Sexting, sexo virtual, porno, redes: cómo no dejar la intimidad a manos de un click

  • La falsa experiencia de anonimato es un riesgo

  • A la hora de practicar sexting hay que cuidar que no se nos reconozca

  • La educación a través del porno es un peligro social

El sexo ha abandona hace tiempo el dormitorio. A las parejas abiertas, el amor líquido, las relaciones virtuales se suma ahora el sexting. Los estudios sobre este fenómeno desvelan que afecta a ambos sexos. El 69,4% de la población reconoce haber recibido algún mensaje con algún tipo de contenido sexual en su móvil. La mayoría son hombres, pero también las mujeres lo reconocen. De hecho, un 63,3% confiesa que ha enviado mensajes de contenido sexual (vídeos porno, bromas, fotos…), según el informe 'Elaboración de un informe de diagnóstico sobre la incidencia del "sexting" y ciberacoso entre los miembros de la comunidad universitaria', elaborado en noviembre de 2018 por la Universidad de Jaén.

Entre los jóvenes, el ansia por la búsqueda de likes, el interés por coquetear con otra persona, lucir el cuerpo cuanto más mejor, “llamar la atención” o simplemente combatir el aburrimiento les llevan a practicar sexting, más allá de las ocasiones en las que en casos aislados se ven obligados a hacerlo por chantajes. Patricia Alonso Ruido, en su tesis doctoral 'Evaluación del fenómeno del Sexting y de los Riesgos emergentes de la Red en adolescentes de la Provincia de Ourense' analiza algunos de estos elementos. Y sus conclusiones dan que pensar. Los menores no son conscientes del universo en el que se meten. "Es algo que vemos que no va a parar", explica Cecilia Carrión, inspectora de policía.

Los expertos advierten de que los jóvenes se están educando en el sexo a través del porno, con la dosis de machismo y de violencia que ello conlleva. Y las consecuencias las estamos viendo día a día, trágicamente. Porque la ficción se convierte para ellos en un modo de comportarse en la realidad. La pregunta es ¿se nos ha ido de las manos el sexting o el flujo de sexo a través de las redes y el móvil? ¿Lo hemos banalizado en exceso? ¿Hemos dejado nuestra intimidad en manos de un click? El caso de Verónica puede marcar un antes y un después a la hora de manejar las imágenes sexuales y actuar antes ellas con ética y moral. Aunque el hecho de que sea su vídeo el más buscado en las webs pornográficas nos pone ante el espejo e indica que hay mucho que sanar.

Y los primeros que se enfrentan a la nueva forma de actuar frente al sexo son las nuevas generaciones. Y ya han cambiado muchos hábitos. El 48% de los jóvenes reconoce que no dudaría en tener relaciones sexuales antes de lo que se conoce como una primera cita, mientras que cerca del 30% asegura utilizar el sexo como un estímulo para llegar eventualmente al amor, según un estudio elaborado por Match.com. Los millennials no se meten en la cama sólo para tener sexo, sino que lo hacen para conocer a la otra persona y, sobre todo, poder definir en el proceso si se justifica invertir tiempo y energía en iniciar una relación.

El exceso de confianza en el otro y en la privacidad de nuevos medios, un riesgo

Sexo rápido y amor lento. No es un eslogan, es una realidad en una sociedad de consumo rápido de todo. Y no solo eso. Las relaciones íntimas han abandonado hace tiempo el recinto privado y se han convertido en algo que en muchas ocasiones, se comparte en las redes, aunque sea de un modo privado. El exceso de confianza en el otro y en la privacidad en los nuevos medios juega malas pasadas. Ana Fernández Alonso es sexóloga y miembro de la Comisión de Medios de Comunicación de la Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología (AEPS) considera en declaraciones a Informativos Telecinco que “internet nos abre la puerta a nuevas formas de seducción en las que se utiliza mucho lo visual y también la palabra escrita. Esto a priori no tendría por qué ser perjudicial, pero como todo, si se hace mal uso, el resultado también será negativo”, aclara.

El amor líquido se impone en una sociedad en la que el sexo ha adquirido un papel predominante, en la publicidad, en los medios, en la economía. “Hemos dejado de entender el verdadero significado de sexo que iba de hombres, de mujeres, de nuestras relaciones, amores, desamores, encuentros desencuentros, fantasías, conductas, diversidades, identidades, deseos... Y nos hemos quedado con una idea de sexo muy raquítica, que toma la parte por el todo, que nos remite únicamente a cuestiones genitales y poco más. Y así nos va. Sería importante que recuperásemos el verdadero discurso del sexo, de los debates de la cuestión sexual y de la imprescindible educación sexual. Los profesionales de la sexología estamos a disposición para ello", certifica Ana que, no obstante, defiende los cambios a la hora de encarar el sexo. “Internet nos abre la puerta a nuevas formas de seducción en las que se utiliza mucho lo visual y también la palabra escrita. Esto 'a priori ', no tendría por qué ser perjudicial, pero como todo, si se hace mal uso, el resultado también será negativo", explica.

¿A qué se debe la moda del "sexting"? La experta considera que “no es más que una de esas nuevas formas de seducción. Consiste en el envío de imágenes eróticas, más o menos explícitas. Pueden ser fotos o vídeos, en los que nos mostramos en actitud seductora o erótica. Aunque estas imágenes pueden ser parciales y por tanto que no se reconozca a las personas que salen en ellas. Esta es una de las precauciones que habría que tener, pero no siempre se tiene en cuenta”, señala.

El hecho de que cada vez a edades más tempranas la gente joven acceda a tener un teléfono móvil, con el cual hacer fotos o vídeos no ayuda. “Habría que regular la edad a la que las familias regalan un smartphone. Porque es como dejarles solos por la noche en el medio de una gran ciudad. Todo lo que pueda pasar en internet, tanto lo divertido como lo peligroso, se lo dejamos a niños y niñas a quienes se regala el teléfono móvil por ejemplo en la comunión, o cumpleaños. Eso es lo que se nos ha ido de las manos”. Desde 'Save The Children' aconsejan educar a los más jóvenes haciéndoles ver el peligro que tiene compartir una imagen con solo una persona "hay muchos estudios que demuestran que las fotos enviadas son vistas por otras personas, no solo el destinatario".

Porque no olvidemos que el porno está destinado a un público adulto, “su finalidad no es educar. Si lo que queremos es una juventud con una buena mirada crítica ante cualquier cuestión de índole sexual, la clave está en la educación sexual. De calidad e impartida por profesionales cualificados, que enseñe a la juventud todo lo relativo a sus encuentros eróticos, amores, sentimientos, identidades, deseos. Ahí es donde tendría cabida hablar de límites, de privacidad y de intimidad, de respetar el espacio personal, de no traicionar la confianza, de promover el buen trato en las relaciones”.

La clave, como señalan los expertos es que en las redes sociales, tanto jóvenes como adultos tienen una falsa expectativa de anonimato. “Se comparten imágenes con la clave de seducir a esa persona con la que tienes o crees tener la suficiente intimidad y confianza. Pero si en un momento dado esa confianza se ve traicionada, esas imágenes siguen estando ahí y ya no sabemos el uso que se va a hacer de ellas”, explica Ana.

Por eso no se trata de evitar practicar sexting si es lo que nos apetece, sino de “tener la precaución de que no se nos reconozca. Que en esas imágenes no salga la cara, ni nuestra habitación, ni un tatuaje por el que se nos pueda reconocer. Y tener en cuenta de que aunque se trate de una imagen que hemos enviado voluntariamente, el que alguien la use sin nuestra autorización, es un delito”, aconseja la experta.

En las redes no nos mostramos como somos

Los psicólogos también reinciden en recordar que en las redes sociales no nos mostramos tal y como somos, sino tal y como queremos que nos vean. Ana lo confirma y va más allá. “Eso también influye en la forma en que acentuamos o no nuestra sexualidad o vamos más allá de lo que realmente pretendemos”. Y luego, afrontar la realidad se convierte en una empresa titánica.

Lo que ha demostrado el 'caso de Verónica' es que el machismo impera aún cuando se habla y se valora de sexo. “Si el vídeo es de un hombre, no estaríamos hablado de lo mismo. Porque no es la misma vivencia para un hombre que la sociedad lo vea teniendo relaciones sexuales, que para una mujer. Es el eterno tópico: El hombre que tiene más relaciones sexuales, se vuelve más atractivo y deseable, sube su rango de éxito y esa fama no le perjudica más bien al contrario. Y probablemente el final de la historia no hubiese sido el mismo. Pero para una mujer es un estigma social y aquí no es solo un rumor dañino, es que ha sido mostrada en la plaza pública, que es en lo que se han convertido ahora las redes sociales”. Hay muchas lecciones que aprender para que una opción personalidad de vivir nuestra sexualidad no se convierta en drama.