Pol Badía le declaró su amor a Adara en su reencuentro más intenso en 'GH 17'

  • Pol subió a la casa de Guadalix junto a la madre y la tía de Adara

  • Pol Badía: "No me voy a dormir hasta que tu no te vas"

La noche de sorpresas familiares es uno de los grandes clásicos de ‘Gran Hermano’ y en ella vemos el lado más tierno, cariñoso y a veces romántico de los concursantes del reality. Esto último es lo que ocurrió en 2016 con Adara y Pol. El ahora novio del Maestro Joao subió a la casa de Guadalix de la Sierra, junto a la madre y la tía de su chica, y le declaró su amor más sincero.

Adara acababa de salvarse de una expulsión frente a Simona y, aún con los nervios de haberse expuesto a la decisión de la audiencia, tuvo que dirigirse al pabellón de pruebas para recibir una auténtica inyección de energía. Ella no lo sabía, pero allí le esperaban tres de las personas que, por aquel entonces, eran importantísimas en su vida.

No lo tuvo fácil. Si quería verles, tenía que tirar con su cuerpo de un arnés que llevaba sujeto a la cadera y hacer que diera vueltas el ‘Giratutto’ en el que se encontraban sus familiares. Primero fue su madre la que le dedicó los piropos más tiernos y después su tía le avisó de que fuera las cosas estaban mejor de lo que creía.

Roto el hielo de lo sentimental, le llegó el turno a Pol, que por aquel entonces estaba loco por los huesos de Adara, con la que había vivido una historia de lo más romántica en ‘GH 17’. Empezó con un “Cuchu” y siguió diciéndole lo mucho que la quería, lo enamorado que estaba de ella y que no se iba a dormir hasta que ella no se acostaba. “Cuando te vayas a dormir, mándame un beso de buenas noches”, dijo entre risas.

La intensidad del momento traspasaba la pantalla. Adara tiraba de la cuerda con tal ímpetu que parecía que la iba a romper y Pol, con una camiseta que llevaba impresa la cara de su chica, no paraba de decirle que la amaba y de extender su brazo para intentar tocar su mano.

Fue todo un momentazo con el sello de calidad de ‘GH’. Uno de esos que nos hacen reír, pero que nos ponen un pequeño nudo en la garganta. De los que rebosan autenticidad y que nos hacen que día a día sigamos gritando a los cuatro vientos: ¡que viva ‘Gran Hermano’!