Pablo Ibar inicia el camino hacia una nueva apelación en busca de un cuarto juicio

  • Joe Nascimento, que formó parte de su equipo de juristas en el último juicio, dirigirá el nuevo proceso de apelación

  • Ibar, condenado a cadena perpetua por un triple crimen del que se declara inocente, lleva 26 años en prisión

  • La causa de Ibar se mantiene viva con el documental “El Estado contra Pablo Ibar” y una campaña de donación para la reapertura del juicio

Pablo Ibar lleva más de la mitad de su vida privado de libertad, pero ni él, ni su familia, ni los miles de personas que lo han apoyado durante los 26 años que lleva en prisión - 16 de ellos en el corredor de la muerte-, pierden la esperanza de que se le conceda un nuevo juicio con todas las garantías necesarias para defender su causa.

Si lo consigue, sería el cuarto juicio del español estadounidense de 48 años, acusado de un triple asesinato cometido el 26 de junio de 1994 en Miramar (Florida), y del que siempre se ha declarado inocente. Ahora, Ibar emprende una nueva etapa tras la confirmación de que el letrado estadounidense Joe Nascimento le representará en el nuevo proceso de apelación.

Los hechos

El calvario de Pablo Ibar comenzó cuando un policía de Florida creyó reconocer su rostro en un fotograma procedente de las imágenes de la cámara doméstica que grabó el brutal asesinato de Casimir 'Butch Casey' Sucharski, propietario de un Club Nocturno llamado Casey´s Nickelodeon, y de dos bailarinas, Marie Rogers y Sharon Anderson. Los hechos fueron perpetrados en el chalet del dueño del famoso local.

En el vídeo sin audio, con imágenes de ínfima resolución y fuertes contrastes de luz, se puede ver cómo dos individuos irrumpen en la casa, y tras acabar con la vida de las tres personas, uno de ellos se quita la camiseta que cubre su cara y se limpia con ella el sudor.

Casi tres semanas después del fatal suceso, Pablo Ibar fue detenido junto a unos amigos por otro asunto relacionado con drogas -que tuvo lugar en la casa de la tía de uno de ellos-, aunque Ibar no había participado activamente en la irrupción al domicilio en el que transcurrió aquella acción.

El detective que creyó que la fisionomía del asesino que aparece en el vídeo divulgada en las comisarías, coincidía con la de Ibar, le dijo en el interrogatorio: “Te tengo”.

Sobre aquel arresto, Ibar ha declarado en numerosas ocasiones: “Yo no era un angelito, pero no soy un asesino”.

Pablo Ibar, de madre cubana, hijo del pelotari vasco Cándido Ibar, y sobrino de José María Urtain, una de las grandes leyendas del boxeo español, se había trasladado a Miami para seguir los pasos de su padre en la carrera deportiva, pero en el camino se relacionó con “las malas compañías y se desvió de su trayectoria”, ha manifestado Ibar.

La odisea judicial

Fue entonces cuando el acusado comenzó una odisea judicial plagada de anulaciones, apelaciones, contradicciones e irregularidades:

El primer juicio celebrado en mayo de 1997 contra Pablo Ibar y otro acusado, Seth Peñalver, terminó siendo declarado nulo a los nueve meses, al no haber acuerdo en el veredicto entre los miembros del jurado.

En el segundo proceso (enero de 1999), durante la fase de selección del jurado, el abogado de oficio asignado a Ibar fue detenido, acusado de agredir a una mujer embarazada en un incidente de violencia machista. Ibar presentó una moción de cese del abogado que fue denegada por el tribunal, aunque sí se aprobó su solicitud de aplazamiento que concluyó con una condena a muerte en julio de 2000.

En este segundo juicio volvió a demostrarse con nuevas pruebas que ni las huellas ni el ADN hallados en la escena del crimen coinciden con los de Pablo Ibar. Cabe mencionar que la camiseta que cubría el rostro del perpetrador, y que fue abandonada en la escena del crimen, se dijo que contenía restos de ADN de hasta cinco personas diferentes, las tres víctimas y dos de sexo masculino sin identificar.

La decisión del jurado se basó en el parecido de Pablo Ibar con el criminal que se ve en el vídeo, y en la declaración de un testigo, Gary Foy, que dio muestras de contradicciones en su testimonio, según manifestó su defensa. Ibar ingresó entonces en el corredor de la muerte, donde permaneció 16 años.

Su padre y la mujer de Pablo, Tanya Quiñones, quienes lo han respaldado en todo momento, iniciaron una larga e incansable campaña para apoyarlo. Ella es su principal coartada y mantiene que la noche del crimen, Pablo estaba en su casa, aprovechando que sus padres habían salido de viaje para mantener un encuentro íntimo. Su hermana afirmó que los vio durmiendo juntos aquella mañana. Sin embargo, aunque Tanya estaba dispuesta a testificar, la defensa consideró que subirla al estrado conllevaría ciertos riesgos, como que la fiscalía en su turno, la condujera a alguna inconsistencia en el relato de unos hechos que ocurrieron hacía 25 años en el momento del segundo juicio. Tanya y Pablo se casaron en la cárcel en 1997 y son padres de dos hijos.

Su abogado, aquel que había sido acusado anteriormente, antes de fallecer realizó una declaración jurada en la que reconocía que el acusado había sufrido indefensión por su parte: “Mi capacidad para representar a Ibar durante el nuevo juicio de 2000 fue deficiente, especialmente en el nivel exigido para un caso de pena de muerte. Pensé que podía superar las circunstancias, pero me equivoqué. El juicio estuvo plagado de ejemplos de mi debilidad y de mis pobres esfuerzos por responder a una agresiva fiscalía”, escribió el letrado.

Tras apelaciones y denegaciones, finalmente en 2016, el Tribunal Supremo anula la sentencia del 2000 (poniendo de manifiesto la falta de pruebas contra el español, así como la falta de garantías procesales), y ordena repetir el juicio, que no comienza hasta noviembre de 2018. Es entonces cuando Pablo Ibar sale del corredor de la muerte para ir a otra prisión convencional.

Habían pasado muchos años, pero se abría así un halo de esperanza para el acusado. Sin embargo, si los dos primeros juicios fueron controvertidos, en el tercero y último hasta el momento, se revelaron sobornos, manipulación de pruebas, y manipulación de testigos para acusar a Pablo Ibar, dejando en entredicho el sistema judicial estadounidense.

Las irregularidades del último juicio

La fiscalía, en sus argumentos finales, pidió a los integrantes del jurado que no se dejaran llevar por la presencia masiva de la prensa española, e incluso solicitó al jurado que no permitieran la influencia de peritos de la defensa que venían “con sus acentos snobs a darles lecciones”, refiriéndose a los peritos británicos de prestigio internacional convocados por la defensa para el reconocimiento facial y análisis del ADN. Los periodistas que cubrimos el juicio, fuimos testigos de estas palabras, así como de otras irregularidades que tuvieron lugar en este proceso judicial.

Entre ellas, cabe destacar que, de nuevo, ninguna de las huellas halladas en la escena del crimen corresponde con las de Ibar, así como el pelo encontrado; pero el analista que procedió al último examen de la camiseta, reconoció haberla recibido en un sobre de papel abierto por lo que cabía la posibilidad de que pudiera haber sido contaminada.

De nuevo el ADN de la camiseta, que contiene saliva, sudor y sangre, pertenece a las tres personas asesinadas y otras dos sin identificar, pero sorprendentemente, y a diferencia de las pruebas presentadas en los juicios anteriores, en esta ocasión se halla una traza mínima de ADN que contenía una coincidencia parcial con el ADN de Ibar (que tiene la morfología típica de contaminación de pruebas).

En aquellos días de juicio se supo también que el detective principal del caso, Paul Manzella, quien no siguió otras posibles líneas de investigación, pagó 1.000 dólares a Gene Klemetzko, compañero de vivienda de Ibar, para que declarase contra el español. Por si no fuera suficiente, Craig Scarlett, el otro detective del caso, declaró bajo juramento que la rueda de reconocimiento no fue correcta, y que el testigo ocular Gary Foy podría haber sido inducido a elegir la fotografía de Pablo Ibar.

Por otro lado, parte de la grabación bajo custodia policial en la que se apreciaba a dos hombres amenazando gravemente a Casimir Sucharski la noche antes del asesinato, fue borrada. Además, a los miembros del jurado no se les permitió tener conocimiento de la sentencia de “no culpable” a favor de Seth Peñalver, la persona acusada inicialmente junto a Pablo de haber cometido los asesinatos. El jurado, tras 10 días de deliberación, llegó a la conclusión de que no había suficientes pruebas para demostrar su culpabilidad.

A pesar de estas y otras circunstancias, el jurado compuesto por 12 personas, declaró por unanimidad culpable a Pablo Ibar dando un mazazo a las esperanzas de libertad del reo. Sucedió también que uno de los miembros del jurado quiso retractarse de su voto de culpabilidad alegando que había sido sometido a fuertes presiones e incluso bullying dentro del jurado, “pero el juez Dennis Bailey en lugar de anular el juicio y decretar su repetición, lo expulsó del jurado”, señaló Andrés Krakenberg, portavoz de la Asociación Pablo Ibar - Juicio Justo.

Finalmente, Ibar logró librarse de la pena capital, para ser sentenciado a cadena perpetua en mayo de 2019.

La esperanza de un nuevo juicio

La esperanza de un nuevo juicio Si se consiguiera una nueva repetición del juicio, la fiscalía no podría pedir de nuevo la pena de muerte. Pero para que Ibar entre de nuevo en la sala de un tribunal para ser juzgado por la misma causa, su abogado, Joe Nascimento, deberá examinar primero el contenido de las transcripciones del último juicio, que ocupan alrededor de 10.000 folios.

Posteriormente, elevará su petición al tribunal, sin que haya de momento plazos de fecha para la interposición de la apelación. La fiscalía efectuará a continuación las alegaciones que estime oportunas, y serán los jueces del Tribunal de Apelaciones del 4º Distrito de Florida quienes determinen esta posibilidad.

Nascimento, quien ha asumido la dirección jurídica de este proceso, ya formó parte del equipo de juristas que defendió a Pablo Ibar el año pasado, manteniendo un papel relevante en su defensa, lo que facilitará sin lugar a dudas su trabajo.

Una campaña crowdfounding para afrontar los gastos de apelación de un nuevo juicio

Sabido es que los procesos judiciales en Estados Unidos son sumamente costosos. Para esta primera fase, el letrado ha fijado una cuantía de 200.000 dólares (cerca de 165.000 euros) por lo que la familia de Ibar ha emprendido desde la web de la Asociación Pablo Ibar- Juicio Justo una recaudación de fondos para que instituciones, organismos y ciudadanos puedan colaborar con la familia, con el ánimo de afrontar la elevada suma que supone la reapertura del proceso.

En paralelo a este fin, Nascimento tiene también por delante una compleja tarea para articular una estrategia que demuestre que Ibar no tuvo un juicio justo.

En caso de que lo lograra, quien con seguridad estaría fuera del proceso, al menos en calidad de juez, es Dennis Bailey quien presidió el último juicio. En un sistema judicial completamente diferente al español (donde si eres juez, lo eres para toda la vida aunque no ejerzas), en Estados Unidos este puesto -así como el de los alcaldes, por ejemplo-, son cargos electos, y Bailey, no ha sido reelegido en los comicios pasados por lo que ha dejado de ser juez.

Su papel durante el proceso fue clave, teniendo en cuenta que impidió a los abogados de Ibar desplegar toda su estrategia, permitiendo, “la incorporación de pruebas y testimonios que parecían tener por finalidad el descrédito a las tesis de los letrados de Pablo, y al mismo tiempo beneficiar a la Fiscalía, ha manifestado Andrés Krakenberger, portavoz de la Asociación en defensa de Pablo Ibar.

“Bailey prohibió la presentación de importantes pruebas, entre ellas, el borrado de dos grabaciones del local que regentaba Sucharski, una de las víctimas, pero que sin embargo, sí fueron admitidas en el juicio de Seth Peñalver, inicialmente acusado de los crímenes, y finalmente absuelto”, ha indicado Krakenberger.

Posteriormente, en junio de 2019, el Tribunal Supremo de Florida amonestó públicamente al juez por malas prácticas ocurridas en otro caso no relacionado con el de Ibar.

“El Estado contra Pablo Ibar”

El trabajo de rodaje de más de cinco años, con más de 2.000 horas de grabación, y en el que se han realizado entrevistas a más de 50 personas, además de cientos de horas de archivo de vídeo, sonoro y fotográfico, y miles de páginas de sumario judicial, se ven reflejados en el documental “El Estado contra Pablo Ibar”, recientemente estrenado.

La serie estructurada en 6 capítulos de 55 minutos cada uno, está narrada en forma de thriller alrededor de un dilema moral: el de la duda razonable. “El objetivo de la serie no es aportar una respuesta clara del caso, sino viajar a través de los 25 años de historia y del reciente juicio, presentando todos los hechos y detalles del caso para convertir al espectador en un miembro más del jurado y que saque él sus propias conclusiones”, ha informado la Asociación Pablo Ibar-Juicio Justo en un comunicado.

“El Estado contra Pablo Ibar” contó con un acceso privilegiado al equipo legal de Pablo Ibar, y ha seguido la evolución del juicio vista desde los ojos de todos los implicados en el mismo: víctimas, familiares, abogados, fiscales, testigos, jueces, policías y, por supuesto, su acusado, Pablo Ibar: “Pudimos microfonar a los abogados e incluso al propio juez, con un nivel de acceso nunca antes visto”, subraya el director de la serie, Olmo Figueredo, quien destaca “los 15 minutos en los que se ve y escucha a Pablo Ibar, mientras está esperando el veredicto, hablando con sus abogados, y mientras su mujer Tanya reza un Ave María con la esperanza de que marido sea liberado”.

“Creo que la mayor parte de la gente que vea el documental saldrá con la convicción de la inocencia de Pablo, o al menos con la impresión de que no tuvo un juicio justo”, ha manifestado Krakenberger.

Cándido Ibar, uno de los grandes sufridores del encierro de su hijo Pablo, cree que la serie es positiva para “que la gente sepa cómo son los dos lados de una realidad”. Convencido de que su primogénito es inocente, asegura que no ha tenido una oportunidad justa en los tribunales: “Sueño con que tengamos un juicio justo, un juez diferente a lo que hemos tenido y que Pablo salga absuelto”.

Pablo Ibar, por su parte, desde la prisión de Okeechobe, una de las más masificadas de Florida, (a unos 200 kilómetros de Miami), y en donde se han producido numerosos casos de contagios por coronavirus, confía en que “tarde o temprano, la verdad debe salir.

Agradece la ayuda de todas aquellas las personas que le han apoyado a lo largo de todos estos años y pide esperanzado “que no se olviden de mí, de esta causa, de esta injusticia. Perdimos otra batalla, pero seguimos adelante. Y sé que juntos podemos hacer algo. Ni mi familia ni yo merecemos esto".