La contaminación acústica ya es una plaga que afecta a los menores de 35 años: cómo evitarla

  • 9 millones de personas las afectadas por niveles de ruido superiores a 65 decibelios

  • Los ruidos de las obras, sobretodo de los vecinos, las que más nos molestan

  • Un 8 por ciento de los españoles podría tener problemas de audición

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), tras la contaminación atmosférica, la acústica es el factor medioambiental que más daña nuestra salud. Como explica la profesora adjunta del Grado en Óptica, Optometría y Audiología de la Universidad CEU San Pablo Mª Luisa Sánchez Rodríguez, aunque existen factores físicos como el tiempo de exposición, la intensidad, la distribución frecuencial o el tipo de ruido (intermitente o continuo) que influyen en los efectos que el ruido provoca, no son menos importantes los factores psicológicos, como son la sensibilidad de cada individuo y la situación en la que se encuentre (laboral, ocio, estudio, sueño…).

Las recomendaciones de la OMS respecto a los niveles máximos de exposición al ruido (65 dB durante el día y 55 dB en la noche), no siempre se respetan. El Observatorio de la Sostenibilidad en España cifra en cerca de 9 millones de personas las afectadas por niveles de ruido superiores a 65 dB. Otro organismo que alerta sobre este problema es Ecologistas en Acción, cuyo informe muestra que cerca del 40% de los colegios en Madrid soportan niveles superiores a los 60 dB, sobrepasando ampliamente los 40 dB recomendados por la OMS para los centros escolares.

A todo ello hay que añadir la exposición a la que, de manera voluntaria e inconsciente, sometemos a nuestro sistema auditivo. Todos estamos en riesgo, pero los más afectados son los jóvenes. La OMS considera que el 50% de la población mundial, entre los 12 y los 35 años, está en riesgo de sufrir una pérdida auditiva por el uso de reproductores y smartphones y en torno a un 40%, por los elevados niveles de ruido en locales de ocio. ¿Quién no ha escuchado la música, mientras esperamos en un semáforo, del coche parado a nuestro lado, o la que está reproduciendo el móvil de algún joven durante un viaje en metro? La OMS recomienda tiempos máximos de escucha en función de la intensidad del sonido, reduciéndose el tiempo a la mitad por cada 3 dB de aumento.

Como destaca la profesora Mª Luisa Sánchez Rodríguez, claramente “estamos obviando dichas recomendaciones”. El desconocimiento del problema nos ha hecho asumir como normal una exposición de 105 dB en una discoteca, sin tener en cuenta que de manera segura para nuestra salud auditiva solo podemos permanecer en estas condiciones durante unos pocos minutos. De igual manera, la asistencia a conciertos de rock supone una exposición aún mayor habiéndose llegado en algunos casos a los 130 dB.

Todos hemos experimentado una pérdida de audición y acúfenos (ruidos) tras abandonar una discoteca o un concierto. Nuestro oído tiene cierta capacidad de recuperación, si no hay daño irreversible, durante los periodos de silencio. Sin embargo, cuando la exposición al ruido es de intensidad elevada y prolongada en el tiempo, se puede originar una pérdida de audición o hipoacusia irreversible, debido al daño y muerte de las células ciliadas de la cóclea responsables de la audición. Esta pérdida se produce gradualmente, por lo que las personas no son conscientes del daño producido a lo largo de años de exposición hasta que este no se suma a la pérdida auditiva debida al envejecimiento.

La identificación y cuantificación de los riesgos para la salud pública, asociados con la exposición al ruido y la contaminación acústica, es vital para priorizar las políticas e intervenciones que apuntan a disminuir los riesgos y mejorar la salud de la población, como pueden ser el llevar a cabo una correcta planificación urbanística o, el empleo de soluciones técnicas y tecnológicas avanzadas.

Pero, cada uno de nosotros, de manera individual, también puede ayudar a poner freno a esta epidemia de ruido. Y, probablemente, la información, la educación y la concienciación de la población, en general, y de los niños y jóvenes, en particular, deberían ser algunas de las principales medidas a tener en cuenta.

La profesora Sánchez Rodríguez recuerda algunas de las recomendaciones recogidas en el informe “La otra contaminación: ruido y salud en Madrid. Edición especial 2017”, impulsado por el Observatorio de Salud y Medioambiente de DKV Seguros contra el ruido y por la mejora de la calidad sonora:

· Prestar atención a los ruidos que hacemos y respetar el derecho de los vecinos al silencio y a la tranquilidad.

· Utilizar el equipo de música, radio, TV, a un volumen adecuado y no molesto para los vecinos.

· Limitar el volumen de nuestro reproductor personal de música y el tiempo diario de uso para protegernos de la pérdida de audición.

· Evitar lugares de ocio excesivamente ruidosos (conciertos, espectáculos deportivos, o culturales multitudinarios...) o en su caso utilizar protectores auditivos adecuados.

· Solicitar que bajen el volumen de la música cuando la consideremos elevada en lugares públicos: bares, restaurantes, cines, gimnasios...

· No elevar la voz al comunicarnos.

· No practicar conductas ruidosas ni ruidos innecesario en casa, especialmente en horarios nocturnos (empleo de electrodomésticos silenciosos, evitar portazos y golpes, fieltro en las patas de los muebles, etc.)

· Si tenemos perro, enseñarle a no ladrar en la vivienda.

Los ruidos de las obras los que más nos ponen de los nervios

Un 67 por ciento de los españoles odia los ruidos procedentes de las obras de la calle, según el 'I Estudio de cuidado auditivo' realizado por GAES, cuyo objetivo es destacar que en España la contaminación acústica es todavía "una asignatura pendiente". Según ha concluido el estudio, más de 31 millones de personas en España sufre alteraciones en su sistema nervioso al escuchar el ruido de obras de la calle. Asimismo, un 49,5 por ciento de las personas encuestadas ha manifestado que le molestan los ruidos de las obras que proceden de las reformas del vecino. Del mismo modo, un 39 por ciento de los encuestados ha expresado que le incomoda el ruido del tráfico.

El ruido en España también afecta a otros ámbitos, como a la hora de elegir espacios o actividades de ocio, de hecho, según ha afirmado el estudio, un 68,7 por ciento de la población ha reconocido que descarta ir a un restaurante o establecimiento si tiene música excesivamente alta y el 72,3 por ciento considera que hay poca presión en el cumplimiento de la normativa por parte de bares y restaurantes de las leyes existentes en torno al ruido en la calle.

Con respecto al propio cuidado de las personas, desde la compañía han señalado que los españoles no realizan una prevención adecuada de la pérdida auditiva: 1 de cada 4 encuestados no ha acudido nunca a una revisión de oídos y solo un 9,5 por ciento se realiza revisiones periódicamente.

En el informe también se expone que la higiene que se lleva a cabo en España no es la idónea, casi la mitad de los encuestados (46,8%) emplea bastoncillos para los oídos como método de limpieza habitual y un 41,6 por ciento emplea otras herramientas como papel o agua, o visitan al médico para su limpieza. Solo un 11,6 por ciento es consciente de que no es conveniente introducir ningún utensilio en nuestros conductos auditivos. Y es que, según han explicado, además de que la composición plástica de los bastoncillos no es medioambientalmente sostenible, la Universidad de Harvard (EEUU) ha expuesto que el oído no necesita limpieza y que emplear esta técnica puede resultar perjudicial.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un 8 por ciento de los españoles podría tener problemas de audición, lo que representa más de 3 millones de personas y, además, esta cifra puede ir en aumento si no se toman medidas al respecto. Del mismo modo, según el estudio realizado por GAES, solo 1 de cada 10 personas en España se revisa periódicamente el oído.

Mientras que hace unos años la pérdida auditiva se relacionaba con una sobreexposición al ruido en el ambiente laboral, ahora durante los momentos de ocio es cuando existe un mayor riesgo de estar expuestos a un ruido excesivo. Además, con la llegada del buen tiempo la exposición a sonidos fuertes puede incrementarse. Las terrazas de los bares, las discotecas o las fiestas en un domicilio, así como el ruido de las obras y el tráfico, son algunas de las principales fuentes de ruidos más molestas en la época estival, según la OMS.

Los cambios en el estilo de vida también han provocado que la falta de audición aparezca cada vez a edades más tempranas. Se calcula que casi un 50 por ciento de los jóvenes escuchan dispositivos electrónicos con auriculares a niveles superiores a lo recomendado, además de estar expuestos potencialmente al ruido de locales y eventos deportivos.