EEUU: Los retos más complejos y delicados de la presidencia de Biden

  • El control de la pandemia, recuperar la economía, el cambio climático, inmigración, relaciones con China e instituciones internacionales… son algunos de sus objetivos prioritarios

Desde hace más de un siglo, las decisiones tomadas en Washington D.C. se han hecho sentir en todos los confines del planeta. Conocida es la expresión entre analistas políticos y económicos que dice… “Si Estados Unidos se resfría, el mundo estornuda”.

Pero Estados Unidos atraviesa un momento especialmente complicado y delicado, vapuleado por los efectos de la pandemia que ha azotado al mundo entero, y con una sociedad dividida que aún no se ha recuperado de la resaca electoral, a pesar de los más de 60 días que han pasado desde la celebración de los comicios presidenciales.

Cuando Joe Biden asuma la presidencia de los Estados Unidos en Washington, el 20 de enero, se enfrentará a numerosos retos especialmente significativos y trascendentales a todos los niveles. A sus 78 años y tras más de 47 años activo en la vida política, afrontará el mandato junto a la formación del gabinete más diverso de la historia del país y con grandes expectativas.

Para el futuro inquilino de la Casa Blanca, tomar posesión del cargo -ha dicho-, es una “oportunidad para reconstruir (el país) mejor que nunca”. Estos son algunos de los desafíos que el futuro presidente tiene como prioridad en su gobierno:

Controlar la pandemia

Con el país sumido en una crisis sanitaria por la Covid-19, que ha matado en EEUU a más de 250.000 personas, y donde se han detectado más de 20 millones de casos- casi una cuarta parte de los afectados a nivel mundial-, Biden tiene como objetivo prioritario hacer frente al impacto de la pandemia para tomar el control.

Durante su campaña, ya dijo en numerosas ocasiones que ordenaría el uso de la mascarilla durante los primeros 100 días de su mandato. Y aunque, según la ley, el presidente no puede exigir unilateralmente que todos los estadounidenses las utilicen, Biden espera trabajar con alcaldes y gobernadores para complementar mandatos de uso obligatorio de la máscara en público, ya que hasta ahora, no todos los estados los tienen.

La propuesta de Biden incluye también el uso del Acta de Defensa de Producción para aumentar la produccion de máscaras, escudos faciales y otros equipos de protección, fundamentales para personal médico, abastecer también a los colegios, para que puedan abrir de manera segura, y ayudar a los pequeños negocios a adquirirlos.

“Invertir en pruebas de última generación que incluyan test caseros e instantáneos”, además de crear un comité, al estilo del ideado por Roosevelt durante la Segunda Guerra Mundial, que permita fabrica en tiempo récord millones de pruebas, forman parte de su programa para combatir el coronavirus.

El presidente electo ha propuesto también hacer test gratuitos a toda la población y contratar 100.000 personas para establecer un programa nacional de rastreo. Y basándose en los elevados datos de hospitalizaciones y muertes detectadas entre hispanos y afroamericanos, prevé el establecimiento de un equipo especial de disparidades raciales y étnicas (Racial and Ethnic Disparities Task Force).

En un contexto en el que millones de personas han perdido su puesto de trabajo, y con él, el acceso al seguro médico, en un país en el que prima la sanidad privada de costes sumamente elevados, Biden propone que el gobierno asuma los gastos de la cobertura COBRA, una ley federal creada en 1985 que permite a los trabajadores continuar con la cobertura de seguro de salud por un período limitado en caso de pérdida del trabajo o cualquier otra circunstancia que califique.

Aunque no ha llegado a comprometerse con el seguro público universal, el presidente electo espera fortalecer igualmente la Ley de Cuidados de la Salud Asequibles (Obamacare) -cuyo futuro se debate en la Corte Suprema-, con vistas a ampliar el número de personas elegibles a subsidios de primas, y promover la expansión de Medicaid en aquellos estados que aun no lo han hecho.

Biden ya ha dado a conocer a su equipo de expertos en salud entre los que se encuentra el Dr. Anthony Fauci, principal experto en enfermedades infecciosas de la nación, que recuperará los mandos como asesor médico en jefe cuando comience su administración.

"Lidiar con la pandemia es una de las batallas más importantes que enfrentará nuestra administración, y la ciencia y los expertos me informarán", dijo presidente electo en un comunicado. “La junta asesora ayudará a dar forma a mi enfoque para manejar el aumento de infecciones reportadas; garantizar que las vacunas sean seguras, eficaces y se distribuyan de forma eficiente, equitativa y gratuita; y proteger a las poblaciones en riesgo".

Recuperar la economía

Antes de que llegara la pandemia, Estados Unidos registraban unos magníficos datos con respecto a la tasa de desempleo: la más baja desde 1969 con un 3,5% de parados, pero el coronavirus echó por tierra estas cifras dejando a millones de estadounidenses sin trabajo.

El país está pasando ahora por una profunda recesión y, aunque en el tercer trimestre del año 2020, el Producto Interior Bruto (PIB) tuvo una sustancial recuperación, todavía sigue un 3,5% por debajo del nivel anterior.

Biden tiene en mente poner en marcha varias acciones para recuperar la economía, ente las que se encuentra elaborar una reforma que suba los impuestos a las grandes empresas y las personas de más altos ingresos para aumentar la recaudación fiscal.

Su plan propone evitar una mayor carga tributaria para quienes ganen menos de 400.000 dólares al año, con la idea de "proteger la clase media" y a quienes tienen bajos ingresos.

También espera subir el salario mínimo nacional de 7,25 dólares a 15 dólares la hora, hasta el año 2026: “Lo que esté bajo ese nivel, te deja bajo el nivel de pobreza", ha señalado el futuro presidente. Quienes se oponen a esta iniciativa, consideran que este aumento salarial obligará el cierre de muchas empresas que no podrán asumir dicho aumento de costes.

Otras medidas apuntan a expandir los beneficios de la seguridad social para los mayores de 78 años, las personas de bajos ingresos y aquellos que han quedado viudos.

Bajo su eslogan "Buy American" (Compra Estadounidense), Biden proyecta proteger la industria nacional para generar nuevos empleos. No obstante, todo ello dependerá de si Biden llegará al gobierno con un Senado con mayoría demócrata o republicana, algo que no se sabrá hasta la segunda vuelta de dos puestos de Georgia, el 5 de enero.

La guerra comercial con China

Además de una pandemia mortal y una economía debilitada, el presidente electo heredará un desafío más cuando asuma el cargo en enero: una relación tóxica con la segunda economía más grande del mundo.

Bajo la política de Donald Trump basada en el proteccionismo y el aislamiento, y en un “Estados Unidos primero”, aunque el presidente entrante ha dicho que se centraría primero en la agenda doméstica, también se ha prometido “liderar el mundo” y “no retirarse de él”, bajo un gobierno global de su país y un compromiso con un orden internacional liberal. Pero el éxito de la política exterior de Biden dependerá en gran medida de cómo maneje sus relaciones comerciales con China.

Para ello, se plantea como objetivo evitar que la “Nueva Guerra Fría” que se está gestando entre Estados Unidos y China, se transforme en un conflicto global catastrófico.

A este respecto, Biden ha manifestado que China debe responder por sus prácticas nocivas para el medio ambiente y sus abusos comerciales, pero, en lugar de aranceles unilaterales como los aprobados por Trump, ha propuesto una coalición internacional con otros países considerados democráticos que el gigante asiático "no pueda permitirse ignorar".

Se prevé igualmente que adopte un enfoque que combine el trabajo con los chinos en algunos temas como el cambio climático y la pandemia, mientras compiten con ellos en el liderazgo tecnológico y los confrontan en otros temas como el expansionismo militar, las violaciones de los derechos humanos o el comercio injusto.

El regreso al acuerdo de París y otras coaliciones

El presidente saliente Trump y el electo, han tenido posturas diametralmente opuestas en cuanto al calentamiento global. Mientras el primero aumentó durante su mandato el número de autorizaciones para fomentar la extracción de petróleo o la explotación altamente contaminante del gas de esquisto, Biden dará prioridad a las energías renovables para alejarse de la industria petrolera. No tiene, según ha manifestado, intención de prohibir el desarrollo de gas de esquisto, sino de bloquear la emisión de nuevos permisos en tierras de propiedad estatal: el cambio climático es "una amenaza existencial para la humanidad", advirtió. "Tenemos la obligación moral de lidiar con eso".

El futuro presidente se ha comprometido a traer de vuelta Estados Unidos el Acuerdo Climático de París del que Trump se retiró, así como recuperar los lazos más estrechos con la Organización Mundial de la Salud, con el ánimo de combatir amenazas comunes a la salud así como del medio ambiente internacional, y afianzar las relaciones dañadas con su aliados de la OTAN.

Biden propone una inversión federal de 1,7 billones de dólares en investigación de tecnologías verdes y espera que Estados Unidos llegue a las cero emisiones antes de 2050, como parte del compromiso que asumieron más de 60 países el año pasado.

Revertir las políticas migratorias de Trump

El plan de inmigración de Biden contrasta también con el que Trump ha ejercido durante su legislatura. Dentro de sus primeros 100 días de gobierno, se ha embarcado en un ambicioso proyecto de reforma migratoria que incluye restablecer las protecciones de los dreamers (soñadores) amparados bajo el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA por sus siglas en inglés), que afecta a cientos de miles de inmigrantes indocumentados que llegaron a Estados Unidos cuando eran niños, y que evitaría la deportación de cerca de 800.000 jóvenes.

El líder demócrata quiere poner también fin a la política de “tolerancia cero”, y a las separaciones familiares en la frontera, incluyendo el enjuiciamiento de padres inmigrantes por infracciones menores de inmigración.

También en su programa, Biden ha prometido una “revisión inmediata” del Estatus de protección Temporal (TPS) que protege a más de 400.000 personas en todo el país, al tiempo que facilitará los procesos de naturalización o ciudadanía, entre otros objetivos.

La reconciliación de la sociedad estadounidense

Todos los retos a los que se enfrentará el 46 presidente de los Estados Unidos encierran sin duda una gran complejidad, pero en paralelo, Biden tiene ante sí otro gran desafío para encarar: la reconciliación de un país dividido y poralizado en todos los temas.

A lo largo de los últimos años, el discurso del actual presidente ha distado de la armonía y la conciliación entre los ciudadanos, lanzando a través de su cuenta de Twitter, a cualquier hora del día y de la noche, mensajes incendiarios cargados de insultos y desaires hacia quienes no pensaban como él, en un “o estás conmigo o contra mí”. Biden, por su parte, se ha mantenido en una actitud y tono más cercano y conciliador, desde mucho antes de pronunciar su discurso como presidente electo.

Desde los enfrentamientos raciales que se han sucedido a lo largo y ancho del país, pasando por uno de los procesos electorales más convulsos y polémicos de la historia más reciente, demócratas y republicanos distan en sus posiciones, con familias divididas por un pensamiento político diferente, al que hay que sumar que, cuando faltan a penas tres semanas para que Estados Unidos reciba a su nuevo presidente, Donald Trump no ha reconocido su derrota.

Si en las elecciones presidenciales a Biden lo respaldaron casi 75 millones de personas, recibiendo la votación más alta de la historia, otros 70 millones le dieron la espalda cuando depositaron su voto a favor del líder republicano- la mayor cantidad jamás recibida por alguien que perdió unos comicios-. En el camino, Trump ha dejado claro su empeño porque se le conceda la victoria, y lejos de caer en el olvido, seguirá al pie de un cañón secundado por millones de seguidores que mantendrán vivo su liderazgo.

Biden tendrá que presidir bajo la sombra de Trump y del “trumpismo” que ha marcado la historia política de los estadounidenses. Sus resultados, también dependerán de la destreza con la que navegue en el transcurso de su nuevo gobierno.