El buen tiempo se convierte en un problema para nuestra expedición en Groenlandia

Hilo Moreno 13/06/2016 11:14

Siempre me ha llamado la atención en las películas de barcos de época las jornadas de calma. Aquellos días en que el sol es abrasador y la tripulación aguarda desesperada la llegada del viento para continuar la singladura. En esos casos es habitual que el capitán ponga a todo el mundo a pulir la cubierta, recoger las velas o encerar el puente. Todo ello para que el personal no caiga en la desidia y se hunda en la desesperacion por la falta de viento. Nunca pensé en vivir algo similar en medio del hielo.

El gran trineo y su laboratorio móvil se paró y el sol comenzó a pegar con fuerza. Un día tranquilo no vino nada mal al principio para secar el equipo y poder dedicarnos a hacer ciencia. Realizamos una cata de nieve, y conectamos diversos experimentos. Pero la calma prosiguió y tuvimos que esperar más de lo deseado. Todos los días consultábamos el pronóstico meteorológico y los vientos no eran los esperados. Los días iban pasando y aunque fuéramos sobre el calendario, no podemos retrasarnos así que la falta de condiciones es un factor muy estresante.

El trineo grande tiene menos maniobrabilidad que los pequeños resultantes de su división así que si queríamos intentar forzar un rumbo tendríamos más posibilidades dividiéndonos de nuevo. Poco a poco empezó a resultar evidente que tendríamos que hacerlo otra vez, olvidarnos de las cenas comunes y volver a nuestros reducidos equipos de tres personas. Al tercer día de calma llevamos a cabo la operación y volvimos a separarnos. Con viento algo más favorable emprendimos rumbo a la estación científica de Summit de nuevo, forzando nuestros ahora pequeños trineos, exprimiendo a tope su capacidad de conducción y su versatilidad.

Unas horas más tarde avanzábamos, por fin, ambos trineos en paralelo por la inmensidad del Indlandsis, una estampa que parecía sacada de un libro de Julio Verne o de un episodio de 'Aquellos chalados en sus locos cacharros': dos curiosos vehículos de gran capacidad navegando a vela por el enorme glaciar de Groenlandia, algo que nunca antes en la historia se ha visto.

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