El Holocausto es según el diccionario una gran matanza de seres humanos que algunos pretenden sepultar. Porque pese al exterminio de hace 80 años los ataques van a más. El sábado pasado, cerca de San Diego, un individuo de 19 años tiroteó a 4 personas en una sinagoga. O en Pittsburgh, donde asesinaron a 11 fieles hace 7 meses. Porque un antisemita era y sigue siendo un enemigo de los judíos o de su cultura; un viejo fenómeno en plena forma también en Europa, con países con una impronta nacional-populista como Polonia, que prohíbe por ley hablar de campos de concentración polacos, o Hungría, donde se deportó para ser exterminados a medio millón de judíos, y donde ahora se carga toda la culpa de aquel horror solo a los alemanes. En pleno siglo XXI se intenta cambiar el relato de la historia al tiempo en que han aumentado un 15% los ataques contra los judíos en todo el mundo. Hoy, Israel se ha paralizado durante unos minutos y las sirenas han sonado en todos los espacios públicos en recuerdo a los seis millones de judíos exterminados en los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial.

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