado la voz contra el gobierno. “Hay 8 millones de vacantes de enfermería a nivel global, 40.000 en el Reino Unido, y por lo que sabemos muchas enfermeras se están marchando a otros países como Nueva Zelanda o Australia en busca de una mejor calidad de vida”, ha denunciado el enfermero en declaraciones a LBC Radio. La situación ha ido empeorando en los últimos años y, en especial con el Brexit, ya que el 14% de todo el personal sanitario es de fuera.

Otra encuesta de Savanta ComRes concluye que el 66% de los británicos considera que el gobierno debería destinar recursos adicionales a la sanidad pública. “Si los políticos sigues ignorando a los trabajadores del NHS, inevitablemente más enfermeras dejarán la profesión y esto se traducirá en mayor sufrimiento para los pacientes y el público en general”, sentenció Pat Cullen.