La picardía de los catalanes que van a restaurantes de Castellón o Aragón: ¿tienen sentido las restricciones en una sola región?

  • Tras el cierre de la restauración, muchos residentes en Cataluña han recurrido a las comunidades limítrofes para burlar la medida

  • El investigador Arenas lamenta el "comportamiento adolescente" y urge a actuar con responsabilidad sin comparar con otros territorios

  • Almirante, jefe de enfermedades infecciosas del Vall d'Hebron, defiende la coordinación entre comunidades y advierte de que "todo el mundo tiene límites, la gente no tolera restricciones perpetuas"

El concepto del titular, el de la picardía, resume uno de los principales problemas a los que las administraciones deben hacer frente con la adopción de medidas de contención del coronavirus. Un fenómeno que se intensifica cuando cada una aplica diferentes restricciones en diferentes territorios. De hecho, como recoge la cultura popular, 'hecha la ley, hecha la trampa', y muchos ciudadanos buscan alternativas para evitarlas, ajenos a lo crítico de la segunda ola de la pandemia.

Tras el cierre de bares y restaurantes en Cataluña, donde solo pueden servir a domicilio o para llevar desde el pasado viernes 16 de octubre, muchos residentes de la comunidad han acudido las limítrofes para ir de restaurante o pasar el fin de semana. Precisamente, Peñíscola y otras localidades de la Comunidad Valenciana y Aragón han sido el destino de estos catalanes el primer sábado y domingo de nuevas restricciones, incumpliendo así el compromiso al que la Generalitat les había urgido a adoptar: el de evitar desplazamientos innecesarios.

Lo mismo ha sucedido en Alicante, ciudad a la que jóvenes han recurrido para irse de copas por las restricciones en Elche, mientras que el consejero de Salud de Cantabria relaciona el aumento de sus contagios con la llegada de visitantes el pasado puente de El Pilar. Por ello, ¿tiene sentido aplicar medidas en una comunidad o ciudad si luego se incumple con el simple gesto de coger el coche, algo excesivamente fácil para quien vive en su frontera?

¿Síndrome del adolescente o cuestión de necesidad?

Para Àlex Arenas, físico e investigador de la evolución de la pandemia, la de estos y muchos otros ciudadanos es una actitud adolescente. Preguntado por aquellos que viajan para ir de restaurante o los que hacen colas de más de una hora al visitar centros comerciales en masa, el profesor de la Universitat Rovira i Virgili no duda en compararlo con "el padre que pone limitaciones en la vida de su hijo para que su futuro sea mejor y este, adolescente, intenta saltárselas como puede".

El criterio de Arenas le lleva a valorar la situación epidemiológica de Cataluña como un escenario crítico en el que hay que estar a la altura. "Necesitamos una conciencia más adulta que entienda el porqué de las restricciones y confíe en las autoridades: solo así podremos superar esta fase", insiste. En caso contrario, augura restricciones más duras, indeseables por el impacto socioeconómico que supondrían: "No quiero ni pensar en medidas superiores, como aforos aún más limitados o toques de queda, pero serían los siguientes pasos antes de decretar el confinamiento total, pero no hay que llegar ahí", advierte el investigador.

"Necesitamos una conciencia más adulta que entienda el porqué de las restricciones" - À. Arenas

No obstante, la comunidad científica es rica en variedad de interpretaciones y el jefe de enfermedades infecciosas del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, Benito Almirante, aporta la suya. Después de más de dos meses de confinamiento total y de un verano lleno de limitaciones, el epidemiólogo pone de relieve que "no se pueden imponer restricciones de forma indefinida porque todo el mundo tiene límites, no siempre se toleran". En este sentido, pone el ejemplo de las aglomeraciones en parajes naturales, a las que "familias con hijos tienen la necesidad de salir y hacer actividades por su bienestar mental y físico y, si no lo pueden hacer en la ciudad, salen de ella pensando en que no ponen en riesgo a nadie".

A su vez, Almirante insiste en que "aunque los ciudadanos tienen que entender y cumplir la normativa, esta es muy rigurosa y estricta, y hay que hacer que se entienda bien: hay quien se piense que comer fuera en Les Cases d'Alcanar (Tarragona) sea peligroso y no lo sea en Vinaroz (Castellón), a diez kilómetros de distancia", indica. Y más cuando "nada hace pensar que las medidas tan solo vayan a durar dos semanas: la curva se aplanará, pero la respuesta científica indica que habrá que mantenerlas, como mínimo, dos semanas más o hasta que la curva baje".

Sí, tienen sentido

Sobre la eficacia del cierre de bares y restaurantes en Cataluña atendiendo a la irresponsabilidad de aquellos que burlan la restricción visitando otros territorios, la comunidad científica insiste en que esta dependerá de cuántas personas se hayan desplazado. En todo caso, es una restricción que limita considerablemente los movimientos, que tiene sentido y que, más que propagar el virus, "pone sobre la mesa la necesidad de aplicar medidas de forma coordinada entre comunidades vecinas", según Almirante, para evitar el confinamiento absoluto y la suspensión de la actividad laboral y educativa.

"Esto pone sobre la mesa la necesidad de aplicar medidas de forma coordinada entre comunidades vecinas" - B. Almirante

"Cualquier decisión fundamentalmente restrictiva que pueda afectar a diferentes partes del territorio debe tomarse de forma conjunta a través del Consejo Interterritorial, que debería valorarlas sin demora", destaca el jefe de enfermedades infecciosas del Hospital Vall d'Hebron. Además, insiste en que estas actitudes, compartidas por una proporción muy pequeña respecto al total de la población, "no va a llevar la enfermedad a otra comunidad porque el desplazamiento es muy corto y el virus no sabe dónde está la frontera entre Huesca y Lleida o Tarragona y Castellón: aunque dos comunidades puedan presentar situaciones distintas, las poblaciones contiguas pueden tener la misma porque presentan mucho movimiento de personas".

Por su parte, Arenas, que también defiende no buscar culpables y potenciar la pedagogía sobre la población, descarta que la solución sea aplicar restricciones compartidas para evitar este tipo de 'éxodo'. "Lo que hagan otras comunidades no es excusa porque cada una actúa con el mejor conocimiento que tiene de la pandemia, así como sus recursos y limitaciones", según el profesor, que urge a "ocuparnos de nosotros mismos".