Cuando verse importa: las personas sordas sufren enormes problemas de comunicación a causa de la pandemia

Hablar por teléfono es una de las maneras de hacer una entrevista cuando la distancia o, en este caso, los aislamientos causados por pandemia, impiden una conversación cara a cara. Parece sencillo, pero sólo lo es si los dos interlocutores oyen. Si uno de ellos es sordo, la comunicación sufre las barreras que, día a día, padecen las personas con discapacidad auditiva. Conversar por wasap con Alejandro Fernández, jerezano, 39 años y cuatro titulaciones que incluyen una licenciatura en psicopedagogía, da sólo una pequeña idea de ellas. Unas barreras que están aumentando con la pandemia.

"Antes de la pandemia ya teníamos barreras comunicativas, pero ahora son cada vez mayores", contesta, por texto, Alejandro. "El primer problema son las mascarillas muchas veces no sabemos si nos están hablando o no, y hay gente que puede llegar a pensar que no queremos contestarles. El otro día en un supermercado la cajera me estaba hablando y yo le dije que no oía y que, por favor, se bajara la mascarilla para poder leerle los labios, pero no quiso".

No es el único problema que les ha traído. Ellos, como todos, tiene que pasar por consultas médicas por teléfono, pero muchas veces cuando les llaman están sólos.

"Tenemos intérpretes, pero no son suficientes", relata Alejandro. "La pandemia ha multiplicado las necesidades y los necesitamos muchos usuarios al mismo tiempo. El resultado es que muchas veces te quedas sólo y pierdes la consulta".

O gestionar como muchos españoles un ERTE: "Hay que solicitar cita por teléfono", se lamenta Alejandro. "Cómo podemos hacerlo?. Para rematar también con el empleo nos vemos afectados. Muchas empresas no quieren contratar a personas sordas porque con mascarilla no se pueden comunicar, y los descartan.

"Muchos alumnos sordos de primaria no disponen de profesor de apoyo", continúa. "Y claro, con las mascarillas no pueden comunicarse con los otros compañeros, ni entender a los profesores".

Hasta para resintonizar la TDT han tenido problemas. Las personas sordas mayores no saben hacerlo y, sin interpretes, de nada valen los técnicos que acudan a sus casas. El propio Alejandro ha tenido que echarles una mano.

El resultado es que cada vez se sienten más aislados, y cuanto mayores son, con mayores problemas. Alejandro ha organizado unos talleres de videollamadas para que al menos hablen entre ellos, a través de la lengua de signos. Le gustaría que algún político se pasase con un él un par de días: "Así se daría cuenta de la situación que estamos viviendo".