Puñetazos, gas pimienta, cristales rotos y hasta disparos: caos absoluto en el Capitolio

  • "Vamos a marchar hacia el Capitolio", había dicho Trump, y sus seguidores le han tomado la palabra

  • Las palabras incendiarias de Trump han alentado al caos provocado por los manifestantes

  • Han irrumpido en el Capitolio rompiendo la barrera policial: insisten en hablar de fraude electoral

Puñetazos, lanzamiento de objetos, rotura de ventanas, gas pimienta y hasta disparos en el asalto al Capitolio de Estados Unidos en Washington DC. Es el dramático resultado que llega inmediatamente después de que miles de manifestantes pro-Trump fuesen alentados directamente por el todavía presidente: “Vamos a marchar hacia el Capitolio”, dijo, literalmente en un grito desesperado por intentar ganar por la fuerza lo que no ha logrado en las urnas.

Nunca una transición presidencial en Estados Unidos había sido tan tensa, tan poco pacífica, tan violenta, tan lamentable. Siguiendo las incendiarias palabras del magnate republicano, los seguidores pro-Trump se han plantado en el Capitolio preparados y enardecidos por el aliento de su líder. Superando las barreras policiales, entre forcejeos y golpes se han abierto paso hasta tomar el lugar provocando una situación tan inédita e histórica como dramática.

La situación ha escalado rápidamente e incluso se han escuchado disparos en la zona, informando medios locales de al menos un herido. Según NBC, tras permanecer en estado crítico, ha fallecido.

Entre la tensión y la incertidumbre por los que se hallaban en el interior, las imágenes llegadas desde EEUU dan cuenta del auténtico asalto al bastión de la democracia americana.

¿Por qué ha pasado esto?

Como venía haciendo durante días y semanas, Donald Trump ha continuado recrudeciendo los ataques contra Joe Biden, volviendo a abanderar esa cruzada por intentar convencer a todos de que las elecciones fueron fraudulentas. Negándose a aceptar lo que los ciudadanos han elegido y sin aceptar la derrota, el republicano se ha dedicado a alentar a la movilización. Y el resultado es nefasto. Tanto que él mismo, ante el caos que ha organizado, ha tenido que pedir “paz” y “respeto a la ley” después de haber instado, precisamente, a “marchar al Capitolio”.

Lo sucedido se ha producido hoy por esto y por una razón concreta: hoy Mike Pence, al que ha atacado especialmente en las últimas horas, presidía la sección conjunta del Congreso y del Senado, y en esta ceremonia democrática se iban a ratificar y certificar los resultados ya sellados de las elecciones por el Colegio Electoral.

La figura del vicepresidente de Estados Unidos siempre tiene el papel presencial para dar paso y para después anunciar los resultados de esa votación. El propio Pence, antes de que se inaugurara la sección, ha publicado un comunicado en el que ha dicho, –después de haber recibido todos estos ataques del presidente, y mientras Trump estaba en el centro de Washington lanzando ese discurso incendiario delante de sus miles de seguidores: “Yo voy a defender la Constitución, porque ese es mi papel”. Además, ha porque su papel en la sección ceremonial es eso, puramente ceremonial.

Inmediatamente, tanto el vicepresidente de EEUU como los líderes republicanos han repetido a través de las redes sociales que son los estadounidenses los que deciden los resultados de las elecciones. No es el Congreso, no es el Senado el que fija el resultado. Han insistido, por sentido democrático y para frenar el caos.

Trump insiste en el fraude, pero pide volver a casa

Tras el desastre, Mike Pence se ha pronunciado en las redes sociales: “La violencia en el Capitolio tiene que terminar ya. Cualquier involucrado debe respetar la ley y a las fuerzas del orden”, ha dicho, mientras se multiplicaban las voces que exigían a su vez a Donald Trump intervenir en televisión para pedir el cese de la violencia. El alcalde, por su parte, ha ordenado el toque de queda.

Trump, a través de las redes, en un vídeo ha pedido paz y “volver a casa”, pero todo ello con la palabra “fraude” por delante. No cesa el presidente saliente en su grave pataleta tras haber sido derrotado en las urnas.