El sastre de presidentes

  • Martin sobrevivió al Holocausto y cumplió la promesa que le hizo a su padre

  • Ha confeccionado trajes para varios presidentes de Estados Unidos

No es fácil olvidar el horror que uno ha vivido cuando lo tienes tatuado en tu brazo izquierdo. A-484406 fue durante años el nombre al que respondió Martin Greenfield. ´A´ de Auschwitz, Polonia, donde se encontraba el campo de concentración nazi en el que vio por última vez a su familia.

Martin sobrevivió al Holocausto y consiguió llegar a América, donde pudo rehacer la vida que los nazis le arrebataron. Hoy, con 89 años, está al frente de uno de los pocos talleres que todavía confecciona trajes de hombre a mano en Nueva York. Por su cinta de metro han pasado presidentes de la talla de Bill Clinton y Barack Obama, o celebridades como Michael Jackson y Paul Newman.

Sobrevivir a Auschwitz con un hilo y una aguja

Su verdadero nombre era Maximiliano Grünfeld. Nació en el seno de una familia judía en Pávlovo, en la antigua Checoslovaquia. Era el mayor de tres hermanos. Todo apuntaba a una vida tranquila hasta que en abril del año 1944 los alemanes llegaron a su pequeño pueblo y les dieron una hora para empaquetar sus pertenencias antes de ser enviados a Auschwitz. Una vez allí, hombres y mujeres fueron separados, fue la última vez que vería a sus hermanas y a su madre. Más tarde, le separaron también de su padre. "Recuerdo las palabras de mi padre: me dijo – solo separándonos tienes la oportunidad de sobrevivir. No importa que ocurra, siempre piensa en sobrevivir. No llores, vive la vida, hónranos". Y así fue.

No llores, vive la vida, hónranos, me dijo mi padre

Con tan solo 14 años, Martin tuvo que aprender a sobrevivir a las torturas y antojos de los nazis. Cada día que se iba a dormir, era un milagro. "Los alemanes mataban por cualquier motivo y a cualquiera", explica Martin en sus memorias, un libro que acaba de publicar titulado Medida de un hombre. En él cuenta que "era inútil tratar de entender su lógica porque no la había. Si un nazi estaba enfadado, podía matarte. Si un nazi estaba contento, podía matarte. No había ninguna diferencia". El abuso físico, psicológico y emocional era constante, y muy pocos los soportaron. En medio de este infierno, Martin dio su primera puntada.

Fue pura casualidad. Estaba en la lavandería y el botón de una camisa se descosió. El nazi que le vigilaba le dijo que lo arreglara, y así lo hizo. Nadie volvió a reclamar nunca esa camisa, y para protegerse del frío, Martin se la puso debajo de su informe. "Los alemanes nos llevaron a la marcha de la muerte, y mucha gente murió por el frío, pero yo sobreviví. La ropa, ir más abrigado que el resto, me salvó la vida".

El sueño americano de un sobreviviente al Holocausto

En 1944, Martin fue reubicado en Buchenwald, donde un año más tarde fue liberado por los soviéticos. Nunca perdió la esperanza de encontrar a su familia con vida, pero ese momento nunca llegó. Dos años más tarde, decidió cumplir la promesa que le hizo a su padre, y emprendió una nueva vida. A bordo de un barco y con tan solo $10 en el bolsillo, llegó a Nueva York en 1947. "Cuando salimos del barco, éramos hombres libres, en Estados Unidos, la primera vez que éramos libres".

Martin amaba esa América que lo había recibido con los brazos abiertos, y no tardó en cambiarse su nombre al que hoy utiliza: Martin Greenfield. Tras muchas pericias, comenzó a trabajar en la firma de ropa GGG, en Brooklyn, y allí disfrutó de una carrera estelar. De chico de los recados, pronto pasó a convertirse en propietario. Martin había hecho de todo en esa empresa, así que no le costó mucho sacar lo mejor de ella.

"He hecho trajes para el presidente Dwight D. Eisenhower. Para Bill Clinton también he hecho muchas cosas. Cuando lo conocí, ¡No tenía casi trajes!", dice riendo. "¿Obama? ¡Pues claro que lo conozco! Vino aquí a verme, no tuve que ir yo a la Casa Blanca", nos cuenta orgulloso antes de enseñarnos las fotos que aún conserva en su despacho y que son parte del contenido de su libro. Martin también ha confeccionado trajes para el actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump. "Sí, pero cuando no era presidente. Ahora que lo es, no". Pero todavía puede pasar.

Hoy en este taller de Brooklyn trabajan más de 120 inmigrantes que, como Martin, llegaron a este país en busca de un futuro mejor. Al lado de todos ellos, Martin sigue planchando, cosiendo, y ayudando a lo que haga falta 6 días a la semana. Su firma es todo un éxito, confecciona alrededor de 15.000 trajes cada año, a un precio que ronda los $2,000 (1,824 euros) cada uno. Un negocio próspero y la promesa de un hijo a su padre más que cumplida.