El ridiculizador ridiculizado

telecinco.es 23/06/2010 09:22

Cuando creíamos que era la vaca quien amenazaba la tranquilidad reinante en la selva (igual que sucede en la isla) nos damos cuenta que los intentos de acabar con esa calma son labor de Rafa, aunque con una táctica cercana a la tortura china, una especie de gota a gota que tiene como misión ir minando la paciencia de sus semejantes. Algunos de ellos, realmente. Su víctima de esta semana, como no podía ser de otro modo, es Trapote.

Decía un amigo mío hace años que las mujeres son como los bancos, cuanto peor les tratas mejor te tratan. Nunca le di mucho crédito y no estoy seguro de que sea cierto, ni en un caso ni en el otro, pero ahora que lo pienso igual podemos decir lo mismo de Rafa, ese concursante especial.

Dice de sí mismo que no es como el resto de concursantes: "Yo soy Rafa Mora". Suena un poco a Raphael y su 'Yo soy aquel', de tanto predicamento en la España de los sesenta. Ambos son histriónicos y exagerados, aunque el concursante gana al cantante en ridículo. Por varias cabezas, además. Digo lo de tratarle mal porque (aparte de Perdi) es con la vaca con quien mejor ha logrado sintonizar. Precisamente con la vaca, esa misma que le cocea y embiste. Dice que tienen muchas cosas en común. Ahora resulta que ha descubierto que es su álter ego.

Puestos a buscar coincidencias tengo la tentación de decantarme por la respuesta que alguna vez leí a Martin Gardner, mago de la matemática recreativa, a aquella adivinanza propuesta por el 'Sombrerero Loco' a Alicia en la 'Alicia en el País de las Maravillas' de Lewis Carrol. La pregunta es: "¿En qué se parecen un cuervo y un escritorio?", y queda sin respuesta en el capítulo siete de ese maravilloso cuento. El autor daría una respuesta casi intraducible, al tratarse de un juego de palabras tan ingenioso como complejo. Pero Gardner lo resolvió con una parecida exhibición de ingenio: "En que ninguno de ambos es un líquido, ni un gas, ni una máquina, ni un estadio de fútbol, ni un cohete, ni..." Y así hasta el infinito y mucho más, como decía otro personaje de ficción infantil.

O sea, que la vaca y Rafa tienen tantos parecidos como diferencias. Los dos se parecen en lo que no son, como dice mi respuesta preferida al enigma de Carrol. Aunque si nos ponemos tiquismiquis podríamos decir que los dos son igual de cabezotas. A la vaca se le enreda la cuerda que la amarra a un árbol y no hay quien la convenza para que haga el más simple movimiento para desliarla. Al final lo hará por azar, pero nunca convencida por alguno de sus vecinos en la selva. A testarudos no hay quien les gane, quizá por eso Rafa se ha visto reflejado en el astado.

Ahora se ha empeñado en ridiculizar a Trapote dando muestras de su supuesta falta de personalidad mediante exigencias continuas, mandándola a hacer cualquier labor a sabiendas que ella la hará sin rechistar y poniendo siempre una buena cara. Es voluntariosa y apacible, no tonta y sin personalidad. El ridiculizador se ve, sin haberlo previsto así, ridiculizado por la respuesta de quien es objeto de un experimento tan mal intencionado como este.

Igual se creía que no nos íbamos a dar cuenta. Se cree tan extraordinario que peca al valorarse en exceso, considerando inferiores a todos los demás. Está claro que cuando la vaca se enreda y manda a Trapote que vaya a desliar la cuerda, y resulta que esta va pero no puede sola con la vaca, entonces pide ayuda pero Rafa le dice que lo haga sola, la única intención del valenciano es poner en ridículo a su compañera. Y si, con un poco de suerte, le cocea la vaca pues mejor. Ya sabemos las formas que gusta para quitarse rivales de encima, no dudando en aprovechar la más mínima debilidad de los demás para recomendarles que abandonen. Lo ha hecho no solo con Miguel y la famosa boda, también con Perdi cuando se ha encontrado mal de salud. ¡Por favor!, qué burda manera de intentar ganar este concurso.

Pero, como digo, la estrategia se está volviendo en su contra. Y él sin enterarse. Pretendiendo ridiculizarla consigue que muchos vean en esa concursante una buena persona, enemiga de las discusiones y promotora del buen rollo. Además de apiadarse de ella, eso en el primero de los lugares. Hay que ser torpe para ir dejando damnificados en un concurso como este, donde no se valora al más guapo ni al más fuerte, ni siquiera a quien más y mejor pesca (aunque algunos así lo crean) sino que la audiencia vota con criterios caprichosos, a menudo inconfesables.

¿Por qué votaría usted a Trapote para ganar este concurso?, podemos preguntar. Las respuestas serían muchas y variadas, sorprendiéndonos la mayoría, a buen seguro. Ahora bien, no me cabe duda de que una que aparecería repetida insistentemente sería algo así como: "Porque hay quien no la está tratando bien, y ella no lo merece". No confundir tratar mal con maltratar, que aparte de una acusación muy fuerte es absurda por definición. Para que exista maltrato hace falta que hubiera una relación afectiva previa, lo cual no es caso, como todo el mundo sabe.

La relación entre estos dos ha sido de siempre de pretendida superioridad por parte del ex tronista. No solo acusó a su compañera de egoísta sino que también la tildó de inútil y torpe, además de destacar su escasa femineidad basándose en algo tan peregrino como que meara delante de él sin ningún pudor. Intentó siempre menospreciarla, sin que se puedan explicar las razones de Rafa. El argumento de Lequio en el último debate me empieza a convencer. Según este colaborador algunos tienen envidia a Trapote por poseer una mayor formación intelectual. Yo diría, antes de eso, que tiene más educación.

Más educación que Rafita, sin ninguna duda. Me parece llamativo que la haya acusado tantas veces de egoísta, probablemente con razón en algunas de esas ocasiones, como cuando se calzó dos sudaderas para dormir cuando había quien no tenía ni una tan solo. Pero es llamativo no porque sea cierto o no, sino porque viene precisamente de quien abre un coco y se bebe la mitad, antes de ofrecer a nadie, o se sirve la ración más grande, con diferencia, en cuanto puede. Es un sarcasmo escuchar de sus labios la palabra egoísmo.

Si digo la verdad, yo creo que su reacción es la de un acomplejado. Un acomplejado de libro, vamos. Es mi opinión, como no tengo formación para hacer diagnósticos me limito a dar opiniones. No le ayudará nada que Trapote le gane esta partida. Cuando empezaba el concurso, y sin conocer personalmente a los anónimos, decía que ninguno podía equipararse a él en formación física y cualidades para la supervivencia. Además, ha dado claras muestras de machismo menospreciando en mucha mayor medida a sus compañeras que a ellos. Pues bien, ahí queda el dato de que permanecen en el juego tres mujeres (sin contar las dos nuevas incorporaciones) y cuatro anónimos (dos son mujeres, ya contabilizadas antes). Y él con un pie en la calle.

En Wild Cay no andan tan finos y bastante tienen con sobrevivir. Cada uno a su causa personal y todos a la común, porque la organización muy fácil no se lo está poniendo. Parri sobrevive al infarto por la presencia de Malena. La mira embelesado, si ella se queda en la cabaña tumbada él no se mueve y permanece a su lado, por mucho que las costillas se le claven tras una larga noche. Ella se ajusta el tanga y él vuelve a estar al borde de infartarse. Qué duro es esto. Me refiero a la supervivencia, claro.

He de confesar que me estoy imaginando la situación, poniéndole poesía y fabulando un poco. Pero es que le veo tan ilusionado cuando está delante de Malena, que no puedo apartar de mi cabeza la carpeta de apuntes de Parri forrada con fotos de Malena Gracia. Como si lo estuviera viendo.

Por otro lado, Román sobrevive a su delgadez extrema. La situación de todos los concursantes es bastante extrema y empieza a impactar ver cuerpos como esos, con el estómago hundido y las costillas marcándose en su torso. Como dije ayer, más impresionantes las imágenes en el caso de ellos que en el de ellas. Al bombero hubo de visitarle el médico, que no le dio exactamente una solución.

No es lo que conocemos por solución que le recomiende disminuir su actividad porque la única forma de detener su alarmante pérdida de peso es esa. A ver, muy bien, pero si no les dan más comida (cincuenta gramos de arroz está bien, pero no es suficiente) deben pescar, y quien mejor se desenvuelve en esa labor es él, entre otras cosas porque sabe bucear bien. El silogismo es claro: quien más pesca es Román, si no se pesca no se come, si no se come se adelgaza. Ergo, si Román no pesca adelgazará aún más.

No ayuda que la última tentación del Cadejo (el perro-totem) haya tenido la mala idea de proponerles perder dos esterillas y la olla grande en caso de que perdieran el reto, como así fue. Las cosas estaban demasiado tranquilas en la isla, me imagino, y debían animar un poco el cotarro. Cayeron en la tentación Sonia y Malena, a quienes se unió María José, esa que gusta de ser protagonista siempre, según propia confesión. De momento, solo encontraron comprensión entre sus compañeros, ante el bajón de volver a cruzar el manglar con malas noticias.

Es una pena porque esta vez debieran haber ido Román y Parri, a quienes veo más desmejorados. Perdi también, pero superada su bronquitis y tras un par de desmayos (uno de ellos especialmente escandaloso al caer sobre el fuego) parece algo menos afectado por la delgadez, quizá porque no pesca y hacerlo con las condiciones climatológicas que sufren día sí y día también debe desgastar mucho.

En el palafito al otro lado del manglar se encontraron una olla con varios kilos de espaguetis, que debían comer entre las tres expedicionarias en un plazo máximo de quince minutos. Si lo lograban conseguirían harina y café, pero de no hacerlo se quedarían sin lo señalado anteriormente. Se quedaron apenas a un puñado cada una cuando se vio cumplido el tiempo.

Una pena que hicieran el esfuerzo en balde, aunque eso que se llevaron en el estómago. María José también se llevó lo sobrante en los bolsillos del chubasquero. Tras comer un cuenco de pasta, Román decía sentirse mucho mejor, con otro ánimo e incluso dispuesto a volver a meterse al mar a pescar por la tarde, tras haber sacado cuatro hermosos ejemplares por la mañana. ¡Lo que hace un poco de comida!

Y hoy le toca a Román, algo más gordo de cara dentro de veinte años que cuando empezó esta aventura, y no digo nada respecto a ahora mismo.

Actualización:

Según nota de prensa distribuida por Telecinco, los concursantes serán sancionados mañana por incumplir las reglas del programa. El texto es el siguiente: