La clase de Paco se sube a la silla de ruedas para jugar a baloncesto adaptado: "Hay que creer en tu equipo"

  • Paco sufre una enfermedad degenerativa que le obliga a desplazarse en silla de ruedas

  • Con la complicidad de sus compañeros de clase han puesto en marcha una actividad extraescolar en su colegio de baloncesto adaptado

  • 18 niños y niñas, con y sin discapacidad, practican deporte juntos en las mismas condiciones y la misma altura

Paco siempre ha sido un enamorado del deporte. Sin embargo, su enfermedad, una Atrofia Muscular Espinal, le obliga a desplazarse en silla de ruedas. Una circunstancia, que como a otros niños y jóvenes con diversidad funcional, le dificulta encontrar una disciplina que pueda practicar. "Nunca habíamos encontrado nada que pudiera hacer y menos para jugar con niños de su edad", explica David Coscollá, padre del pequeño.

Para matar el gusanillo, el pequeño de ocho años entrenaba dos veces a la semana con los integrantes del equipo de adultos, hombres de 40 años, del equipo de baloncesto adaptado del Club Petraher de Valencia.

Un verdadero milagro para un pequeño que estaba destinado a pasar su vida sentado en la silla y conectado a un respirador. La enfermedad degenerativa que sufre impide que los impulsos nerviosos lleguen a la musculatura, que acaba atrofiándose. Pero gracias a un tratamiento experimental, Paco es un niño, que como los de su edad, derrocha energía.

Sueño cumplido

Con las fuerzas recuperadas y la constancia de su padre, Paco ha podido cumplir su sueño y desde hace unas semanas practica deporte con otros niños. Para conseguirlo ha contado con la complicidad de sus compañeros de clase, que han querido subirse a las sillas de ruedas para jugar con él. "Me encanta. Y lo mejor es que hacemos nuevos amigos", cuenta Paco.

Lo hacen en el patio de su colegio, el CEIP Tomás de Villarroya de Valencia, donde realizan la actividad extraescolar de baloncesto adaptado.

Minutos antes del entrenamiento, el padre de Paco, llega con el coche cargado hasta arriba con las sillas de ruedas y lo tiene todo preparado para cuando los niños salen de clase. "Teníamos siete sillas de ruedas y el club Petraher, que se ha implicado al máximo en esta iniciativa, ha traído siete más de Berlín. Aún así nos faltan porque son 18 niños, pero no es fácil porque cada una cuesta tres mil euros", explica David.

Una actividad con "magia"

Los días de entrenamiento son especiales. Todos los pequeños están como locos por subirse a la silla de ruedas y empezar a lanzar a canasta. "No sabíamos cómo iba a ser y resulta que les encanta. En la silla todos juegan igual a la misma altura y en las mismas condiciones", explica la madre de María, una de las integrantes del equipo.

Con la sonrisa continua en sus bocas aprenden a pasarse el balón, a botarlo, a quitárselo a los jugadores del equipo contrario y a desplazarse con agilidad en silla de ruedas. "Esta actividad tiene magia. Juegan todos juntos. No miran si el otro tiene discapacidad o no. Se aprende mucho de ellos", asegura José Ferri, entrenador del equipo.

Izan es uno de los mejores amigos de Paco. Desde que surgió la idea de realizar esta actividad extraescolar no lo dudó. "Me divierto y me gusta jugar con los compañeros. Yo apoyo a Paco porque no podía jugar como todos", asegura el pequeño.

Mario es otro de los fijos, nunca falla al entrenamiento. "Me encanta jugar con la silla. Lo importante es que hay que creer en el equipo y en todos", afirma.

Además de los compañeros de clase, se han sumado al equipo otros niños con diferentes discapacidades físicas y psíquicas como Ainara, una pequeña con autismo síndrome dos, que no habla y necesita una ayuda especial. "Gracias a esta actividad se relaciona con los demás y no está apartada del grupo", señala Paco, que no quita la vista de su hija durante el entrenamiento.

Más deportes adaptados

El éxito de esta actividad extraescolar ha dado alas a David y a todos los que se han implicado para conseguirlo. Con el impulso cogido, no están dispuestos a parar aquí y los proyectos se acumulan.

Uno de los primeros objetivos es formar un equipo y poder competir. En España, solo hay dos clubes con equipos de baloncesto adaptado de niños, por lo que David y el Petraher quieren crear una escuela a la que puedan apuntarse más pequeños.

El siguiente paso, es adaptar otros deportes a niños con diversidad funcional. El badmington es el elegido, aunque también tienen en mente hacerlo con la pelota valenciana. "El deporte inclusivo debe ser deporte para todos, no importa si tienes o no discapcidad. Somos todos iguales", afirma David, que sueña con esta iniciativa se extienda a otros colegios para educar en valores a los más pequeños.