Suicidio

El renacer de Esther: "Aún hay muchísimo tabú sobre el suicidio. Soy la prueba de que se puede salir y ver la luz"

Esther Morote, sobreviviente de varios intentos de suicidio
Esther Morote, sobreviviente de varios intentos de suicidio. Candela Hornero
  • Esther, orientadora educativa, cuenta cómo logró salir adelante tras varios intentos de suicidio

  • En la última edición de R-Conecta, una iniciativa de la Orden Hospitalaria San Juan de Dios, ha reflexionado sobre la importancia de la prevención y el acompañamiento en salud mental

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Esther tiene 60 años y habla desde un lugar de serenidad que hace un tiempo le parecía inalcanzable. Ha aprendido a aceptar que la vida está hecha de luces y sombras, de pérdidas y renaceres. Tras un cúmulo de sufrimiento psíquico, de una intensa desesperanza que le llevó a tres intentos de suicidio, siente que se ha reconstruido y ha encontrado motivos para seguir con fuerza hacia adelante.

"Soy prueba de que se puede salir de ello", asegura mientras sus ojos se iluminan y conectan con esa Esther que tanto sufrió y que ahora cuenta su historia para que otras personas sepan que no están solas.

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Si necesitas apoyo emocional por ideación suicida, llama al 024. En caso de emergencia contacta con el 112.

En España, cada día 11 personas mueren por suicidio, más de 4.000 al año. Esther estudió psicología y se dedicó a la orientación educativa. Su profesión y conocimientos le ayudaron a detectar a sus 34 años su posible depresión. "Sabía que algo estaba pasando". Esther "tenía un matrimonio muy complicado, cuidaba de unas hijas muy pequeñas" y había atravesado un aborto, tras el cual se sintió profundamente sola.

Pasaron los años y con ellos llegaron más reveses vitales que impactaron en su salud mental, como el abandono inesperado de su pareja, el fallecimiento de su padre o los problemas de conducta de su hija.

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"Mi autoestima estaba por los suelos y entré en una profunda tristeza". Decidió pedir ayuda en varias ocasiones. "Fui al psiquiatra y le conté lo que me pasaba, pero mi testimonio duró poco porque enseguida extendió una receta. Más adelante pedí ayuda psicoterapéutica en varios centros, pero no encontré la comprensión y escucha que yo necesitaba". Gracias a la ayuda de sus padres y su propio trabajo, pudo salir adelante. "Poco a poco mi autoestima fue mejorando y adquirí seguridad".

Era 2016 cuando la vida le puso por delante a Luis, "el amor de mi vida", como ella misma lo define. "Eso fue, sin duda, lo mejor que me ha pasado. Al año siguiente de conocerle me diagnosticaron fibromialgia. Tuve que aprender a aceptar la enfermedad, a convivir con un dolor crónico y con todo lo que eso implica. Pero Luis estaba a mi lado, y su apoyo fue fundamental. Cinco años después de habernos conocido, Luis sufrió un infarto y murió".

La conducta suicida es multifactorial; no ocurre por una sola razón. En el caso de Esther, ella sintió que aquello fue la gota que colmó su vaso. "Sentía que no quería estar en esta vida, me quería ir con él. En esos momentos no piensas en nadie: ni en mis hijas, ni en mi madre, ni en mi hermano… en nadie. Lo único que quería era apagar ese dolor, dejar de sufrir", recuerda.

"¿Tú crees que a Luis le gustaría verte así?"

Tras el último intento de suicidio, sus hijas le preguntaron: "Mamá, ¿tú crees que a Luis le gustaría verte así?". Eso fue un golpe de realidad para ella. "Me di cuenta de que yo quería terminar con el dolor, irme con él, pero que a él no le gustaría esto. A él le gustaría que yo me recuperara y siguiera adelante", reflexiona.

Estuvo ingresada durante dos meses en la Clínica Nuestra Señora de la Paz de Madrid y ahora, desde hace un año y medio, acude al centro de día. "Ellos me devolvieron la vida. Hay un ambiente de apoyo y de sostén; te sientes acompañada y muy motivada para evolucionar. Estoy mucho mejor y por eso vengo aquí a compartir mi testimonio", cuenta en una entrevista con Informativos Telecinco, realizada durante la última edición de R-Conecta, una iniciativa de la Orden Hospitalaria San Juan de Dios que, en esta ocasión, ha puesto el foco en la investigación y la prevención en salud mental.

Esther está convencida de que contar con más recursos especializados podría haber cambiado su proceso. "Hubiera marcado mucha diferencia si en mi ciudad, en Albacete, hubiera tenido acceso a psicólogos especializados en duelo", afirma. También echa en falta una atención más humana por parte de la psiquiatría. "Necesitaba que me escucharan, no solo que me recetaran medicación", subraya.

"Se puede salir"

Hoy alza su voz porque considera que el suicidio sigue siendo un tema rodeado de silencio. "Hay muchísimo tabú, y no solo en torno al suicidio, sino a cualquier problema de salud mental. Aún cuesta mucho hablar abiertamente de ello", afirma con contundencia.

"A la Esther del pasado le diría que la vida son golpes, momentos de tristeza o de rabia, pero también etapas de calma y de estar arriba. La vida es así, y hay que aceptarla con todo lo que trae", reflexiona.

Después de haber tocado fondo, asegura que se puede salir. "Hay que tener mucha paciencia. Hurgar muy dentro de uno mismo, entenderse, comprenderse y aceptarse es fundamental. Es un camino largo hasta que uno ve la luz, pero con la ayuda adecuada se puede conseguir. Yo soy prueba de ello".