Salvini toma aire en su annus horribilis

  • La Junta para la inmunidad del Senado rechazo enviarlo a juicio por el 'caso Open Arms'

  • Su estrella ha decaído en los sondeos, en los que ha perdido casi 10 puntos en unos meses

Matteo Salvini pasó el último verano provocando una crisis de Gobierno mientras bailaba en bañador en una discoteca y lo terminó recogiendo las cosas de su despacho en el Ministerio del Interior. Semanas antes había caldeado el ambiente al enfrentarse a la ONG española Open Arms, a la que le negaba atracar en un puerto italiano tras rescatar a 161 migrantes en el Mediterráneo. Salvini se presentaba como el hombre de la mano de hierro, alguien que no estaba dispuesto a recular. La estrategia, pensó, le catapultaría a la presidencia. Pero los jueces permitieron el desembarco y lo único que naufragó fue su hoja de ruta política tras el pacto entre el Movimiento 5 Estrellas y el Partido Democrático. Ahora, perdido el brío del pasado verano, se discute si mandarlo a juicio por la disputa con Open Arms, aunque el Senado ha decidido darle un respiro.

La Junta para la inmunidad de la Cámara alta rechazó este martes que el senador Salvini deba sentarse en el banquillo por este caso. Se le acusa de secuestro de personas y abuso de poder. Él, sin embargo, se defiende argumentando que fue una orden tomada por “todo el Gobierno” y que “lo volvería a hacer”. La decisión definitiva debe ser tomada por todos los senadores en el hemiciclo, aunque lo curioso de la votación de este martes es que lo salvaron dos disidentes del Movimiento 5 Estrellas y el partido de Matteo Renzi, quienes deberían ser sus enemigos políticos.

En julio Salvini ya tenía cita en los juzgados de Catania por otro episodio similar con un barco de la Guardia Costera italiana, aunque debido al bloqueo judicial por la crisis del coronavirus la vista se celebrará en octubre. La inmunidad parlamentaria en este caso no sólo no fue un obstáculo, sino que el líder de la Liga la utilizó como una bravata para presentarse como mártir. En enero, en vísperas de unas importantes elecciones en la región de Emilia Romaña, pidió a sus senadores que votaran a favor retirarle la inmunidad y mandarlo a juicio, pensando que aglutinaría a sus elecciones. Volvió a calcular mal, ya que la Liga perdió aquellos comicios y su líder deberá responder ante los jueces.

La primera derrota en las urnas

Si Salvini terminó mal el pasado año, no comenzó mejor éste. Tras haber entregado el Gobierno a sus rivales, creyó que una victoria en el tradicional feudo rojo de Emilia Romaña forzaría, por fin, elecciones generales. Actuó como el candidato que no era, sobreactuó como acostumbra y perdió ante el empuje de las ‘sardinas’, un movimiento cívico surgido un par de meses antes. El imparable líder ultraderechista saboreó por primera vez la derrota en las urnas, si bien los sondeos seguían dándole un 32% de apoyos. Tocaba reconfigurar de nuevo la estrategia, pero un mes después llegó el coronavirus.

El líder de la Liga cambió de discurso, como lo hicieron todos. Primero pidió continuar la actividad, después cerrarlo todo, luego reabrir antes de tiempo y ahora apoyar a las familias que lo están pasando mal. Pero no ha sido ese constante vaivén lo que le ha penalizado. “El principal problema para él es que durante la pandemia el Gobierno decidía y la oposición tenía un papel testimonial. No es que la falta de presencia física perjudique a un político que está acostumbrado al calor de la gente, es que cualquier cosa que diga está vacía de contenido ante un Gobierno que actúa”, señala Antonio Noto, director de la empresa demoscópica IPR Marketing.

La confianza en el Ejecutivo ha tocado el 70%, así como la del primer ministro, Giuseppe Conte. Salvini, sin embargo, ha pasado de ser el líder más valorado a tener una popularidad del 37%, según la última encuesta de Demos para 'La Repubblica'. Su partido, la Liga, sigue el primero en los sondeos, pero ha pasado del 34% de hace unos meses al 25%. Lo llamativo es que la fragilidad innata de este Ejecutivo lo mantiene siempre en el alambre. La novedad es que si antes la alternativa se llamaba Salvini, ahora su figura ya no genera confianza.

“Dentro del electorado derechista, su gran logro era haber obtenido el respaldo de un sector moderado, pero ahora parte de ellos se han pasado a Hermanos de Italia, algunos a Forza Italia y otra parte importante se ha ido a la abstención”, añade Antonio Noto. El ciudadano se cansa y al empresario le entran las dudas. Giorgia Meloni, de Hermanos de Italia, es la gran favorecida, doblando en un año su apoyo, hasta el 14%.

Oposición fallida

El estado de emergencia sanitaria fue aprobado a finales de enero y tiene validez hasta el 31 de julio. Fue la única disposición que ha apoyado la Liga de Salvini en el Parlamento, pues ha votado en contra del resto de normas impulsadas desde el Gobierno. Sin embargo, su oposición nunca ha sido tan bronca como la que se ha visto en España, ya que ninguno de sus salidas de tono ha encontrado respaldo en un país acostumbrado a refugiarse en sus instituciones ante grandes crisis. Pese a la debilidad de sus gobiernos, en Italia el jefe del Estado y el aparato político son demasiado fuertes. Salvini probó a encerrarse una noche en el Parlamento y después ofreció un discurso insípido que no convenció a nadie. Su última iniciativa ha sido convocar una manifestación para el próximo 2 de junio, pero sus socios de la derecha no le apoyan y él mismo podría optar por desconvocarla ante el escaso entusiasmo suscitado.

El próximo otoño deberán celebrarse elecciones en seis regiones y en un millar de ayuntamientos, que podrían servir para aupar de nuevo a Salvini o terminar de hundirlo. En las últimas semanas la prensa ha especulado con que den un paso al frente mandatarios regionales de la Liga considerados más pragmáticos, como Luca Zaia, presidente del Véneto. Pero Zaia, arropado por los elogios del 'Financial Times', espera ser reelegido por aclamación tras una gestión eficiente de la emergencia sanitaria y él mismo descarta dar el salto a la política nacional. Salvini planea otro verano omnipresente en el que cambiará la inmigración por las ayudas a los italianos como tema estrella. El coronavirus ha desbaratado todo cálculo político, pero la última campaña de agosto no le fue del todo bien.