Familiares y vecinos protestan por la muerte de los dos hombres que se ahogaron en La Línea

  • Denuncian que las autoridades no socorrieron a los dos ahogados ni permitieron que se les ayudase, algo que niega la Policía Nacional y la Guardia Civil

Por la mañana han enterrado a sus muertos. Miguel Ángel, 'el baila', que así se le conocía en la Atunara, pasaba de los cincuenta, Sergio, 'el bola', no había cumplido los veinte. Murieron el lunes ahogados, en un accidente que las autoridades ligan al narcotráfico. Murieron, se añade, a pesar de los esfuerzos de las fuerzas de seguridad para reanimarlos. Pero la versión que corre por la Atunara a voces, es otra. Poco después de las cuatro la entrada al puerto se empieza a llenar de personas y de pancartas. "Basta ya de abusos policiales", dice una. "Queremos justicia, gritan a coro los vecinos". Aquí se niega la mayor.

"¡Que iban con petacas de gasolina!, mentira", grita una mujer

"Aunque las llevaran", añade otra a su lado, "Esas criaturas no debían morir como han muerto".

"Se tenían que haber tirado cuando los estaban viendo ahogándose"

Los familiares, y amigos, varios cientos de personas, hablan de omisión de socorro por parte de las fuerzas policiales.

"La Policía Nacional hizo el rescate como se ve en el video, pero ya era tarde", argumenta otra mujer. "Se tenían que haber tirado cuando los estaban viendo ahogándose", remata.

Mujeres, niños, hombres. Muchos a cara descubierta, otros embozados. La Atunara, un barrio marcado por el narcotráfico se ha echado a la calle. Francisco, un hermano de `el baila´ grita ante las cámaras.

"Los chavales aquí no tienen ilusión, no tienen nada. no tenemos trabajo, tenemos que delinquir o sí, o sí, o sí", dice. "Somos la última mierda de España. ¿Qué queréis, guerra?. ¡Mira cuántos revolucionarios!" Y señala. a los concentrados a su alrededor.

Los gritos suben de volumen. Se llama "asesinas" a las fuerzas de seguridad, que no están presentes en la plaza. La concentración se convierte en manifestación. Unas chicas jóvenes, casi niñas, arrancan camino del Ayuntamiento, encabezando a los congregado, con una pancarta con las fotos de los fallecidos, y en la que puede leerse una petición que parece reconocer sus actividades delictivas: "Privarles de libertad, pero no quitarles la vida".

Primero por las estrechas calles del Tonelero, luego por la amplia avenida que desde la Atunara conduce al centro de la ciudad, avanzan decididos. El primer encuentro con las fuerzas policiales, tiene lugar allí. Los insultan. Los policías aguantan su posición. Cuando el grueso de la gente ha pasado, suben a sus furgonas para adelantarse a proteger otras zonas del posible recorrido.

La tensión sube, alguna piedra vuela hacia los vehículos policiales, pero a diferencia de los altercados vividos desde el lunes, aquí surgen voces para que la marcha transcurra de forma pacífica. Mas o menos se consigue, en gran parte por el temple de las fuerzas de seguridad. En un cruce los manifestantes encuentran un cordón de la Guardia Civil.

"¡Justicia!, ¡justicia!", les gritan. Luego vuelven los insultos. Un cara a cara, que se resuelve, una vez más ,a base de contención policial. Ya sólo queda llegar al Ayuntamiento. Más gritos, más policía. El padre de Sergio, y su hermano se plantan ante el edificio municipal. Las cámaras les apuntan. Con rabia, se dirige a ellas, y acusa.

"Los chavales aquí no tienen ilusión, no tienen nada. no tenemos trabajo, tenemos que delinquir o sí, o sí, o sí"

"Tengo cinco testigos, ya la tengo la denuncia palante, se que ellos, la autoridad, han impedido a personas que rescaten a un niño de 19 años y un hombre de 51. Los dos muertos". Vuelven los insultos, vuelve la petición de `justicia´, vuelven los policías a mantener la calma.

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