Es importante tener en cuenta que las bolsas y las ojeras son dos cosas distintas. Por lo tanto, su origen no es el mismo. Las ojeras tienen un color violáceo y normalmente son hereditarias. Si tienen un tono verdoso pueden ser debidas a la falta de descanso, a una tensión nerviosa o al mal dormir. Por otro lado, las bolsas también pueden tener un origen genético y pueden estar rellenas de grasa o líquido. Pero sus causas son múltiples: un estilo de vida repleto de malos hábitos, por culpa de algún medicamento prescrito, hereditarias, etc.
Las ojeras son más difícil de eliminar que las bolsas. El método más efectivo es el tratamiento a base de pinchazos con ácido hialurónico. Pero existe un remedio más natural: el aceite de almendras. Gracias a su contenido en vitamina E, si te pones una gota en el dedo y masajeas alrededor de los ojos antes de dormir, conseguirás hidratar notablemente la piel retrasando así la aparición de patas de gallo.
Afortunadamente, combatir las bolsas es mucho más sencillo, sobre todo si se trata de acumulación de líquidos. Lo ideal es aplicar un contorno de ojos con principios activos para activar la microcirculación. Otra solución es colocar una rodaja de pepino bien frío durante 15 minutos para que baje la hinchazón.
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