Primero ha sido el delegado del Colegio de Minas en Málaga, Juan López Escobar el que ha echado un jarro de agua fría a las expectativas de encontrar a Julen en horas o a largo de este jueves. Se habla ya de días. No en vano, las dificultades del terreno han provocado que el túnel horizontal se haya sustituido por la prioridad de hacer dos túneles verticales.
La idea hoy es la ejecución de la plataforma de 30 metros que permitirá situar la maquinaría para excavar dos galerías paralelas al pozo donde se cree que se halla el pequeños Julen, a 72 metros bajo tierra, según ha explicado en rueda de prensa Ángel García Vidal, del Colegio de Ingenieros de Caminos de Málaga.
Estas obras darán dos puntos de accesos al lugar, mientras que la galería horizontal, que se ha abandonado esta mañana por la inestabilidad del terreno, se retomará con otras técnicas para lograr su perforación, obtener un tercer punto de acceso y llegar al niño. García Vidal ha informado que ya están hechos 15 metros de la citada plataforma. Pero no se atreve a dar plazos porque la labor es extremadamente complicada. La posibilidad de lluvias tampoco es una buena noticia.
En la misión incansable y contra reloj de rescatar a Julen a tiempo trabajan numerosos efectivos al unísono con la esperanza de encontrarle vivo. Múltiples equipos de la Guardia Civil, bomberos, empresas privadas, geólogos, mineros, especialistas en la montaña, expertos en servicios de limpieza y excavación en pozos y tuberías, administraciones colaboradoras... Todos trabajan a la par con el mismo objetivo, y entre ellos, la Brigada de Salvamento Minero de Asturias; el equipo de rescate en profundidad más experto. Lo forman picadores, barrenistas y mineros altamente cualificados y con unas condiciones físicas inmojorables. Son la élite, y serán los encargados de picar de forma manual los últimos metros hasta llegar a Julen: el tramo más delicado.
Cualquier desprendimiento o derrumbe en el último momento podría tirar al traste todo el trabajo efectuado hasta el momento, y por ello, tal responsabilidad se ha delegado en esta brigada que cuenta con más de 100 años de experiencia en las condiciones más adversas.
Especialistas en desenvolverse en las profundidades de la tierra y en los terrenos más angostos, donde la movilidad es casi nula y el ambiente es casi irrespirable, ahora asumen el reto de rescatar a Julen a tiempo desde el conocimiento de que cada hora y cada minuto son trascendentales en la operación.
En la brigada va en retaguardia un médico que, una vez alcanzado y liberado el objetivo, se encarga de darle los primeros auxilios en profundidad.
Entre tanto, unos padres destrozados que hace menos de dos años ya perdieron a un hijo de tres años por una cardiopatía congénita, viven desde la tristeza, la rabia y la desesperación el transcurso de las horas y los días sin noticias sobre Julen. Sin rendirse a abandonar la esperanza y sin separarse de aquel pozo de 25 centímetros de diámetro y 107 metros de altura por el que José, el padre del pequeño, vio junto a su prima caer al pequeño, esperan a alguna noticia positiva ante un rescate que se torna agónico.