Orlando, ambigüedad no tan calculada

telecinco.es 12/01/2009 08:13

Comienzo hoy una de las tradiciones de este blog y adelanto otra de su momento habitual. Esta última es la de publicar un vídeo resumen de la temporada, que en lugar de tras el final de la edición he preferido en este caso apresurarme para ofrecerlo hoy, si bien tras la final tendremos también alguna que otra sorpresa. Dicho vídeo lo podéis encontrar al pie de esta anotación. Por otro lado, comienzo con Orlando los daguerrotipos o semblanzas de los concursantes que han llegado a la final o se han aproximado (las haré de los cuatro habitantes que aún quedan en la casa).

Según el filósofo alemán Karl Rosenkranz en La estética de lo feo, un retrato daguerrotipo no nos ofrece al hombre en su totalidad sino al hombre tal y como se encuentra en una situación del todo particular, dominado por una disposición sentimental transitoria. Pongamos que la disposición singular en la que se encuentran los habitantes de Guadalix es por todos conocida, y hace que de alguna manera establezca cierta diferencia entre la persona y el concursante. Ciertamente ambos son unidad, pero las condiciones de su encierro son determinantes para que se comporten de una forma determinada, que es la que he intentado analizar con desigual fortuna durante todo este tiempo.

Luego es sabido que todos somos en realidad tres personas, o incluso puede que más: la persona que creen los demás que somos, el que nosotros creemos que somos y quien somos en realidad. Si hacemos esta idea más compleja, obtendríamos combinaciones del tipo de la persona que nosotros pensamos que los demás creen que somos, y así algunas más. En todo caso, con toda la modestia del mundo, este gato se limitará a describir lo que piensa de cada uno de estos personajes y su paso por el programa. Por otro lado, como aclaro siempre, me atrevo a tomar prestado de Manuel Vicent el término 'daguerrotipo', utilizado por este gran escritor en una serie de artículos increíbles publicados en el diario El País hace unos años, si bien quizá sería más sencillo llamarlo perfiles, semblanzas o como cada uno quiera.

Antes de esto que anuncio toca echar un vistazo sobre lo ocurrido en el fin de semana. A Liz e Iván les ha bastado este tiempo para discutir, enfadarse y volverse a reconciliar. El viernes ya contábamos el origen de su discusión, que finalmente tuvo como consecuencia la falta de comunicación entre ambos durante todo el viernes y parte del sábado. Que siendo cuatro estén enfadados dos de ellos plantea una situación incómoda, paliada por la presencia impagable de Leo y Doroti (mejor así que como lo he escrito los días anteriores). Esta idea de traer a las dos italianas ha sido proverbial, pues han llevado a esa casa un ambiente divertido en este tramo final del concurso. Anoche mismo les comunicaban por indicación de la 'súper' que lo de las parejas era un engaño y la reacción de ambas, especialmente de la atractiva y divertida Doroti, era de liberación. No obstante, esta había ya expresado en el 'confe' su decepción por el hecho de que no hubiera un solo hombre libre en la casa. Ahora tiene dos, si se da un poco de prisa aún puede tener tiempo.

Antes del daguerrotipo de Orlando solamente dos apuntes sobre lo visto anoche en el debate. De un lado, los porcentajes oficiales ciegos rebelan que no hay tanta distancia entre ambos nominados, al llevar uno el 57,2% de los votos siendo el 42,8% restante para el otro. Todo es posible, por tanto. Y lo otro es lo de Julito, del que ayer tuvimos dos elementos de juicio más para conocer al personaje. Por un lado, Kiko Hernández nos contó lo que muchos sospechábamos y es que Mirentxu en una pausa de publicidad se acercó a él para teledirigir lo que hubiera de decir en su despedida a Liz y los demás. Además, nos sorprendió diciendo que nunca le había dicho a la dominicana nada como lo que le soltó esa noche porque sabía que le iba a hacer más daño diciéndoselo desde fuera. Que cada cual saque sus propias conclusiones, la mía es muy simple: quien pretende hacer daño de esa premeditada forma es un tipo absolutamente despreciable.

Y ahora voy con lo prometido. Orlando hubiera podido ganar este concurso de calle. Lo tuvo en su mano el miércoles pasado, y no le hubiera costado nada. En los días siguientes también podría haber aprovechado la oportunidad para aumentar su cuota de votos, no tanto para salvarse este miércoles (la gala vuelve a emitirse ese día) como para ganar el asalto definitivo que se juega la semana siguiente. Pero tampoco parece que haya sido consciente de esto, a pesar de haber tenido mucho más tiempo que el breve espacio de apenas un par de minutos en que podía haberse ganado a España entera. Ya sé que utilizar el argumento de España es siempre ridículo, pero es otra tradición que ya fuera señalada por Gustavo Bueno cuando hacía notar que no había otro acontecimiento televisivo, quitando los deportivos, en que se utilizase tanto la palabra España. Quiero decir que la audiencia votante, o con mayor precisión los más predispuestos a formar parte de esa masa anónima, se habrían rendido al valenciano con tan solo un gesto, unas simples y certeras palabras, que no le habrían despojado de su ganado perfil de conciliador, poco polémico y amable concursante.

A Orlando le hubiera bastado con contestarle a Julito, cuando se despedía de él reservándole las únicas buenas palabras de la noche, algo como esto: "Julito, no acepto tus buenas palabras, no las puedo tener en cuenta, porque no soy capaz de asumirlas tras haber sido tan injusto y desconsiderado con el resto de compañeros que están aquí sentados a mi lado". Podría haber sido una frase no tan elaborada, en realidad con un "me da igual lo que me digas, yo no creo que mis compañeros merezcan lo que les has dicho", hubiera valido. O también: "Julito, aquí no hay buenos ni malos, todos sufrimos a veces y otras celebramos nuestro destino, hoy a ti te toca perder y nosotros cuatro ganamos, aunque sea de momento". Así de sencillo.

Estoy convencido de que si Orlando tiene una iniciativa como esta la semana pasada tendría en estos momentos a una audiencia (votante o no) entregada incondicionalmente. Hasta muchos de los que han estado apoyando a Iván, la gran mayoría gastando su dinero con mucho esfuerzo y simplemente por ver cumplido su sueño de hacer ganador a quien consideran su favorito, estarían hoy debatiéndose entre uno y otro, viendo con muchos mejores ojos a un concursante capaz de por una vez hacer o decir lo que se espera de él. Este lo hizo en contadas ocasiones, y casi siempre en la soledad de una sala de confesiones donde decía a veces lo que pensaba aunque fuese con esfuerzo, dubitativo sobre si estaba haciendo lo que debía o no y mirando casi siempre al suelo, lenguaje postural que dice mucho de su actitud ante el concurso. No en vano los especialistas hablan de que el lenguaje del cuerpo supone un setenta por ciento de nuestra capacidad de comunicación, frente a solo un treinta restante reservado al lenguaje verbal expresado fundamentalmente mediante la palabra.

Orlando mira al suelo en el 'confe' mientras fuera lo hace casi siempre a otro lado. Ante el más mínimo obstáculo o problema en la convivencia ha respondido con una predisposición elogiable a poner paz y aconsejar siempre el diálogo y la comprensión entre quienes estuvieran enfrentados por cualquier razón. Esto le honra, siendo tan útil para la convivencia del grupo como para su propia conveniencia. Está claro que se trata de un tipo al que no le gusta nada discutir ni participar de malos rollos, motivo por el cual mira siempre a otro lado cuando alguien le intenta hacer partícipe de sus problemas con un tercero. Esto es así especialmente cuando piensa que definirse puede ser un arma de doble filo para él, no tanto de cara a la imagen que proyecte en la audiencia como por la eventual necesidad de enfrentarse a esa realidad con una tercera persona en el futuro. Es decir, creo que Orlando no se define cuando otro compañero, ya sea Iván o Carlitos, le habla mal o le cuenta una actitud censurable de otro, simplemente porque teme ser esclavo de sus palabras y que estas sirvan para enfrentarle a ese otro compañero.

Además, parece especialmente incómodo en la medida que le pongan en el brete de tenerse que definir. Hasta entonces, simplemente mira a otro lado y actúa a su modo, que es manteniendo el apoyo mediante su propia presencia. En el momento que alguien pretenda un mayor nivel de definición su incomodidad será más y más evidente. En general, actitudes como la de Orlando me son poco gratas, prefiriendo con mucho aquel capaz de verse comprometido por sus propias ideas y opiniones, rechazando las injusticias infligidas a los demás haciéndolas propias. Es curioso que cuando alguien le ha contado lo mucho que le ha podido doler la nominación de un tercero siempre ha reclamado comprensión, intentando restarle importancia. Sin embargo, bastó con que Julito, precisamente él, le nominase una semana para que se hiciera cruces y se la jurase ante su amigo y la chica con la que se acostaba, cumpliendo una semana más tarde su anunciada nominación de tres puntos. Una cosa es que se lo hagan a un amigo y otra bien distinta que la víctima sea uno mismo. Pues faltaría más.

A pesar de que rehúyo a los tibios, con Orlando he experimentado un sentimiento encontrado que llevo semanas intentando discernir. Creo que ya tengo la solución y está relacionada con las mismas razones por las que he sido poco crítico con Almudena e Iván, o al menos he sido menos crítico que con la mayoría de concursantes. En la política española se acuñó hace tiempo la expresión "ambigüedad calculada". Pues bien, veo en este concursante una ambigüedad no tan calculada, y por eso también a él le he salvado a menudo de la crítica. Creo sinceramente que Orlando es así, la típica persona a la que no le gusta enemistarse con nadie, que tiene como su principal prioridad llevarse bien hasta con sus enemigos, de forma que muy importante tiene que ser la ofensa para que no se haga el despistado, pretendiendo no evidenciar hasta qué punto le puede llegar a afectar.

He conocido más de una persona así, cuya máxima reacción es ignorar al otro, haciendo caso del dicho que afirma no haber mayor desprecio que no hacer aprecio. Es casi su límite, la afrenta mayor que le apetece hacer. Por eso he creído estar entendiéndole casi siempre, aunque en realidad más que entenderle le envidiaba. Envidio esa capacidad para no hacer propias las ofensas a los más cercanos, la facilidad para pasar de todo, hacer de su capa un sayo y ver cosas más importantes que ofrecer la visión propia de lo que sucede alrededor de uno. Está claro que cada cual tenemos escalas de valores distintas, y en la suya no caben algunas cosas que son básicas en las de otros. Por esto me parece que cuando más ha calculado su ambigüedad ha sido precisamente en sus limitados análisis en el 'confe'. El resto del tiempo no hacía falta que calculase o evaluase lo que debía o no hacer, simplemente porque se estaba dejando llevar por su impulso primero, y ese no es otro que pasar, hacer oídos sordos y mirar al frente, manteniendo el rictus inamovible y, eso sí, la sonrisa oculta hasta nueva orden.

Si Orlando llega a la final lo habrá merecido en buena lid. Ya el hecho de quedar cuarto es un digno lugar, y eso ya no se lo podrán quitar a ninguno de los cuatro últimos habitantes de la casa. Lástima que no fuera más despierto esa noche del miércoles pasado, y también que en estos días esté manteniendo una actitud algo más mezquina de lo habitual. Por ejemplo, no me ha gustado nada esa insistencia en gritarle el nombre a Iván cada mañana, incluso tras las siestas, en un tono que no por cariñoso deja de tener la segunda intención de evidenciar que su compañero es con frecuencia el último en levantarse. Menos aún me gustó el estocazo que me pareció le intentaba dar a su amigo Iván y una Almudena a la que ha puesto de parapeto durante varias semanas a la hora de nominar, como excusa perfecta para justificar sus puntos a Iván.

Anoche le decía Orlando a Iván que se alegrará de llegar a la final gracias a la decisión final del público y no como Chiqui y él que entraron en la terna de finalistas directamente. No quiero ser mal pensado pero me parece que este chico da pasos de gran felino en misión de caza. Son pasos cortos, pausados, entre los cuales sus víctimas pueden cambiar de postura decenas de veces, para de esta forma aproximarse con sigilo, sin poder ser detectados, y asestar un golpe fatal en el momento preciso, o al menos intentarlo. No veo muy certeras las cuchilladas del feriante, y además cuenta con el tiempo como enemigo implacable. Aunque bien pensado, y teniendo en cuenta que va de torpeza en torpeza, más le vale que no se extienda esto más allá del día 20, porque a mí personalmente se me está atravesando en esta hora final todo lo que no lo había hecho antes.

Si no fuera por cosas como las que cuento, que aproximan a Orlando mucho más a Julito el 'impostor' que a otros a quienes veo venir siempre con mayor franqueza, como los dos finalistas a los que aquel quiere quitar mérito, estaría deseando verle en la final junto a ellos. Quizá no se da cuenta que quienes ya han llegado a la final no solamente se lo han ganado por haber sido salvados por la audiencia votante en repetidas ocasiones, sino porque también sus compañeros llegado el momento les han excluido de las nominaciones. ¿O acaso quiere Orlando que recordemos cuántos votos tuvo cuando hubieron nominaciones en positivo? Aunque el caso más cercano es la última votación, en que sus tres compañeros le nominaron a él mientras ninguno hacía lo propio con Almudena.

A pesar de esto último, Orlando puede presumir de haberse merecido el respeto de casi todos sus compañeros de encierro. Posiblemente con la salvedad de Mirentxu, que siempre me pareció que le miraba con el mismo recelo que a Iván, agravado en su caso por el hecho de dedicarse a un oficio modesto como el de feriante, además de por no aprobar su relación un tanto liberal y exenta de mayores compromisos con Nany. El resto le han respetado y con todos ellos ha tenido buenas relaciones, demostrando ser uno de los mejor dotados y/o más hábiles para las relaciones sociales, lo cual es en definitiva uno de los pilares de la buena convivencia.

No quiero hacer esta semblanza mucho más extensa. En alguna medida me apetece ver a Orlando entre los tres finalistas, compartiendo el momento con un Iván y una Almudena junto a los que estuvo en los peores momentos, dando cuenta de su apoyo y ofreciendo quizá el más valioso de los avales, especialmente cuando la aplastante mayoría de habitantes intentaban arrinconarles ejerciendo de forma abusiva el poder de las mayorías. A pesar de todas las objeciones que pongo a este concursante, no olvido que siempre estuvo ahí en los momentos clave, sin dar un paso atrás antes de estas últimas semanas, en que probablemente el miedo a estar donde no debía le aproximó más a Palomares y Julito, si bien hoy ya debería haberse dado cuenta de que estaba equivocado. Por eso prefiero que quede en mi memoria aquel Orlando que estaba donde debía, aunque fuera en silencio y mirando casi siempre hacia otro lado.

[Hoy a las 12.30, Julito te responde en un nuevo Encuentro digital, para el que puedes dejar ya tus preguntas. Dejo el vídeo prometido, para el que hemos revisado casi 5000 capturas de pantalla publicadas en esta web, incluyendo en nuestra selección más de 250 de las mismas. Es un vídeo hecho con todo el cariño de este gato como recuerdo de una edición mágica como pocas. Como siempre, lo podéis encontrar también en MiTele, desde donde se puede llevar a cualquier blog o web, así como enviarlo a un teléfono móvil. También os recuerdo que podéis votar a este blog o a cualquiera de los existentes en esta casa en la elección del mejor blog, cuyo ranking se puede consultar aquí.]