Diego quiere ser el villano de la edición
No vale con proponérselo para ser un villano, hace falta valer para ello. Diego parece querer encarnar ese rol, pero falta ver si tiene suficiente talento. De momento parece un poco quiero y no puedo.
Las imágenes de la sala de confesiones confirman la afirmación de Edurne sobre lo dicho por Diego. Este concursante quiere ser el villano de la edición, según propia confesión. Otra cosa es que sepa hacerlo porque hasta el momento hemos visto tan solo un puntito de mala intención con Quili en la prueba y su gesto de sobrado provocando un fallo de prueba al quitarse unos guantes, aplaudidores o lo que fuera. Diego puede ser engreído o altivo y da la impresión de estar ocultando una parte de él mismo que en algún momento puede asomar. Entre eso y ser un villano va un trecho. Para ser villano hay que valer e igual le falta algo de talento.
Con episodios como ese con el que pretendió poner a Quili en aprietos se demuestra la poca capacidad para ponerse en las botas del prójimo. No sabría decir si por hipocresía o por falta de reflexión, Diego cargó contra Quili por haber podido mentir estando ante un dilema posiblemente irresoluble. En primer lugar, es de ser arrogante su postura crítica con Quili sin haber podido comprobar si había mentido o no. Pero más grave me parece que no hiciera ni siquiera el intento de ponerse en su lugar, porque si lo hubiera hecho vería que lo estaba poniendo entre la espada y la pared. Como con lo de los guantes, en realidad ponía en peligro al grupo en su conjunto.
El conflicto de decir la verdad
Voy con lo sucedido antes de analizar el conflicto de decir la verdad. En una parte de la prueba Quili estaba obligado a no mentir mientras llevaba puesto el abrebocas. Cualquiera preguntaría cosas más o menos interesantes, pero nada que pudiera ponerlo en un aprieto porque, como digo, eso comprometería a todos. En su nuevo rol de aspirante a villano, Diego le preguntó si había pasado algo en el ‘confe’ durante la última gala que no pudieran conocer. Su tesis era que Quili tuvo algún privilegio (salvar a un nominado o similar) porque fue el último en nominar y lo hizo solo. La cosa es mucho más sencilla porque Quili fue el único que no nominó en pareja porque eran impares (antes de entrar otros tres concursantes).
Quili no mintió porque no le hizo falta, pero en caso de haber sido cierto que usara un poder especial relativo a las nominaciones todos sabemos del obligado silencio al que estaría sometido. Parece peligroso ponerle en el brete de confesar algo que está obligado a no desvelar porque sería forzar un dilema casi irresoluble. En realidad, Quili habría tenido que decidir entre hacer algo sabiendo que le perjudicaría gravemente a él (en ocasiones la organización ha nominado directamente al concursante que no respeta el compromiso de guardar el secreto hasta tener orden en contrario) o mentir provocando un fallo de prueba, lo cual perjudica a todo el grupo.
Está claro que ese dilema es imposible de resolver sin consecuencias negativas para alguien, pero si estamos ante esas dos posibilidades me atrevo a decir que casi el cien por cien optaría por perjudicar al grupo. Las consecuencias pueden ser mucho peores para la persona afectada que para el grupo. Entre poder perder la prueba y hacer la compra con la mitad de presupuesto o estar en riesgo de eliminación no hay mucha duda. Por eso es absurda la presión de Diego sobre Quili. Cualquiera habría mentido, aunque insisto en que no lo hizo en realidad porque no le hizo falta.
Razones para que Edurne contase lo suyo
Repito algo dicho en el escrito de ayer: Edurne puede y debe decidir libremente lo que cuenta, cuándo y a quién lo cuenta sobre su proceso de transición o cualquier otro aspecto personal. No obstante, en mi opinión es ella la primera interesada en hacerlo cuanto antes. Que sus compañeros conozcan eso de su intimidad es innecesario, pero podría evitarle algún mal trago como el que ya se produjo este último fin de semana.
Edurne podría evitar escuchar el siguiente comentario de Íñigo en la mesa del comedor: “No sé si llamarte Edurne o Edurno”. Cuando ella pregunta por qué dice eso, contesta: “Se te está poniendo una cara y una voz de macho…”. Más tarde, Íñigo vuelve a repetir el comentario jocoso estando en la cama con Edurne: “No sé si llamarte Edurne o Edurno”. Prefiero no contemplar la posibilidad de que el comentario lleve mala intención. Sencillamente creo que lo hace, precisamente, porque ni por asomo imagina lo que ella solo le ha contado a Patricia, y antes a la audiencia.
Lo ideal sería que no se viera obligada a contar algo que en otra circunstancia se reservaría para ella. Sería perfecto si así lo hiciera, pero puede ser tirar piedras contra su propio tejado. Imagino el cuerpo que se le debe quedar tras escuchar esas palabras. Más cuando están pronunciadas por el chico con el que valora la posibilidad de tener una relación. Patricia, hasta ahora la única en la casa a la que Edurne ha revelado su historia, debería aconsejarla que lo cuente. Si lo hace se estará protegiendo y evitará situaciones tan desagradables como las que relato. Pero ya dije ayer que ha confiado en la persona equivocada.
Íñigo tiene celos de Jonay
Independientemente de si cuenta o deja de contar, la verdad es que esta relación va a peor. Surgen los reproches antes de formalizarse, lo cual es un tanto extremo. A saber, a Íñigo le sentó mal que la abrazase y no le correspondiera. Según Edurne tan solo le puso el brazo en el hombro, tal como le contó a Almudena, la otra persona con quien se está desahogando sobre el tema. También está molesto por los abrazos y besos que ella le ha dado a Jonay. ¿Confirmamos que Íñigo está celoso de Jonay? Lo confirmamos. Dice que la mira con deseo, no me digas más. Haría poco caso de estas cosas porque Íñigo me está pareciendo obsesivo y tendente a entrar en bucle. Pero no parece buen presagio oírle decir que “la realidad no es la que esperaba”.
Íñigo cree que tras salir de la microburbuja que sería la pajarera las cosas han cambiado. Tan radical es que ese cambio, supuestamente a peor, le lleva a decir: “No he venido aquí a enamorarme ni a estar con nadie”. Contradictorio con que ande contando besos y abrazos que Edurne se da con otro habitante de la casa. No se corresponden unas cosas con otras, lo cual le puede retratar como alguien incoherente o que tiene un lío de mil demonios en la cabeza. Me inclino por la opción dos. En todo caso, creo no están siendo del todo sinceros y en esto veo pocas diferencias. Lo digo porque tampoco creo a Edurne cuando dice: “Si me lo tiro al día siguiente no voy a querer nada con él”. Pongamos que dice la verdad, en cuyo caso no se ha dado todavía cuenta de que está en la casa de Gran Hermano.
En la casa ya se habla de lo que hay entre Edurne e Íñigo. Ayer Belén les preguntaba si tenían algo. Por otro lado, Raúl comentaba que ha escuchado cómo él le hablaba mal, aunque piensa que ella no se deja comer. Mamadou parecía menos optimistas y pronosticaba un mal final para la pareja. Veo más críticas hacía Íñigo, como es el caso de las pájaras Patricia y Paula. Ambas creen que se enfada pronto. Lo vimos anoche cuando a Aroa le molestaba que la comparase con Patricia. Más exactamente había dicho que se parecen más de lo que ella pueda creer. Fue pedirle que no la volviese a comparar e Íñigo ya tuvo para más de media hora de protesta quejumbrosa. Está casi tan subido como Diego.
Posicionamientos
Pocas sorpresas en los posicionamientos de anoche contra los tres nominados. Así fueron:
Belén > Edurne, Patricia, Íñigo, Jonay, Almudena y Lorena
José Manuel > Cristian, Paula, Mamadou y Joon
Diego > Quili, Aroa, Raúl, Desi y Rocío
Diego acusó a Aroa de intentar convencer a algunos compañeros para que se posicionase en su contra. O no fue así o su capacidad de persuasión está en cuestión. Así lo demuestra que tanto Paula como Mamadou se pusieran tras José Manuel, aunque el último casi cambia de opinión en el momento y terminó diciendo que ha tenido más conflictos con José Manuel, pero que realmente prefiere la expulsión de Diego. Me parece extraño ver posicionarse contra un nominado, pero desear que sea otro quien deje el concurso.
Joon me ganó con su posicionamiento, también contra José Manuel. Dice que quiere echar a José Manuel antes de que se logre se un buen concursante. Casi lo es, incluso llego a calificarle como “casi perfecto”, pero le falta humildad. Y Joon no quiere que siga en la casa cuando una esa cualidad al resto. Ya le digo yo que veo prácticamente imposible ese cambio. Es como lo de Aroa. Por mucho que pretenda no entrar en discusiones le resulta imposible ir contra su carácter. Es como el chiste del escorpión que pide a una tortuga le ayude a cruzar el rio, a lo que está se opone porque piensa que la picará. El escorpión le asegura a la tortuga que no lo hará, pero al llegar a la otra orilla le clava su aguijón mortal. Entre estertores le dice la tortuga: “Ves, te lo dije”. A lo que el escorpión responde: “No lo puedo evitar, es mi carácter”.
Moleskine del gato
Una vez vistos los posicionamientos sabemos que entre quienes prefieren que sea Belén la expulsada varios tienen un segundo candidato al cual piensan nominar sí o sí. Edurne, Patricia e Íñigo tienen a José Manuel como candidato. Edurne piensa que es un estratega, eso que para algunos es poco más o menos un pecado, aunque parece normal serlo en un juego de estrategia social. Además, media casa piensa que Diego ha cavado su propia fosa con el numerito de dejar los guantes.
Le cuenta Lorena a Paula que Raúl piensa en irse. No habla de un abandono, sino en intentar ser expulsado. Es para verlo.
Y en vídeo de hoy cuento por qué me parece que todos merecen ser concursantes y las razones por las que no lograron serlo del todo Sofía y Aroah.
