Animales

El método Montessori también puede aplicarse en perros: "Su educación no consiste en convertirlos en robots"

Juan Carlos Castilla, adiestrador canino y director de Noblecan
Juan Carlos Castilla, adiestrador canino y director de Noblecan. Foto cedida por Juan Carlos Castilla
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El método Montessori es un extendido modelo educativo que se centra en la libertad e individualidad de cada alumno, para que éste desarrolle al máximo sus capacidades intelectuales, físicas y emocionales. Gracias a la aportación de la italiana María Montessori, las escuelas dejaron de ser un lugar en el que los niños aprendían a obedecer, para convertirse en un centro en el que los niños, mediante la exploración tanto del entorno como de sí mismos, puedan desarrollarse de forma integral.

Ahora que, gracias a la modificación del Código Civil de 2021 y de la posterior Ley 7/2023, de 28 de marzo del Bienestar Animal, los animales han dejado de ser considerados como "cosas" para definirse legalmente como "seres sintientes", este método también se ha aplicado en la educación de los perros, tal y como indica a Informativos Telecinco web el adiestrador canino Juan Carlos Castilla: "No solo ha cambiado el “cómo”, sino también el “por qué” y el “para qué” adiestramos. En las últimas décadas hemos pasado de ver a los perros como simples ejecutores de órdenes a considerarlos seres sintientes, con emociones, personalidad, preferencias y con derecho a ser educados sin violencia ni sometimiento", afirma.

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"Es una aprendizaje basado en el juego, no en la imposición"

Antes, el modelo clásico de adiestramiento se centraba en enseñar comandos como "siéntate", "túmbate", "aquí" o "junto", basándose muchas veces en castigos o correcciones físicas (como los collares de descarga) cuando el perro no obedecía. El objetivo era la obediencia, no la comprensión ni la conexión con el animal. Ahora, gracias a los múltiples avances en la etología, neurociencia y educación animal, los adiestradores saben que sí, que el miedo inhibe, pero no enseña; que los castigos generan inseguridad y deterioran el vínculo entre el dueño y el can, que los perros no necesitan someterse para convivir en armonía y que su aprendizaje real ocurre cuando se encuentran en un estado emocional "positivo, relajado y motivado".

Juan Carlos Castilla, director de Noblecan
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En este marco es donde cabe la aplicación del método Montessori en la educación canina, buscando, principalmente, " observar y potenciar sus habilidades naturales y fomentar su autonomía a través de un ambiente preparado y respetuoso", apunta Castilla. En lugar de enseñar al perro a sentarse cuando se le ordena, se le enseña a autorregularse emocionalmente, a saber pedir espacio y a gestionar las frustraciones. Y se hace mediante:

  • Entrenamiento cooperativo: se enseña al perro a participar activamente en su cuidado: dar la pata para cortar uñas, señalar cuándo está listo para el arnés o subirse voluntariamente a la báscula del veterinario.
  • No se obliga: se invita, se refuerza, se espera.
  • Respeto de su lenguaje corporal: se prioriza el bienestar emocional: si el perro está estresado o cansado, no se le entrena. ● Se interpretan señales de calma o incomodidad (bostezos, giros de cabeza, lamerse el hocico…) como mensajes válidos, no como desobediencia.
  • Juegos de olfato: fomentan la concentración, la calma y la conexión del perro con su entorno y les permiten tomar decisiones: ¿Dónde busco?, ¿Cómo resuelvo este reto? ...
  • Juegos interactivos o de inteligencia: las alfombrillas de olfato, juguetes tipo Kong, rompecabezas caninos...desarrollan en el perro su capacidad de resolución y fomentan la autonomía.

Obediencia sí, pero sin miedo ni castigos

¿Esto significa que no se trabaja la obediencia? "En absoluto", responde el adiestrador. "Pero la obediencia deja de ser el objetivo principal, y se convierte en una herramienta para mejorar la convivencia, no en una finalidad en sí misma. Se enseñan ejercicios de obediencia útiles como acudir a la llamada, pasear sin tirar de la correa o esperar en una puerta, pero desde el juego, la motivación y el respeto, no desde el castigo o el miedo a equivocarse", concluye este especialista en conducta animal.

Los beneficios que este tipo de aprendizaje le aporta a los perros (y, por ende, a los dueños), son múltiples: mejoran la confianza y el vínculo con el tutor, reduce conductas problemáticas derivadas del aburrimiento o la ansiedad, estimula cognitivamente al perro y previene deterioro en perros mayores y favorece la toma de decisiones y la autoestima del animal. Sin embargo, para que sea completamente eficaz, tiene que contar con la completa colaboración del propietario de la mascota, que debe aprender a observar, interpretar y respetar el lenguaje de su can.