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Mercados de predicción vs. lotería tradicional: dos opciones diferentes de apostarle a la suerte

Archivo - Bombo de sorteo de Loterías
Bombo de sorteo de Loterías. Eduardo Parra - Europa Press
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La comparación parece obvia, pero los juegos de predicción y los sorteos de lotería en realidad comparten bien poco. En la lotería, la ecuación es puro azar con un retorno prefijado; en los mercados de predicción, el precio pretende condensar información y convertirse en probabilidad. Profundizamos en qué sostiene cada sistema y qué implicaciones prácticas tiene para el bolsillo.

Lotería: azar con retorno 

En Lotería Nacional el reparto de premios está determinado de antemano, y se sitúa en torno al 70% de la emisión, tanto en los sorteos ordinarios y extraordinarios (incluido el de Navidad). Bien es cierto que depende de que los números premiados se compren, aunque rara vez se comparte ese tipo de información. Los premios que quedan desiertos vuelven al estado, eso sí. 

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A efectos de impuestos, la Agencia Tributaria fija que están exentos los premios iguales o inferiores a 40.000€ y que la retención es del 20% sobre lo que exceda de esa cifra. La propia AEAT ejemplifica: un premio de 100.000€ “tributaría al 20% sobre 60.000€ se practicaría una retención de 12.000€ y se percibirían 88.000€”. 

Mercados de predicción: precio como probabilidad

En la academia, el referente histórico son los Iowa Electronic Markets (IEM), que operan con dinero real para fines de docencia e investigación. Sus autores describen el mecanismo de forma directa:”Los Mercados Electrónicos de Iowa (IEM) son mercados de futuros de dinero real basados en Internet, donde los precios de los contratos revelan información sobre eventos como las elecciones.”

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La clave operativa es el significado del precio. En contratos binarios (gana/pierde), “el precio es la probabilidad de que el candidato supere el 50%”; en mercados de porcentaje de voto, el precio “da la media de la distribución del voto esperado”. Son definiciones textuales utilizadas en la literatura metodológica de IEM. 

Además, estos mercados responden instantáneamente a nueva información y, a diferencia de una encuesta puntual, “preguntan a los participantes cómo votará todo el mundo en la elección real” (no “si se votara hoy”), subrayan los mismos autores al comparar precios con sondeos. 

Qué implica para quien arriesga su dinero

En la lotería el resultado está desligado de la pericia: el retorno agregado lo marca el 70% destinado a premios y la suerte en el bombo; no existe “ventaja informativa” que altere la esperanza matemática del conjunto de jugadores. 

En un mercado de predicción, el rendimiento esperado de cada posición depende de si el precio (probabilidad implícita) está bien o mal calibrado respecto a la realidad futura; el incentivo es identificar desviaciones y valorar la información disponible. Esa arquitectura es la que documentan los trabajos de IEM. 

En lotería el “pay-out” global se publica sorteo a sorteo, con el detalle de premios por serie y por décimo. En mercados de predicción, el “pay-out” es endógeno: cada contrato vale 1 si ocurre el evento y 0 si no; el dinero se traslada entre participantes según acierten o fallen, con el precio interpretado como probabilidad a cada instante. 

¿Cuál “conviene” a cada perfil?

Si se busca entretenimiento con retorno prefijado, la lotería ofrece un esquema claro: se sabe qué parte del dinero va a premios (70%) y cuál no, y existe una retención del 20% sobre el tramo premiado que excede 40.000€. Nada que “optimizar” más allá de la suerte. 

Si se pretende apostar sobre información, ya sea en política, deportes o economía, un mercado de predicción encaja mejor: el incentivo está en estimar probabilidades y detectar precios desalineados con los hechos (o con lo que otros creen que ocurrirá).Esta interpretación al identificar el precio con probabilidad y su actualización con noticias, justo lo que diferencia a un mercado informativo de un juego de azar. 

Lotería y mercados de predicción no son “lo mismo” con camisetas distintas: en una, la suerte manda sobre una esperanza concreta; en la otra, el conocimiento intenta batir un precio-probabilidad que se mueve con la información. Elegir entre una y otro es, en realidad, elegir cómo se quiere asumir el riesgo.