Is that all there is? (que cantaba Peggy Lee)

telecinco.es 15/10/2008 16:56

¿Qué se puede ver ante la nueva montaña situada frente a la redacción de Está Pasando?

1. Una butaca como de cafetería presidiendo la cumbre. Unos ponen banderas de su patria, otros butaquitas del bar. ¿Quién habrá llegado primero?

2. Aquí vemos un velado homenaje a Twin Peaks, serie que dio tantas satisfacciones a la cadena en sus duros inicios.

3. Un sofá. Intenté sentarme pero no podía respirar con el plástico.

4. Esta valla es azul: ¿es posible que también haya sido robada a Radio Televisión Española?

5. Si uno cruza esa puerta se encuentra con el fascinante almacén de atrezzo de Telecinco. ¡Los melones de Pasapalabra! ¡Los libros de mentira del programa de Ana Rosa!

6. Aquí vemos unas patas arriba. Ejemplo de cruda literalidad.

7. Mirad qué alcantarilla tan redonda y de perfecto acabado. De poderos, hipnótica e higiénica belleza.

Cuando esta mañana llegué a Telecinco, Rafael Amargo salía por la puerta principal despidiéndose con cariño de uno de los jefes de por aquí. Rafael Amargo es uno de los famosos españoles más fascinantes porque consiguió cabrear a un país entero por poner a Belén Esteban en braguitas rosas a bailar una canción de Madonna. Y eso no es capaz de hacerlo cualquiera, ni queriendo.

Por allí dentro estaba Efrén, tronista de Mujeres y hombres y viceversa, presencia ante la cual todas las hembras de Telecinco se acercan como gatitos que huelen sus galletas de pescado. Y pude oir el siguiente extracto de conversación:

EFRÉN: Una blusa preciosa.

CHICA EXCITADA: GRACIAS CARIÑO.

EFRÉN: GRACIAS A TI, CARIÑO.

Y si lo pensamos, esto es el día a día de un tronista, escuchar como las chicas le agradecen los halagos y luego agradecer que se los agradezcan. Lo equivalente actual para un tronista y su admiradora a lo que era, en la Grecia clásica, la charla entre Sócrates (pongamos) y su discípulo. Seguro que hubiera presenciado como la charla adquiría mucha más altura intelectual si me hubiese quedado, pero tenía que irme a comer.

Y bueno.

En el comedor había dorada y arroz tres delicias.

Ese cartel de la puerta de La Noria seguía ahí.

Y tal...

Bien, voy a ser muy franco, amiguitos. A veces la noticia se encuentra tras cada esquina. A veces tenemos encuentros digitales con personajes de tal calado social que mis dedos no dejan de encadenar palabras ante el teclado. Pero otras veces, cuando vengo y me acerco al mismo fondo verde que sigue puesto ante el plató de Ana Rosa, cuando ya he fotografiado todo lo que podía fotografiar e incluso la máquina de café, cuando el público de Pasapalabra hace la misma ruta ceremonial de camino al plató y cuando ya ni siquiera la máquina de zumitos da titulares porque todo el mundo ha tenido la puñetera ocurrencia de aprender a usarla, ENTONCES, cuando todo eso ha pasado, siento ganas de rasgarme mi rebeca, tirarla lejos, arrodillarme y gritar: "¡¡¡SOY UNA VERGÜENZA DE PASILLERO!!!".

De hecho hoy lo hice y he aquí la prueba:

Sé que un día llegaré y alguien mucho más despierto, dicharachero y con una cámara llena de increíbles fotografías y un bloc de notas lleno de jugosas anécdotas me empujará por las escaleras, tomará mi sitio y tendré que volver en silla de ruedas a la panadería familiar.

Oh pasillero por favor no te hagas la víctima que no nos das ninguna pena (Pasillero)

CÁLLATE ASQUEROSO POR FAVOR.

¡Qué tiempos aquellos!