La desesperación y las lágrimas de una pareja que vive en un garaje tras un año con su casa okupada: “Nos está matando, no podemos más”
‘El Tiempo Justo’ entrevista a María y Fulgencio, de Alhama de Murcia, que no pueden recuperar su vivienda tras alquilar una habitación por tres días
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Lo que comenzó como un alquiler temporal se ha convertido en un calvario por un okupa. María y Fulgencio, un matrimonio de Alhama de Murcia, llevan un año viviendo en el garaje de su propia casa después de que un inquilino al que alquilaron una habitación por tres días se negara a marcharse y acabara apropiándose de la vivienda.
Durante la conexión en directo con ‘El Tiempo Justo’, María rompió a llorar desde el primer minuto al relatar la situación que atraviesa:
“Estamos viviendo un infierno, horrible, horrible. Psicológicamente no me encuentro bien. A mis 64 años, después de toda una vida trabajando para tener una vivienda, ahora tengo que vivir en un garaje”.
La pareja asegura que han sido agredidos por el okupa y que, además de perder su casa, se han visto obligados a tapar puertas con hierro por miedo. “Día a día me está matando. Cuando hace calor me ahogo y cuando llega el frío no puedo soportarlo”, confesaba María ante las cámaras.
De un alquiler turístico… al infierno
Según la pareja, todo comenzó cuando ofrecieron una habitación a través de una página web de alquileres durante tres días a un hombre y a sus dos hijos menores de edad. Tras cumplirse el plazo, el inquilino se negó a marcharse, alegando que tenía derecho a permanecer allí.
“Nos denunció porque no le hacíamos un contrato de arrendamiento, cuando esto no es una casa de alquiler, son habitaciones turísticas”, explica la afectada.
El problema ha tenido consecuencias económicas devastadoras. La pareja se vio obligada a cerrar su negocio de alojamiento turístico por las malas reseñas provocadas por la situación. Además, siguen pagando agua y luz al okupa, con facturas que han llegado a superar los 260 euros al mes.
Un año entero en el garaje
Las cámaras del programa mostraron en directo las duras condiciones en las que viven María y Fulgencio: techos llenos de tuberías, sin ventilación y con calor extremo.
“Mira dónde vivo, esto no es normal. A nuestra edad, después de tanto esfuerzo, estamos en un garaje como si no tuviéramos nada”, denunciaba María entre lágrimas.
