La defensa del acusado de matar a Laia asegura que "acabó con su vida sin saberlo ni quererlo"

  • Afirma que su cliente "no vivía en el mundo real" cuando cometió el crimen

  • Las hermanas del acusado los describen como un maltratador psicológico

  • El abogado de la familia defiende que "sabía perfectamente lo que hacía"

Ha arrancado la vista, con jurado popular, del 'caso Laia', la niña de 13 años agredida sexualmente y asesinada en 2018 por un vecino de sus abuelos. Las primeras en declarar en el juicio han sido las hermanas del acusado, que lo califican como un 'maltratador psicológico', frecuente consumidor de drogas y de alcohol y con frecuentes paranoias, que pensaba constantemente que entraban ladrones en su piso para robarle. Pero la fiscal y la familia de la pequeña creen que el acusado era perfectamente consciente de lo que hacía.

La defensa de Juan Francisco L.O., acusado de asesinar a la niña de 13 años en Vilanova i la Geltrú (Barcelona), han continuado con esa línea de defensa iniciada con las declaraciones de las hermanas, alegando que su cliente estaba "desestabilizado" y "no vivía en el mundo real": "Acabó con la vida de Laia sin saberlo ni quererlo".

Según la fiscalía Juan Francisco metió a Laia en su casa de manera forzosa para agredirla sexualmente y después matarla, asfixiándola con un collar canino y asestándola varias puñaladas con un cuchillo de cocina. Después, escondió el cuerpo de la niña bajo un colchón.

La Fiscalía pide prisión permanente revisable por el crimen, que califica de "salvaje, brutal y cruel", presuntamente perpetrado con alevosía y ensañamiento en un contexto de un delito contra la libertad sexual, y 10 años de cárcel por un delito de agresión sexual a menor de 16 años.

La defensa: "la mató creyendo defenderse de un ladrón"

Pero la defensa de Juan Francisco, que entonces tenía 43 años, quiere mostrar a su cliente como una persona que no controlaba sus actos. Ha afirmado durante el juicio que consumía alcohol y cocaína de forma "crónica", lo que le provocaba "alteraciones" en su capacidad de discernir la realidad, un estado mental que se había agravado por la inminente muerte de su madre y la mala relación con su padre, que lo habría amenazado con expulsarlo de casa.

"No era consciente de lo que ocurría a su alrededor, ni de sus actos. En ese estado, acabó con la vida de Laia", ha señalado la letrada, quien ha aseverado que el día del crimen el acusado, "totalmente hundido", volvió al domicilio de sus padres apurado porque necesitaba ir al baño. Por eso se habría dejado la puerta de casa abierta y Laia, que bajaba del piso de sus abuelos para encontrarse con su padre en el portal, habría entrado por iniciativa propia, de forma que, al salir del baño, el acusado, creyendo que era un ladrón, habría agarrado dos cuchillos y, accediendo a una habitación a oscuras, "redujo al que creía su agresor".

"Así acabó con la vida de Laia, sin saberlo ni quererlo (...) sin saber que era una niña, ni aprovecharse de su vulnerabilidad", ha garantizado la abogada, quien ha negado que el procesado agrediera sexualmente a la menor, por lo que solicita que se lo condene únicamente por un delito de homicidio imprudente.

De acuerdo con la defensa, el acusado "perdió el contacto con la realidad" cuando cometió el crimen, del que "se arrepiente profundamente": "No estaba viviendo en el mundo real y pensaba que estaba en otra situación cuando se produjo la muerte".

La abogada del acusado también ha negado que su cliente tenga "tendencia o gusto por mujeres asiáticas" y ha aducido que si durante las pruebas periciales aparecen páginas web de pornografía china es porque Juan Francisco vivía en dicho país. "Eso no significa que mi representado tenga mayor o menor gusto por chicas asiáticas", ha enfatizado al volver a refutar que Juan Francisco agrediera sexualmente a Laia, nacida en China y adoptada cuando era bebé.

El asesino "sabía perfectamente lo que hacía"

Pero para la fiscalía el acusado "sabía perfectamente lo que hacía" cuando obligó a Laia a entrar en us piso, donde la agredió sexualmente y la asesinó a sangre fría y la llegó a colocar en el cuello un collar canino, antes de esconder su cuerpo bajo un colchón. El abogado Juan Carlos Zayas, que representa a la familia de la menor, ha asegurado que está convencido de que "eso no era la obra de un loco, ni de un pervertido sádico que cause dolor a las víctimas gratuitamente". "Esto es la obra de una persona calculadora que sabía perfectamente lo que estaba haciendo", ha añadido.

Serán los peritos y forenses que encontraron el cuerpo de Laia quienes aporten las pruebas de cómo murió la niña de 13 años y cómo fue agredida sexualmente en las próximas jornadas del juicio.