43 años encerrado, bajo tierra y en una celda de cristal: así vive Robert Maudsley, el verdadero Hannibal Lecter

  • Robert Maudsley, el verdadero Hannibal Lecter, lleva 43 años encerrado en la prisión de Wakefied, Inglaterra

  • El asesino permanece encerrado en una celda de cristal antibalas, bajo tierra y aislado del resto de presos

  • En los años 70 y 80, mató hasta cuatro hombres, comiéndose parte del cerebro de uno de ellos

Sin libertad, bajo tierra y en una celda de cristal en la prisión de Wakefied, Inglaterra, lleva 43 años encerrado Robert Maudsley, el verdadero Hannibal Lecter. Un asesino en serie que inspiró al conocido personaje de ficción, a quien dio vida Anthony Hopkins en 'El silencio de los corderos'.

Enjaulado durante 23 horas al día en una celda de cristal antibalas, de 5,5 metros de largo por 4,5 metros, permanece Maudsley, quien, a sus 68 años, sólo puede salir una hora de esa celda de vidrio, sin agua, con espacio para una cama, una mesa, una silla y un inodoro. Además, en sus salidas siempre está custodiado por hasta seis guardia y no puede tener contacto con ningún otro preso.

Comió trozos del cerebro de una de sus víctimas

Robert Maudsley fue detenido en 1974 por el asesinato de John Farrell, un joven de 30 años, a quien mató, cuando solo tenía 21 años, en un ataque de ira tras conocer que había abusado sexualmente de niños. Tras el asesinato de Farrel, fue ingresado en un hospital psiquiátrico donde, tres años después, volvió a matar. Con ayuda de un compañero, torturó a otro interno hasta la muerte. La cabeza de la víctima quedó tan destrozada a causa de los golpes que, según se rumoreó entonces, Maudsley se comió trozos de su cerebro con una cuchara practicando así el canibalismo, tal y como quedó reflejado en la película de Ridley Scott.

El asesino más peligroso de todo Reino Unido

Una vez trasladado a la prisión de Wakefied mató a otras dos presos más. Su frialdad para cometer los asesinatos le llevó a ser conocido como el asesino más peligroso de todo el Reino Unido. Fue entonces, en 1983, cuando las autoridades decidieron tomar medidas severas y encerrarle de un modo más seguro, aislado de cualquier otro ser humano, reo o guardia. Desde entonces ha permanecido enajulado en su celda de cristal.

Tras 17 años de encierro, pidió que le dejaran morir

En el año 2000, tras 17 años encerrado en su particular prisión, Maudsley pidió que le dejaran morir, pero su solicitud fue denegada. Él mismo escribió una carta en la que exponía en sinsentido que era que le siguieran manteniendo con vida. "¿Para qué sirve tenerme encerrado 23 horas al día? ¿Por qué molestarse en alimentarme y darme una hora de ejercicio al día? ¿Para quién represento un peligro? Por mi tratamiento actual y confinamiento, siento que todo lo que tengo que esperar es un daño psicológico, una enfermedad mental y un probable suicidio", expuso.

En la misma misiva pidió que le dejaran ver televisión, para estar al día de lo que sucedía en el mundo, tener un pájaro, al que prometió que "no se comería", escuchar música o, si no, que le dieran cianuro para morir. Todo ello fue ignorado.