Todos los hombres de la República italiana para resolver una crisis de Gobierno

  • Mattarella, Conte, Renzi, Zingaretti o Di Maio son los hombres clave de la crisis política italiana

  • Su capacidad para negociar será decisiva para sacar al país del vacío de poder creado

Italia se encuentra sumergida en una nueva crisis de Gobierno, la segunda de esta legislatura, la enésima de su historia reciente. Tras la salida del Ejecutivo del partido minoritario Italia Viva, del ex primer ministro Matteo Renzi, el gabinete no tiene la mayoría suficiente para seguir gobernando. El primer ministro, Giuseppe Conte, pasará el fin de semana buscando la decena de senadores que necesita para rellenar los escaños dejados por Renzi.

El veredicto se conocerá a principios de semana. Conte comparecerá el lunes en la Cámara de Diputados y el martes en el Senado, donde presentará una moción de confianza. La partida definitiva se juega en la Cámara alta, ya que la mayoría es más exigua y ahora mismo no cuenta con los apoyos necesarios. La ecuación hasta aquí es sencilla: si obtiene los votos, podrá seguirá al mando; de lo contrario, tendrá que dimitir. En este segundo escenario se abren otras muchas hipótesis, pero cada cosa a su tiempo.

Los protagonistas, de momento, tienen que resolver lo más inmediato. No es ningún tópico, todos son hombres. Siempre lo han sido en este juego de intrigas que es la política italiana.

Sergio Mattarella

El presidente de la República es ese hombre en la sombra que sólo aparece cuando el país está en apuros. Es decir, a menudo. Ahora le toca ejercer de nuevo como juez supremo de una crisis que no quería y que ha tratado de evitar a toda costa. El jefe de Estado es el encargado de aportar estabilidad a los juegos parlamentarios. Pero no se trata sólo de una figura simbólica. Tiene la capacidad de rechazar gobiernos o incluso ministros si considera que no ofrecen unas garantías suficientes. Ya lo hizo tras las últimas elecciones.

Decepcionado por su fracaso en el intento de mediación, Mattarella pide al menos que el Ejecutivo no quede en manos de un grupo disperso de senadores, lo que convertiría al Gobierno en una invención tan frágil que podría caer en cualquier momento. Su exigencia es que si existe un número suficiente de senadores dispuestos a apoyar a Conte, formen un grupo político y actúen como un bloque.

En 2022 el Parlamento debe escoger a un nuevo presidente de la República, un momento fundamental para la política italiana. Para evitar que su elección quede en manos de juegos partidistas de última hora, un procedimiento legal impide disolver las cámaras durante los seis meses precedentes. Ese llamado “semestre blanco” empieza en julio y eso explica, en buena parte, los motivos por los que se ha abierto ahora la crisis. Además, nadie entre los socios de Gobierno quiere unas nuevas elecciones que darían una mayoría parlamentaria a la derecha y elegiría así al nuevo presidente. De ahí que el escenario del voto anticipado sea muy remoto.

Giuseppe Conte

El hombre sin partido, sin carrera política y sin aparente ambición, que se ha convertido en todo lo contrario. Abogado de profesión, en las últimas elecciones se colocó en la órbita del Movimiento 5 Estrellas (M5E) y fue elegido por este partido y la Liga del ultraderechista Matteo Salvini para ejercer como notario en el Gobierno comandado por ambas fuerzas. Gracias a una exitosa campaña de comunicación fue adoptando un perfil propio, muy institucional, y un año más tarde sobrevivió a la crisis por la que Salvini fue sustituido en el gabinete por los socialdemócratas del Partido Democrático (PD).

Conte creció con la pandemia. Favorecido por el mando único que ejerció en la práctica y, de nuevo, por una estrategia comunicativa que lo presentó como una figura paternalista en televisión. Como en tiempos de Churchill, con todos encerrados en casa. Ese papel le ha dirigido hacia un público centrista. El fenómeno Conte, una versión renovada de los democristianos, se ha convertido en una baza electoral que podría contar con una lista propia en los próximos comicios. La vieja guardia de la política italiana lo vio siempre como un instrumento útil, pero desconfía si juega como protagonista. Ahora tratará de aprovechar ese gen democristiano para encontrar aliados y sobrevivir de nuevo.

Matteo Renzi

Pese a su juventud, representa mejor que nadie a esa vieja guardia. Líder de un partido que no ha pasado por las urnas, nacido como escisión de los socialdemócratas y que tiene una expectativa de voto por debajo del 3%, Matteo Renzi se declara un orgulloso aprendiz de Maquiavelo. Ya apartó a su correligionario Enrico Letta para convertirse en primer ministro, forzó la actual coalición entre PD y M5E con Conte como primer ministro y ahora pretende derribarlo. Lo intentó en febrero, pero la pandemia frenó la maniobra.

El pretexto elegido primero fue el plan para la gestión de los fondos europeos. Y después un sinfín de argumentos, con los que critica el carácter omnívoro de Conte. Resulta llamativo, ya que Renzi defendió como primer ministro una reforma constitucional que otorgaba mayor poder al partido ganador para hacer que el país fuese más gobernable. El momento político del ex mandatario está ya en el tiempo de descuento y su capacidad de influencia había quedado mermada. Ha pretendido dar un último golpe de timón para colocar a un nuevo primer ministro y cobrarse el favor pidiendo ser ungido como secretario general de la OTAN. Pero si Conte sobrevive, Renzi podría convertirse en un cadáver político.

Nicola Zingaretti

El nombre tiene escasa resonancia a nivel internacional, porque esa era su función: ejercer como líder discreto para el Partido Democrático, que venía precisamente de un secretario general tan divisivo como Renzi. El PD tiene un papel fundamental en esta crisis, como socio de Gobierno y como posible puente entre los dos líderes en disputa. Renzi aspiraba a convencer a sus antiguos colegas de que relevar a Conte era la mejor opción, pero no lo ha conseguido. Zingaretti y el resto de pesos pesados del partido se han cansado. Han calificado a Renzi como “poco fiable”, han visto la posibilidad de enterrarlo y apuestan por la estrategia del primer ministro de buscar en el Parlamento los apoyos necesarios.

Luigi Di Maio

Lo más parecido a un líder político que existe en estos momentos en el Movimiento 5 Estrellas. En la práctica dejó el cargo hace un año, pero desde entonces la formación cuenta con un interino que se dedica a pasar papeles. Di Maio fue vicepresidente en el anterior Gobierno con la Liga y es ministro de Exteriores en este gabinete. Nunca simpatizó con Conte, quien le robó el protagonismo, pero en esta crisis Di Maio y su partido se han alineado de forma férrea con el primer ministro. Ya es mucho decir en una formación con muchas almas y otras tantas voces. El abogado al que un día eligieron sigue siendo su única baza para mantener la mayoría parlamentaria que obtuvieron en las últimas elecciones y que no han sabido rentabilizar.