Kick no quiere más casos Graven y expulsa a los españoles Simón Pérez y Silvia Charro de su plataforma
Los 'streamers' españoles Simón Pérez y Silvia Charro compartían contenidos similares a los del fallecido Raphaël Graven
Muere un influencer francés en directo mientras dormía: sus seguidores intentaron despertarle
Los 'streamers' españoles Simón Pérez y Silvia Charro han sido expulsados de la plataforma de video en directo Kick por incumplir sus normas internas, confirmó este miércoles la empresa a EFE, aunque evitó pronunciarse sobre las circunstancias concretas del caso.
"Si ya no están en nuestra plataforma y no se han ido por voluntad propia, puede concluir que hemos tomado medidas por incumplimiento de nuestras Normas de la comunidad o Términos de servicio", dijo a EFE un portavoz de la compañía, con sede en Melbourne, Victoria (sur de Australia).
Consumo de sustancias y comportamientos autodestructivos
La empresa subrayó que no ofrece detalles sobre acciones específicas contra cuentas individuales, pero precisó que establecen "de forma muy clara" sus directrices comunitarias y términos de servicio y añadió que los creadores "deben atenerse a todas las leyes y regulaciones de su país".
También señalaron que las suspensiones que imponen pueden ser temporales o permanentes y que los usuarios pueden contactar con el servicio de soporte con el fin de entender la situación de sus cuentas.
Aunque la empresa no precisó qué leyes habrían incumplido, Simón Pérez y Silvia Charro son conocidos por su participación en contenidos de 'streaming' que incluyen consumo de sustancias y comportamientos autodestructivos.
Su notoriedad comenzó en 2017 con un video en el que, aparentemente bajo los efectos de drogas, discutían sobre hipotecas a tipo fijo. Este incidente les costó sus empleos y les generó una gran exposición mediática.
Posteriormente, intentaron retomar su actividad en plataformas como YouTube y más recientemente en Kick, bajo el que emitían en el canal conocido como SS Conexión, y donde pedían dinero a cambio de realizar pruebas, en algunos casos peligrosas, solicitadas por los usuarios.
Su cuenta ya había estado suspendida durante dos semanas a principios de agosto por enseñar datos privados de un usuario en pantalla, según explicaron los propios 'streamers'.
Pérez y Charro señalaron durante el fin de semana en Youtube que la única causa por la que creen que han sido expulsados de Kick habría sido la muerte del 'streamer' francés Raphaël Graven, lo que habría obligado a la empresa australiana a controlar más su contenido y reglas de moderación.
Muerte de Raphaël Graven, conocido en línea como Jean Pormanove
El 'streamer' francés Raphaël Graven, conocido en línea como Jean Pormanove o JP, falleció el pasado 18 de agosto durante una transmisión en vivo en la plataforma Kick, tras un directo de más de 12 días.
Durante este tiempo, Graven fue sometido a actos de humillación y abuso por parte de otros participantes, todo transmitido en directo para el entretenimiento de los espectadores.
Aunque la autopsia descartó la intervención de terceros, las autoridades francesas continúan investigando las causas de su muerte, que podrían estar relacionadas con factores médicos o toxicológicos .
¿Qué es Kick?
Esta noticia puso el foco en la compañía, con sede en Melbourne, Victoria (sur de Australia), y que fue lanzada a finales de 2022 con financiación de multimillonarios australianos detrás del sitio de apuestas con criptomonedas Stake.com.
Su objetivo era competir con el gigante del ‘streaming’ Twitch -actualmente número uno en el sector-, prometiendo una menor moderación de contenido y comisiones más bajas para los creadores.
Esta laxitud se tradujo desde entonces en la permisión de expresiones racistas y homófobas, expansión de contenido de extrema derecha, apuestas, y también en el consumo de drogas o autolesión e humillaciones.
La batalla por el ‘clic’
Las plataformas de transmisión en directo funcionan a través de un modelo en el que los creadores emiten contenido en tiempo real mientras los espectadores pueden interactuar mediante chats, donaciones y suscripciones. El atractivo radica en la inmediatez y en la sensación de cercanía entre el creador y su audiencia, lo que ha impulsado a millones de usuarios en todo el mundo a su consumo.
Tanto en Kick como en Twitch, la monetización se sustenta principalmente en las suscripciones mensuales, que ofrecen ventajas a los seguidores, las donaciones directas durante las transmisiones y, en algunos casos, la publicidad.
A diferencia de otros servicios de vídeo bajo demanda, los ingresos de los ‘streamers’ dependen en gran medida de la interacción con sus audiencias, lo que genera una competencia feroz por atraer y retener espectadores y lleva a contenidos extremos para destacar entre miles de retransmisiones simultáneas.
Este era el caso de Graven, que alcanzó notoriedad en Kick por someterse a intensas sesiones de humillación y abuso físico en directo, ante miles de espectadores.
Cambio en sus directrices
Aunque el caso de Graven y el de los dos creadores españoles no están directamente relacionados, algunos usuarios interpretan la expulsión de Pérez y Charro como un intento de la plataforma de endurecer su política de moderación.
En su web, la compañía prohíbe de forma explícita una serie de conductas consideradas ilegales, ofensivas o peligrosas. Entre ellas se incluyen estafas, contenido sexual de menores, materiales de abuso infantil, contenido sexual explícito sin advertencia de edad (18+) y contenido sexual no consentido.
También prohíbe en teoría las expresiones de odio, doxxing (acción de buscar y publicar información privada o sobre la identidad de una persona en internet, generalmente con intención de causarle daño), intimidación, discursos racistas u homófobos, violencia excesiva, conductas peligrosas o ilegales como el hacking o la estafa, así como la explotación de contenido sin derechos.
De no cumplirse con estas normativas, la empresa establece suspensiones temporales, indefinidas, y expulsiones permanentes.
Además, Kick cuenta únicamente con sistemas muy básicos de limitación de contenido no apropiado para menores, en el que el espectador debe responder si es o no mayor de edad.
La existencia de Kick llama la atención en el país austral, que ha dado pasos pioneros en la restricción del espacio digital y donde a finales de año entrará en vigor una ley para vetar a los menores de 16 en las redes sociales.