Alejandro Echevarría, la sabiduría tranquila, el sosiego irrompible

  • El presidente de honor de Mediaset España lleva "en la sangre" la pasión por la comunicación

  • Alechu se forjó en la bondad, la solidaridad, el trabajo, la familia y la amistad

  • "El peor enemigo que puede tener un editor de un medio de comunicación son los políticos", apunta

Se va, pero se queda, porque formará ya para siempre parte de nosotros, o quizá sea mejor decir que nosotros somos parte integrante de él. Alechu (es como nos gusta llamarle, como le llama todo el mundo) llegó a Telecinco con la primavera de un año de buen vino, el 96. Fue un visionario: hoy son tiempos de alianzas empresariales pero por aquel entonces… Y lo hizo, consiguió que el Grupo Correo se integrara en Gestevisión Telecinco, formalizó su presidencia y se echó a la mar en un océano de cielos cambiantes, como en la Epístola de Horacio: “Caelum non animun mutant qui trans mare currunt Caelum non animun mutant qui trans mare currunt(cambia de cielo, no de ánimo, quien cruza el mar)".

La pasión por la comunicación de Alejandro Echevarría (Bilbao, 1942) parecía venir de nacimiento, por ello supo desde muy joven que inevitablemente sería empresario de este sector, estaba destinado a ello: “Sí, sí - me confiesa en el inicio de esta charla-, porque lo llevaba en la sangre. Esas cosas se heredan, mi bisabuelo fundó un periódico, mi padre lo desarrolló y luego yo me dediqué en cuerpo y alma a ello, hasta que llegó Telecinco, que ha sido el gran amor empresarial de mi vida”.

En este comienzo de conversación se estimula la memoria, Alechu cuentas sus vivencias de aquellos años atrás, cuando se incorporó a la gestión de la prensa regional, como si quisiera revivirlas, volver a repetirlas: “La verdad era que había solo un grupo empresarial que estaba desarrollándose con las ideas y novedades empresariales del momento, era el Grupo Prisa, y el resto eran antiguos terratenientes simplemente para utilizar el periódico como medio de influencia, nada más. El proyecto empresarial de Polanco fue el que nos estimuló a los que queríamos hacer algo más que periódicos decimonónicos, en él nos fijamos mi primo José Bergareche y yo y un equipo directivo que fuimos incorporando poco a poco que venían fundamentalmente de Deusto. Ese fue el cambio más importante que hubo en la prensa de España, coincidiendo con aquel periódico moderno y pionero que fue El País. El proyecto era el de crear una red de prensa regional que estuviese bien gestionada y organizada para tener un papel importante en el mundo de los medios de comunicación”.

La llegada a Telecinco

Los 90 fueron años en los que su energía no conocía el desmayo y a mitad de la década empujó a aquel grupo regional al inquilinaje de lo audiovisual. Comenzaba una gran aventura, hacer televisión con quien tenía demostrada experiencia en la televisión, y puso proa y rumbo a Gestevisión Telecinco como si recitara los versos iniciales de un magistral poema de Ángel González: “…para que mi ser pese sobre el suelo, fueron necesarios un ancho espacio y un largo tiempo…”: “Yo tenía bien clara la idea -señala- porque el nivel de bofetadas y golpes que se estaban dando en toda Europa diversos grupos regionales que querían poner un pie en el mundo de la tele fue tremendo. Entonces la verdad que de todas las alternativas que se nos presentaban, la que mejor nos encajaba desde el punto de vista empresarial era Gestevisión Telecinco, y fue coincidir con Maurizio Carlotti, que fue el motor de la otra parte, y fraguar el acuerdo. Entonces Gestevisión tenía todavía la duda de si vender y abandonar España o aliarse con alguien, entonces tuvieron a bien apostar por nosotros, se lo creyeron de verdad, sobre todo Marina Berlusconi, que fue quien llevó el peso de las conversaciones. Para mí fue la culminación de un sueño, estar en el mundo audiovisual; eran al mismo tiempo un reto y un atractivo tremendo desde el punto de vista del riesgo. Para nosotros era emprender una cosa radicalmente distinta a lo que estábamos haciendo y lo bueno fue saber que acertamos al descansar y apoyarnos en los verdaderos conocedores del sector. Se unieron por tanto dos voluntades: la necesidad de expansión del Grupo Correo y la de Gestevisión Telecinco de resolver sus dudas y afianzar su futuro en España”.

Decía la actriz Bette Davis que “la clave de la vida es aceptar los desafíos”.

Doy cabida en la conversación a José María Bergareche: “A Alechu le conozco desde que nací. Como bien sabes somos primos y siempre le respeté mucho por ser el mayor, luego tuve la suerte de que trabajáramos juntos. Lo primero que quisiera reseñar es que es una buena persona con grandes virtudes. Algunas de ellas le han servido para triunfar en su vida profesional. La primera de ellas, su gran capacidad para entender el mundo de la comunicación. La segunda es su tenacidad; Alechu es una persona incansable. La tercera es que es muy metódico y eso le ha ayudado mucho a la hora de gestionar equipos. En la época en la que estábamos en El Correo, todos los viernes repasaba su cuaderno y actualizaba las tareas de cada uno de los miembros del equipo de dirección, a veces hacíamos gracias con esto pero a él no se le pasaba nada. Y humanamente es inigualable. Una persona fantástica”.

Alechu se forjó en la bondad, la solidaridad, el trabajo, la familia y la amistad. Casi tres años después de su llegada a la presidencia se encontró con un nuevo consejero delegado, Paolo Vasile; juntos hicieron un largo y fructuoso camino y vivieron todo aquello que se puede vivir: la transformación de una cadena en un conglomerado de canales y más tarde la construcción de un grupo de comunicación, el primero del país y uno de los más respetados de Europa. Le pido que me cuente cómo ha sido todo este tiempo al lado de Paolo: “Soy experto en muchísimas cosas de las que apenas sé nada, pero, sobre todo, y después de 23 años juntos, tengo un gran conocimiento sobre Paolo Vasile. Durante este tiempo, he disfrutado de sus cualidades profesionales y personales. Es, indudablemente, el mejor conocedor del sector audiovisual y de la televisión en abierto en particular, como lo ha demostrado a lo largo de estos últimos años. Es muy poco conocido en su condición humana, lo que a veces ha hecho equivocarse mucho a sus críticos. Es tremendamente familiar, a pesar de la distancia semanal que por razones de trabajo tiene con su familia en Roma. Su norte, por encima de todo, está en la empresa que dirige, a la que se dedica en cuerpo y alma y a la que defenderá siempre a pesar de las circunstancias negativas que puedan surgir. Como defenderá a su equipo hasta el final.

A pesar de nuestras diferencias de carácter, nos hemos complementado mucho porque hemos sido muy honestos en nuestra relación. He admirado en él su dedicación, sus conocimientos del ser humano y su idea clara de los objetivos profesionales, y hemos compensado las diferencias de criterio con diálogo y conversación.

Guardaré toda mi vida los recuerdos y experiencias profesionales y personales que he vivido con él porque, en resumen, es maravilloso".

Llamo a Paolo para que también él contribuya a colorear este lienzo: "Alechu es un hombre bueno. Alechu es un hombre generoso. Alechu es un hombre que a los problemas les asocia la paciencia para resolverlos, y los resuelve. Alechu es el único gran mediador transparente que he conocido: nunca miente para llegar a un acuerdo, y lo alcanza respetando a todos y respetando todas las posiciones.

Es familia y trabajo, trabajo y familia, y yo tengo la suerte de estar en las dos categorías”.

Dice el Eclesiastés que hay un tiempo para cada cosa. Alechu anduvo al frente del primer grupo regional de prensa de España y luego en el primer grupo de comunicación del país, en ambas empresas dejó la huella de un sosiego irrompible, de una sabiduría tranquila y afilada. Le pregunto de qué manera ha llevado durante este largo tiempo tanta responsabilidad: “Déjame que te diga que el peor enemigo que puede tener un editor de un medio de comunicación son los políticos, no existen amigos entre el mundo de la comunicación y la política. Como hemos comentado, llevo más de 45 años en el sector de la comunicación y he vivido todo tipo de experiencias con respecto a las relaciones entre medios y política, que son claramente antagónicos, y por tanto muy complicadas. Los medios intentan preservar su independencia y los políticos influir en ellos conscientes de su relevancia. Y ese tira y afloja no hay quien lo cambie. Mira, hubo momentos en los cuales nosotros teníamos 10 periódicos: en 2 nos hizo boicot el PP, en otro el PNV y en otro el PSOE. Lo importante es, pues, mantenerse firmes en la independencia porque es lo mejor para tu empresa y para el mercado porque el tema político puede ser un auténtico tormento.

Recuerdo llamadas de algunos políticos quejándose del contenido de Crónicas Marcianas. A este propósito recuerdo otro momento vivido con Paolo en el que, en el transcurso de una cena con un secretario de Estado de Comunicación que se quejaba amargamente de este programa y nos soltó una retahíla de reproches acerca de sus contenidos, a renglón seguido nos pidió que lo retirásemos de la parrilla de programación. Paolo y yo nos miramos y le respondí: “Nos parece muy bien, pero luego nos dejáis hacer la lista del Gobierno”. Y ahí se acabó la historia (sonríe mientras me lo cuenta). Para mí las broncas pasaron de ser locales a nacionales. He admirado siempre a Paolo porque ha sabido resistir como un jabato y mantener una línea de independencia total, y por saber conducir a este grupo con un pulso y un magisterio envidiables. Siempre nos ha unido una enorme complicidad”.

“Por otro lado, ya no se respira aquella ilusión del estallido mediático que significaron la Transición y la llegada de la democracia. Hoy en la sociedad se percibe una cierta fatiga, pero no creo que sea culpa de los medios. Veo más una cierta erosión de los valores que la sostienen, como la honestidad, el trabajo, la ética, la confianza… Lo único que vale ahora es el éxito inmediato, sin esfuerzo de por medio”.

La salida a Bolsa y los nuevos tiempos

La comunicación no se deja gobernar fácilmente en ninguna de sus múltiples esferas, en la que siempre sucede aquello que le atribuían a Benedetti -pero que, según escribió Juan Cruz, le pertenece al escritor ecuatoriano Jorge Adoum-: “Cuando teníamos las respuestas nos cambiaron las preguntas”. En este punto de la conversación llegamos al momento más feliz de su presidencia: “Indudablemente fue aquel día maravilloso de la salida a Bolsa. El resumen de la gestión de una empresa. El súmmum en aquel momento era estar en Bolsa, ser transparente, cambiar los métodos y los sistemas… Y pegar el martillazo en la campana de la Bolsa hizo que se me saltaran las lágrimas. Fue una emoción colectiva”.

Decía Steve Jobs que “la única manera de hacer un gran trabajo es amar lo que se hace. Si no has encontrado todavía algo que ames, sigue buscando. No te conformes. Al igual que los asuntos del corazón, serás consciente de ello cuando lo encuentres”.

Han empezado a sonar músicas nuevas, la aparición de nuevas plataformas de pago auspiciadas por grandes grupos, la irrupción de los gigantes tecnológicos ha ido estableciendo una nueva economía de la atención, como señala Bruno Patino en su ensayo “La civilización de la memoria del pez” (Alianza 2021) y apostilló Tristán Harris, responsable de ética de Google en The Economist, “que el verdadero objetivo de los gigantes tecnológicos es buscar la dependencia de la gente”. En una Junta de Accionistas reciente le escuché al presidente una acertada crítica sobre la desigualdad en las reglas que rigen este mercado. Le pregunto si lo recuerda: “Perfectamente -subraya-. La pelea más importante que tuve cuando fui presidente de UTECA (Asociación de Televisiones Comerciales) fue conseguir que la regulación televisiva fuese más racional. Se alcanzaron bastantes cosas pero no todas por las que luchábamos y seguimos ahí con esa discriminación de las televisiones generalistas y en abierto frente a las plataformas de pago y otros sistemas de difusión que tienen toda la libertad mientras que nosotros no. Esto es un problema, como siempre, de lobbys de las empresas de tecnología y telefonía, que son muy poderosos en todo el mundo. Albergo la esperanza de que algún día se conseguirán algunas de esas cosas por las que hemos peleado porque son de sentido común. Me gustaría reseñar que sí hubo una persona, la exvicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, que apoyó en todo lo que pudo a pesar de sus diferencias con algunos de sus compañeros del Gobierno de entonces”.

Proseguimos la conversación llegando a la conclusión de que tanto él como Paolo saben que la mejor tecnología la llevamos incorporada: la de la escucha y la atención; saber interpretar cada día al público que con su mando a distancia envía mensajes rotundos sobre aquello que espera de la televisión. Ese gesto de atención, de aproximación a la gente, es arterial para la buena salud del negocio.

Alechu camina con su memoria y su experiencia a cuestas, esa que se construye con la distancia de lo cercano. Ahora, en este momento en el que el tiempo no pasa, huye, ha decidido establecer su legado (por convicción de su hijo, también Alechu) en una fundación que lleva su nombre. Le pido que me cuente cómo encara este nuevo proyecto: “Como bien dices es mi legado. Lo he hecho con mucha ilusión y poco dinero, y con la ayuda de Abanca. Creo que era necesario que hubiera una fundación que contribuyera a la defensa de la profesionalidad, del rigor e independencia de los medios. Esto no ha hecho más que empezar porque tengo un patronato espectacular que me va a ayudar a robustecer el proyecto. Vamos a colaborar con otras asociaciones profesionales y sobre todo a dedicar gran parte de nuestros esfuerzos a la formación”.

Recientemente se han entregado en Bilbao los primeros premios que ha concedido la fundación. Entre los premiados andaba uno de los comunicadores con mayor credibilidad de España, Iñaki Gabilondo, que en sus palabras de agradecimiento habló de lo perdurable: “En el cielo las estrellas, en la tierra los faros, como señales necesarias para el rumbo de la navegación”. Iñaki se refirió a mi invitado de hoy como uno de esos faros de referencia. Le llamo y le pido que me redondee su percepción de Alechu: “Como los sabios de verdad, supo desde muy joven que el presente está muy bien pero que se acaba enseguida. Y rompió a hacer cosas que duraran. Protegido así del mal de nuestro tiempo, el cortoplacismo, que achata las miradas y abarata los juicios, se hizo innovador profesional”.

Recorriendo La Rioja

En el año 2013, un grupo de amigos, auspiciados por Agustín Santolaya, nos dimos cita en el Barrio de la Estación de Haro, en la Bodega Roda, y constituimos un grupo al que llamamos con mucha coña “el Comando Rioja”, una escueta cofradía dedicada a recorrer ese paradisíaco valle alrededor de mesas, manteles, viandas y vinos. Durante más de un lustro, una vez por año, anduvimos por Cvne, Altún, Contino, Marqués de Murrieta, Remelluri, un txoko muy acogedor en Lekeitio (Vizcaya) y hasta un día asaltamos la hospitalidad de los Santolaya en Villamediana para probar la sabrosa cocina riojana de Agustín. En nuestras reuniones el vino tenía un protagonismo central, irradiando felicidad en la mesa, en la conversación, en la preparación y hasta en las despedidas, en las que nos conjurábamos para el año siguiente. Todo se sostenía en el vino, la amistad y la palabra. Localizo a uno de los miembros de esta grey de correcaminos, el productor de televisión Salva Rodríguez: “La verdad es que solo encuentro una definición para Alechu: es un verdadero caballero. En los tiempos que corren desgraciadamente no abundan las personas que cumplan los requisitos para poder llevar esa distinción, pero en una imaginaria tabla redonda de hermanos de sobremesa que disfrutamos compartiendo un buen vino y que apreciamos una buena compañía, una buena conversación y a un buen anfitrión, Alechu sería nuestro Lancelot. Doy las gracias por haber disfrutado de nuestras andanzas buscando el grial que aunaba gastronomía y enología, que a mi parecer encontramos en una maravillosa comida que Alechu organizó en la bodega terroir de Bodegas Contino en Laserna bajo la vigilancia de San Gregorio, santo protector de los viñedos. Alechu Echevarría, un caballero por el que juré devoción eterna y al que seguiré ciegamente allá dónde decida que este tropel de amantes de un buen vino y una buena sobremesa deba de aventurarse”.

Es el turno de Agustín: “He tenido la suerte de conocer a Alechu como un miembro más del Comando Rioja. Un grupo de buenos comedores y bebedores que íbamos diseccionando la región en pequeños viajes, rodeados de grandes vinos y la gastronomía más arraigada. Inteligencia, experiencia, saber estar y bonhomía coinciden en Alechu, siempre acompañado por su mujer, Alicia, en estas reuniones.

Los tiempos de pandemia han vaciado las agendas de citas tan agradables, en las que fluían los temas más diversos, con comodines que nunca fallaban: gastronomía, vinos y la vida per se. Reconfortantes encuentros en los que hablábamos sin prisa y sin guion, dentro de un paisaje bello, con excelentes productos de la tierra y siempre buenos y abundantes vinos para regar la buena compañía. Tándem perfecto para avanzar juntos: vino y palabras, que se unen en Alechu”.

Mi invitado de hoy, mi presidente, quiere despedirse lleno de gratitud por haber sido depositario del mandato de contar, de comunicar, que ineludiblemente tuvo y tiene que seguir cumpliendo, como si quisiera que se le ensancharan tanto el pasado como el futuro para seguir agradeciéndolo. Pero antes de irnos saco a colación su participación en el Consejo de Administración de las Bodegas CVNE, su estrecha relación con el mundo del vino. Le pregunto cómo le sienta esta actividad: “De cine. Es para mí el consejo más divertido y entretenido, el más apetecible de los que he tenido porque lo disfruto mucho, aunque donde más he disfrutado en mi vida ha sido en Mediaset, en donde (y se ríe) he hecho proselitismo entre los directivos y consejeros con los vinos de esta bodega… Unas cuantas botellas sí nos hemos bebido en comidas y cenas de empresa (dice con socarronería)”.

Justamente el vino que nos acompaña es de una bodega del grupo Contino, un Viña del Olivo 2018. Para mejor saber llamo a Víctor Urrutia, consejero delegado de CVNE: “Viñedos del Contino nació en 1973, siendo el primer “chateaux” de La Rioja. Se trata de una antigua casa solariega situada en Laserna, en un meandro del río Ebro rodeada por 62 hectáreas de viñas de las que se elaboran todos los vinos de la bodega”.

“Cuenta con un microclima específico con viñedos de diferentes suelos y variedades, y una dedicación a la viticultura para alcanzar la mejor calidad posible que el terreno puede ofrecer. Los vinos de Contino son de marcada personalidad y refleja la procedencia única de Contino”.

Con “Viña del Olivo” pretendemos mostrar la máxima expresión del terruño del Contino”, nos explica Jorge Navascués, enólogo de Viñedos del Contino que se suma de improviso en la charla.

“Es un vino mineral, elegante y equilibrado, con notas florales y una gran amabilidad tánica; un vino de guarda”.

“El viñedo es de suelo de arcilla calcárea, plantado en el año 1980, con exposición sur, y de fertilización orgánica y sin uso de herbicidas. El tiempo de crianza del vino depende de las condiciones de cada añada, con lo cual “Viña del Olivo” no cuenta con indicación de crianza en su etiqueta. Para la añada 2018 el vino tuvo una crianza durante 16 meses en barricas de roble francés y americano, y 3 meses en tinas de madera”.

Se acabó, el reloj marca la hora de un nuevo compromiso al que ha de atender Alechu. Le digo, haciendo mías las palabras del cantautor valenciano Joan Baptista Humet: “Está de más decir adiós, porque no hay despedidas, va la vida alimentándonos de encuentros”.

Repican nuestras copas y reproduzco un brindis de un reciente almuerzo que mantuvimos con él: ¡Ayer, hoy y siempre, Alechu!

Palabra de Vino.