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Dos nombres que pasarán a la historia de los presuntos, por ahora, depredadores sexuales: Harvey Weinstein y Jeffrey Epstein. La coincidencia en la pronunciación de sus apellidos parece una broma macabra del destino. El primero se enfrenta a cadena perpetua en la Corte Suprema de Nueva York por delitos sexuales y violación, y el segundo nunca responderá ante la justicia por los cargos de pedofilia y tráfico sexual de mujeres. Epstein se suicidó mientras esperaba en prisión la celebración de su juicio. No era la primera vez que lo intentaba, ya había tratado de quitarse la vida tres semanas antes, el 23 de julio. Precisamente a ese día han vuelto ahora todas las miradas de los investigadores, y es que las imágenes de las cámaras de vigilancia de ese mañana se eliminaron permanentemente por error. Las teorías conspirativas en torno a la muerte del magnate vuelven a salir a flote.
El fiscal federal Geoffrey S. Berman ha enviado una carta al juez que instruye el caso en la que asegura que el Centro Correccional Metropolitano de Nueva York, donde Esptein estaba preso, ¨inadvertidamente conservó el vídeo de otra planta¨ de la prisión, y la grabación del día en que Epstein trata sin éxito de acabar con su vida, ¨ya no existe¨. El Centro Correccional ha respondido que justo aquel día la copia de seguridad del sistema sufrió ¨errores técnicos¨ y esas imágenes han sido borradas de manera permanente.
Un dato más que aviva las teorías de que Epstein, de 66 años, nunca quiso acabar con su vida. De hecho, en un principio se dijo que podría haber sido su compañero de celda de ese momento quien lo atacó, pero la posibilidad quedó descartada y se siguió trabajando con la idea de que Epstein era un preso con riesgo de suicidio. Entonces, ¿por qué no se aplicó el protocolo necesario en estos casos? Esto fue algo que también falló. Un elemento más en una historia que cada vez se parece más a un guión de Hollywood. Estos son los hechos:
Jeffrey Epstein es arrestado en el aeropuerto de Teterboro, en Nueva Jersey, cuando volvía de un viaje a París en su avión privado. Se le acusa de pedofilia y tráfico sexual de mujeres. No es la primera vez que Epstein, con una fortuna valorada en 500 millones de dólares y una Isla privada en el Caribe, se enfrenta a una situación de este tipo. En 2006 ya fue detenido y acusado de haber abusado de una niña de 14 años en su casa de Florida.
El Modus Operandi es siempre el mismo: capta a niñas vulnerables con necesidades económicas y sueños caros, y las conquista diciéndoles que les va a ayudar con su fortuna y su larga red de contactos. Las menores solo tienen que ir a su casa para hacerle un masaje. En la mayoría de los casos, Epstein acaba, presuntamente, abusando sexualmente de ellas.
A pesar de la gravedad de los hechos, y de que había al menos 40 adolescentes involucradas en el caso ocurrido en 2006, Epstein llega a un acuerdo millonario con el entonces fiscal federal de Miami, Alexandre Acosta (más tarde secretario de Trabajo de EE. UU. Y que tuvo que renunciar al cargo tras la publicación de los hechos). A cambio de declararse culpable, la condena de Epstein se reduce a 13 meses que acabó cumpliendo con trabajos comunitarios desde su oficina. Si no hubiera pactado, la investigación podría haberle llevado a enfrentarse a cadena perpetua, como Harvey Weinstein.
El multimillonario consiguió librarse de aquellos cargos hace 14 años. No corrió la misma suerte en 2019. La Fiscalía lo acusa de crear una empresa de tráfico sexual en la que pagó mucho dinero a niñas de 14 años para que tuvieran relaciones sexuales con él. Aquellas niñas, ahora mujeres, comienzan a hacer públicos testimonios desgarradores y cuentan la pesadilla que vivieron.
Tras la detención del magnate, los investigadores registran su mansión de 56 millones de dólares en pleno Manhattan, encuentran una gran cantidad de dinero y varios pasaportes falsos. A raíz de este descubrimiento, el juez decide que Epstein permanezca en prisión hasta que se celebre el juicio. Él se ofrece pagar hasta 100 millones dólares por esperar el juicio en libertad, pero el juez cree que puede darse a la fuga. El juicio se fija para el 2020, como el de Harvey Weinstein.
De manera paralela, los medios de comunicación buscan imágenes del detenido millonario para contar la historia. Salen a la luz fotos y vídeos comprometidos para muchos de sus amigos de las altas esferas americanas, entre ellos: el ex presidente de EE.UU., Bill Clinton, el actual presidente Donald Trump o el Príncipe Andrés de Inglaterra, al que algunas víctimas han incluido en orgías y le han acusado de abusar de ellas.
Epstein tuvo siempre mucho dinero, pero su entrada en la clase alta de Norteamérica vino de la mano de la que entonces era su novia, Ghislaine Maxwell, de 57 años. Una británica adinerada y con una excepcional posición social que gestiona sus apartamentos y, según las víctimas, también actúa de ¨madame¨, captando niñas para el posterior disfrute de Epstein. Ella es, posiblemente, una de las personas que más preguntas pueda contestar en este caso, pero está desparecida. De momento no hay cargos formales contra ella, pero el FBI la investiga y los medios la buscan desde hace meses, algunos incluso han ofrecido una recompensa a quien tenga información sobre su paradero.
De una vida de lujos, Epstein pasa a ser el prisionero número 76318-054 del Centro Correccional de Manhattan, o como popularmente se le conoce ¨el Guantánamo de Nueva York¨. Vive en una celda pequeña, húmeda y con ratones. Con el fin de pasar el mayor tiempo posible fuera de ella, paga a sus abogados grandes sumas de dinero para que lo visiten constantemente y así no tener que mezclarse con el resto de los presos (en esta prisión, meses antes, esperaba su juicio el narcotraficante mexicano Joaquín Guzmán ¨El Chapo¨).
En las diferentes citas con el juez, vemos a un Epstein cada vez más deteriorado. Desaliñado, sin afeitar y visiblemente cansado (al parecer no quería utilizar su cama, prefería dormir en el suelo). La situación para el multimillonario es tan insostenible que el 23 de julio intenta suicidarse.
Sus amigos y familiares están convencidos de que Epstein nunca quiso acabar con su vida. Afirman que alguien más quiere que desparezca por lo que pueda contar. En esos días, no faltan las teorías conspirativas en los periódicos de EE.UU., algún tabloide incluso publica teorías de la conspiración que apuntan a que es Bill Clinton quien ha orquestado en la sombra la muerte del magnate.
Tras un primer intento de suicidio lo normal hubiera sido permanecer bajo un estricto protocolo de control. Pero el sistema falla, y la noche del 9 de agosto, Epstein muere en su celda. Estaba sólo y además no estaba siendo vigilado. Esa misma noche, se habían publicado varios artículos que ya apuntaban a una presunta ¨reclutadora de jóvenes¨, su exnovia. Además, el juez había abierto el acceso a la lectura de las acusaciones, el mundo entero va a poder conocerlas.
En medio de todo esto, Epstein, según los investigadores, se suicida en la cárcel de alta seguridad. Lo encuentran a la mañana siguiente sin vida y en medio de un gran desorden de sábanas que, al parecer, habría utilizado para llevar a cabo su objetivo y ahorcarse. En cuanto la noticia se filtra a los medios de comunicación comienzan las teorías conspirativas. Incluso Donald Trump insinúa que puede haber juego sucio. El propio alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, apunta en una rueda de prensa que esta muerte es ¨demasiado conveniente¨. El sistema ha fallado, y al parecer, todo ha sido porque los guardias que se suponía que debían vigilarlo se quedaron dormidos haciendo su guardia y falsificaron su plantilla de horarios. No velaron por la seguridad del preso.
A pesar de la muerte de Epstein el juez quiere dar voz a sus numerosas presuntas víctimas y el 27 de agosto de 2019 organiza una vista a la que asisten más de 30 mujeres que lo acusaban. Dejan testimonios como: “Me tomó de las muñecas y me llevó a la cama. Yo sólo podía decir ‘no, por favor, para’, pero parece que le excitaba más y continuó violándome”. Jeffrey Epstein abusó sexualmente de mi durante años”, contó Courtney Wild. Y así, una por una, fueron relatando el horror que vivieron de niñas.
Alrededor de una docena de mujeres han querido seguir adelante con el proceso penal y ahora sus esfuerzos se centran en llegar a la fortuna que dejó el magnate antes de morir. Quieren que, por lo menos, su daño se pague con dinero, algo que no está resultando fácil porque antes de morir Epstein lo arregló todo de manera que fuera muy difícil acceder a su fortuna.