Entrevistas

Irene de Torres García, doctora: "Hay una explicación a que no quieras que nadie coja a tu bebé"

Irene de Torres
La autora, en una foto cedida por la editorial. CEDIDA
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Tal y como explica la ciencia, las madres seguimos siendo biológicamente iguales a lo largo de los siglos. Obviamente, la sociedad evoluciona y también lo hace con ella la maternidad. De hecho, es en este siglo donde más se están escuchando y estudiando todas las etapas de la maternidad, desde la gestación hasta el parto y el postparto, el gran olvidado. Gracias a esas investigaciones, la ciencia ha probado que el cerebro de la madre cambia desde el mismo embarazo y sigue evolucionando a lo largo de los nueve meses, para acabar asentando todos esos cambios en la crianza.

Así lo explica a Informativos Telecinco, Irene de Torres García, médica especialista en Medicina Física y Rehabi­litación con amplia experiencia laboral en el campo de la Neurorrehabilitación y autora del libro 'El cerebro de la madre: los cambios encefálicos de la mujer al tener un bebé' (Editorial Aguilar): "Desde hace más de cien años, se sabe que las hormonas coordinan la neuroplasticidad durante períodos sensibles del desarrollo, como ocurre en los primeros años de la vida y la adolescencia. Las fluctuaciones hormonales durante el embarazo superan las de cualquier otro evento neuroendocrino en la trayectoria vital de un humano, aunque la conducta materna es un constructo multifactorial que no depende exclusivamente de la estimulación hormonal. En la última década, los estudios de resonancia magnética han demostrado consistentemente que el cerebro de las mujeres sufre cambios neuroanatómicos sustanciales durante el embarazo y el período posparto, modulados por estos picos hormonales. Los trabajos con roedores indican que las hormonas del embarazo preparan un circuito neuronal conocido como "materno", lo que facilita la aparición de la conducta de cuidado".

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Así también lo aseguraba un estudio liderado por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), publicado en la revista 'Nature Communications', que evidenció que el 94% de la materia gris del cerebro de las madres, especialmente en zonas vinculadas en la cognición social, se modificaba durante y después del embarazo como resultado de cambios hormonales propios de la gestación. Y estos cambios se mantiene, por lo menos, hasta dos años más tarde después del parto.

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La función de los cambios en el cerebro de la madre

Los cambios en el cerebro de la madres son progresivos y abruptos a la vez porque, por ejemplo, a partir del parto se da una enorme subida de hormonas que prepara a la mujer para lo que ha de llegar. ¿De qué cambios estamos hablando? Pues bien, la autora señala que la llegada de un recién nacido conlleva un conjunto de adaptaciones conductuales en las madres dirigidas a garantizar el bienestar de la descendencia, es decir, que cambie la capacidad neuroplástica del sistema nervioso para transformarse de forma adaptativa en respuesta a demandas fisiológicas y ambientales. Vamos, que tu hijo ha venido al mundo, entre otras cosas, para promover una metamorfosis en ti". Además, la repetición de los cuidados hace que se refuercen estas conexiones, lo que permitirá mantener el cerebro materno mucho tiempo después de la gran influencia hormonal oxitocínica del parto y la lactancia.

Ella lo explica como que ese cerebro se vuelve adicto al cuidado de la descendencia. ¿No te ha pasado que cuando te permites los primeros tiempos de autocuidado alejada de tu bebé, te acuerdas muchísimo de él? ¿O que antes de ser madre apenas te interesaban los temas de bebés pero al serlo sientes una fuerte conexión e interés por todo lo relacionado con ello? Tiene una explicación:

"La red motivacional maternal tiene una peculiaridad, y es que no baja por saciedad como podría pasar con otros estímulos o adicciones, la madre mantiene su avidez por cuidar, aunque acabe de atender a su prole. Esto se ha visto dramáticamente, hasta un punto casi hilarante, en ensayos con ratas a las que una vez se hubo activado su cerebro materno, se les colocó en una jaula en la que podían obtener una cría (no propia) cada vez que activaban una palanca. Hubo ratas en estas circunstancias que llegaron a acumular cientos de crías, 648 la más motivada, en tres horas trabajando, ¡y en su primer día posparto! Una cría cada 15 segundos, el tiempo que tardaba en acomodarlas en el nido, caminando cientos de metros con las crías en la boca hasta que los investigadores pararon el experimento".

Por tanto, en esta explosión de hormonas con las que la madre no sabe muy bien qué hacer, es importante el sostén y la comprensión del entorno. De ahí el consejo de la experta en la materia: "Además de colaborar en el cuidado del bebé, la pareja y el entorno estarán ayudando mucho haciendo lo necesario para que la madre se sienta atendida, amada, mirada, comprendida, apoyada, mimada y segura. Porque desde esas sensaciones sabrá darle al bebé lo que éste necesita".

El síntoma más común del postparto: ¿por qué no quiero que nadie coja a mi bebé?

Para entender los síntomas del postparto, hay que mirar qué ocurre en el cerebro de la madre en ese momento tan crucial. Después del parto, todas las hormonas derivadas de la placenta caen en picado en el sistema circulatorio, incluyendo progesterona, estradiol y hormona liberadora de corticotropina placentaria. Además, los niveles de oxitocina y prolactina también caen gradualmente durante los primeros meses del período posparto, pero su producción sigue siendo estimulada por la lactancia y el contacto de las madres con sus hijos. Cuando el circuito materno se ha activado, el comportamiento de cuidado se mantiene y se adapta a través de información sensorial procedente del contacto con el bebé.

Uno de los síntomas más comunes (y que hacen sentir a muchas madres culpables) es el hecho de no querer que nadie coja al bebé. ¿Por qué ocurre esto? "Hay una explicación: en pleno posparto (y periodo inicial de crianza) la mujer tiene facilitado el estado de alerta para defender a sus crías ya que es un periodo vital de vulnerabilidad y siente una gran necesidad interna de proteger y ser protegida. Es bueno que la madre y su entorno conozcan esta realidad para comprenderse en algunas actitudes, reacciones y emociones vividas, las cuales tienen una utilidad clara, pero al ser novedad también hay que irlas acomodando poco a poco. Estos cambios comportamentales en la madre tienen su reflejo en la anatomía cerebral y ya se pueden ver mediante técnicas de neuroimagen funcional y estructural. Se han publicado estudios científicos que hablan de cambios diferenciales años después de haber dado a luz", añade.

Para que esto se pueda entender e integrar, es muy importante -así lo señalan muchas expertas en maternidad- crear una red de apoyo. Compartir la experiencia en grupos de maternidad o lactancia es uno de los primeros consejos, sobre todo, para madres primerizas. "Ellas entenderán cómo te sientes y con ellas podrás expresarlo tal cual, para relativizarlo en sana compañía, transitarlo y navegarlo sintiendo que vas a llegar a buen puerto. No ignores tus emociones incómodas, te están diciendo algo, son el aviso de que hay algún asunto sin atender, si sabemos escucharlas tomaremos decisiones más respetuosas con nuestra esencia y eso nos ayudará a fluir, incluso a sentir un cierto desbloqueo mental".