España, asolada por catástrofes medioambientales: la falta de recursos públicos queda al descubierto
La queja común ante la últimas catástrofes: la erupción de La Palma, el fenómeno Filomena y la DANA ponen en la diana la falta de inversión pública
Última hora de los incendios en España: la amenaza del fuego llega al corazón de los Picos de Europa
Grandes nevadas, como Filomena, la DANA y ahora los incendios que asolan a la mitad de España han dejado al descubierto nuestras carencias materiales para enfrentar las catástrofes naturales. Los ciudadanos afectados se quejan del abandono de las administraciones, mientras líderes autonómicos y del Gobierno central se echan las culpas.
Las escenas de grupos de vecinos luchando contra las llamas con cubos y azadas las estamos viendo desde hace días en Galicia y Castilla y León, donde la gente sola se enfrenta la fuego para defender sus casas y sus animales. Estos son los ciudadanos que levantan la voz contra la inercia de las administraciones que tras años de privatizaciones y escasa inversión tratan de ocultarse entre acusaciones mutuas.
La queja común ante la falta de ayudas públicas: "¡Aquí no hemos tenido ayuda ninguna!"
En La Palma siguen sin las ayudas prometidas después de que tuvieran que sacar las cenizas de los tejados de sus casas cuando un volcán puso patas arriba la isla; en Madrid, los vecinos ya mostraban su descontentos porque las calles secundarias estaban intransitables por la nieve una semana después del fenómeno de Filomena; más recientemente, tras el paso de la DANA, ante la falta de recursos públicos, las quejas llenaron los informativos y los medios cuando cientos de afectados se lamentaban de "los militares no han venido a ayudar ¿Dónde están todas estas gente?". "¡Aquí no hemos tenido ayuda ninguna!".
Las últimas catástrofes naturales han puesto en la diana la escasa inversión pública para enfrentar las consecuencia del cambio climático con fenómenos extremos que tendrán que provocarán situaciones humanitarias cada vez más graves. Las voces de los ciudadanos siguen retumbando, mientras los políticos se culpan unos a otros: "Es impotencia, es que es impotencia".