Gran Hermano, en directo: Edurne: "voy a nominar a Cristian por lo que vi ayer en la discusión con Josema"

Cerramos aquí este minutado y damos el salto al del Debate.

La casa ya está preparada, los concursantes en posición y la tensión típica de los domingos empieza a notarse en cada mirada. A partir de este punto, todo lo que ocurra en directo —las nominaciones, las sorpresas del Súper, las reacciones espontáneas y cualquier giro inesperado— lo seguimos en el minutado específico del Debate.

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Nos vemos allí, para no perdernos absolutamente nada.

En la cocina, mientras siguen picando algo de fruta, Patricia y Joon comparten conjeturas sobre si Aroa tiene algún poder. Ambos creen que sí, aunque les parecería muy extraño que se lo hubiesen dado porque no le ven ningún motivo claro.

Comentan que, si realmente lo tuviera, Aroa lo usaría para sacar de la palestra a José Manuel, pues es el movimiento que más lógica les hace.

Los concursantes organizan una porra improvisada para adivinar si creen que van a ganar o perder la prueba semanal. Hoy, curiosamente, parece que ganan los pesimistas, porque la mayoría opina que van a perder.

Con casi el 90% de la casa ya preparada para el debate, las apuestas, las risas nerviosas y los últimos comentarios llenan la espera antes de la conexión.

En un orden algo más escatológico —y con bastante menos relevancia— la flatulencia de Iñigo exalta a Rocío, que con profundo asco le reprocha: “Qué asco de tío, menudos pedos se ha tirado”.

Mientras tanto, el resto de concursantes ya se va acomodando en el famoso sofá. “Yo soy un príncipe”, responde Iñigo, intentando quitar hierro al asunto. “Lo que pasa es que todavía soy un poco rana… por eso de los pedos”, añade entre risas.

Rocío, nada receptiva al chiste, alerta al resto del olor con gesto de absoluta indignación.

El Súper ha mandado a todos al baño y les ha pillado justo cenando. Una pasta que Rocío estaba terminando de preparar: la receta es sencilla, pero todos se están deshaciendo en halagos. Parece que solo lleva aceite, ajo, perejil y un toque de mantequilla, y aun así triunfa.

Algunos, eso sí, han tirado por libre. José Manuel, por ejemplo, en vez de usar la salsa de Rocío, se ha hecho los macarrones con queso y tomate, también muy ricos.

“Yo comería infinito de estos”, comenta. “No me quites méritos”, añade Rocío entre risas.

En la cocina, el resto del grupo mantiene un tema parecido: hablan sobre la calidad de la restauración en Madrid y Barcelona. Iñigo comenta que ha trabajado para varias cadenas y restaurantes, y asegura que la calidad ha mejorado drásticamente en los últimos años.mEstá claro que los estómagos empiezan a rugir: el hambre se nota en cada comentario.

El propio Iñigo, que está a los fogones, admite que no cree que les dé tiempo a cenar antes de la conexión. “Nos van a llamar y se va a quedar la cena aquí…”, lamenta mientras remueve la sartén.

Sentados en el oasis, fantasean con comida mientras esperan la conexión, convencidos de que es mucho más tarde de lo que realmente es. Empiezan a imaginar snacks de fritos, sándwiches, salsas de queso, y hasta se ponen a canturrear canciones de Ylenia sustituyendo palabras de la letra original por “filete empanado”.

Recuerdan la fiesta con cariño, especialmente el chocolate. Cristina comenta que lo llevaron en un vasito con chocolate caliente.

Ahora, Aroa dice que le encantaría una fiesta del churro:

“A mí me encantan los churros, siempre que puedo los desayuno”, confiesa con entusiasmo.

Mamadou, cansado, comenta que necesita azúcar: un refresco de cola o un “yoyo”; el parecido no es muy próximo, pero él lo resume diciendo que necesita energía. “Soy un terrón de azúcar”, bromea.

Belén, a su lado, intenta animarle diciéndole que ya quedará poco para que empiece el debate. Calcula la hora a ojo, y además con bastante tino.

Patricia se cambia de vestido. Deja atrás el ceñido negro liso y se pone uno atornasolado en tonos azules y verdes, que literalmente estrena. Belén, siempre con su ojo atento, la detiene para quitarle la etiqueta que le cuelga por detrás:

“Espera, espera, que te has dejado colgando la etiqueta”.

Patricia, agradecida, responde:

“Gracias, Belén. ¿Te gusta? Dime si te gusta, porque si no os gusta no me lo pongo”.

Sentado cerca, Mamadou parece no estar muy preocupado por haber sido nominado por sus compañeros.

“Me la pela, la verdad”, suelta sin dramatismos. Para él, lo importante es el público.

Los chicos, aunque un poco más rezagados a la hora de cambiarse para el debate, ya van enseñando sus modelitos de gala. Parece que hoy reina el color negro.

Aquilino, al ver el conjunto monocromático, suelta una crítica divertida:

“Tan de negro… parece que vais de luto”, comenta entre risas.

Mientras tanto, Cristina y Joon, ahora en el baño, se entretienen criticándose mutuamente los peinados y los outfits, en un juego que termina siendo más de complicidad que de maldad.

A Aroa le encantan las galas y los debates porque, según dice, “no sé lo que va a pasar”. Comenta que les dirán los nominados y poco más, pero aun así admite que está algo nerviosa.

Mientras habla, utiliza un bote de pasta de dientes para ayudarse a marcar la sombra del ojo, un truco que le enseñó Desirée.

Paula comenta que no tiene preferencia por niño o niña, que le da exactamente igual. Explica que, con el tiempo, ha ido viendo a los niños de su entorno y sus distintos caracteres, y que eso le ha hecho tenerlo cada vez más claro: le encantaría ser mamá.

Aroa, que también está en el baño, presume de piel.

“Fíjate, un día que no me maquillo y ya vuelvo a tener la piel lisa. Es que a mí el maquillaje me da muchas erupciones”, comenta a sus compañeras de tocador mientras se mira en el espejo.

Rocío le hace la manicura a José Manuel.

“Tienes las uñas reventadas”, comenta mientras se las lima con empeño.

La oferta de colores es bastante amplia, pero parece no ser suficiente para José Manuel, que dice querer una uña de cada color. Entre la paleta cromática aparece el negro y también un plata “perla, más bien”, puntualiza Rocío mientras compara los tonos.

Aún así, José Manuel no termina de decidirse sobre el color definitivo.

Paula comenta que tiene insomnio, aunque lo matiza: “Tengo… pero en parte no tengo”, dice entre risas.

Rocío, cómplice de sus desvelos nocturnos, recuerda que son muchas las noches en las que ambas se quedan hasta tarde. “Yo es que me despierto por la noche y te veo”, le dice Rocío a Paula, señalando que no es la primera vez que coinciden en vela.

En el baño, Rocío le arranca las canas a Joon. Ella, muy preocupada e indignada, le recuerda que si se las arranca no van a volver a salir.

Algunos de los chicos que orbitan por allí, afeitándose, le recomiendan que se las pinte con rímel; la idea la suelta Cristian.

Joon dice que no le importa y le insiste a Rocío para que siga, pinza en mano. Cristian se pone también a la tarea, pero la cosa se complica: el pelo está mojado y ya ha arrancado dos de los peores… que, para colmo, ni siquiera eran canas.

Pasados apenas unos minutos de las seis en punto, se da por finalizada por hoy la prueba, con una puntuación de 2424. Patricia, muy perspicaz para recordarlo, pregunta quién de la casa tiene 24 años, ya que son dos números 24 consecutivos.Belén tiene otra regla mnemotécnica: “Si te das cuenta, la suma de sus dígitos da 10”, comenta para no olvidarlo.

Mientras tanto, Paula se preocupa por despejar el sofá y dejarlo listo para la noche de gala de hoy.

En el baño ya tenemos a Rocío y a Cristian hablando. La jerezana le echa en cara que la ha dejado de lado, y que siente que en el Oasis se hizo su amigo porque no había nadie mas. Cristian le explica que el la sigue teniendo en su corazón, pero reconoce que se ha despistado un poco. Además, insiste en que él puede empatizar con otras personas, y que no tiene por qué sentirse mal por eso.

"Rocío, no le digas las cosas con tanta pena, que no es para tanto", la regaña Desiré. "Dejadme en paz, que no es pena, es que estoy cansada", responde Rocío. "Nosotras siempre vamos a estar para ti, no hagas caso a Rocío que está tonta y se enfada por tonterías", le aclara desiré. Rocío no ha dicho nada, no sé yo si lo tiene tan claro como su amiga.

Se quedan solas y Desiré le pide a Rocío que no le dé mas importancia. Rocío sigue sin pronunciarse. Al final dice que ella sigue dolida. "Yo creo que a él se la pelas, te tiene cariño pero no eres aquí su segunda, ni mucho menos", le suelta Desiré. "Lo sé", confirma Rocío.