Alain tendrá algo con Clara cuando salga, según Meri

telecinco.es 30/11/2016 09:43

Se lo contó Meri a Adara, y estaba muy convencida de ello. No tiene pruebas, solo ese fuerte pálpito que una mujer avala con la probada intuición femenina. Meri cree que Alain tendrá algo cuando salga con una exconcursante de esta edición. No pronunció nombre alguno, tanto que a Adara le costó averiguar a quién se estaba refiriendo. La duda estaba resuelta pensando en lo que dijo Alain el domingo después de ver a Clara alegando a su favor. “¿Recuerdas lo que dijo Alain en una fiesta sobre su mujer ideal?”, preguntaba Meri, pero Adara no se acordaba. En ese momento todavía estaba dudoso sobre si Meri tenía en la cabeza a Rebeca o a Clara. Descarté a las otras exconcursantes por motivos diversos, y no me equivocaba. La pista definitiva la dio Meri al comentar la rabia que le daba escuchar a Alain elogiar lo justa que es esa persona. El domingo fue uno de los más llamativos comentarios que hizo sobre Clara. ¡Bingo! Ya sabíamos lo que tenía Meri en su cabeza con completa seguridad.

¿Quién le podría decir a Meri si está o no en lo cierto? El tiempo dirá, aunque la respuesta de Adara fue una vez más la que uno puede esperar de un buen amigo. No se trataba de quitarle la idea de la cabeza, pero sí ayudar a que Meri se diera cuenta de que era tan solo una mala idea que había atravesado su cabeza, al parecer para quedarse. Posible es, y no parece nada descabellado. Otra cosa es que vaya a pasar o no. El amor tiene esas cosas tan extrañas. Uno es capaz de atormentarse por algo que no ha pasado. Es parecido a aquella teoría de Eduard Punset que tanto me gusta sobre una característica única del ser humano, capaz de sentir pavor no ya delante de un león, sino simplemente imaginando su presencia. El león que atormenta a Meri estará inflando su ego ante este inesperado protagonismo.

A nadie se le escapa que Meri es tan pesada como poco paciente demuestra ser Alain con ella, no así con otros. Eso es indudable, y todos lo están sufriendo en alguna medida, aunque obviamente más el francés. Lo que le pasa a Meri es que no termina de aceptar el rechazo. Por eso le da una y mil vueltas a lo mismo, volviendo en cada discusión a aflorar aquello que le duele. Alain no sabe cómo sacarle la idea de la cabeza y cada vez agrava la ofensa. Empezó diciendo que había sido ella la que le metió mano. Ahora ya habla de que él la apartó, pero ella insistió y volvió a acercarse. No sé qué será lo siguiente. El mal humor creciente de Alain le lleva a decirle a Meri cosas tan desagradables como que no toque sus cosas. Ayer le reprochó hasta que se comiera un caramelo suyo. También que no le hubiese devuelto las chanclas que él mismo le prestó con tal condición. El lector pensará que nada tiene de particular todo esto. El problema es ese tono desagradable que Alain solo emplea con Meri.

A Alain no le hace ninguna gracia que Meri le cuente a Adara lo que habla con él y lo que siente por la situación entre los dos. También en esto puedo llegar a entenderle, pero se vuelve a equivocar formulando su queja. “Nadie tiene que estar hablando de nuestra relación. A Adara no le hubiera gustado que hablásemos de su relación con Pol”, dice Alain. Y eso sí que no. Imposible ser tan desmemoriado. Ese era el tema de conversación preferido para la mayoría en la casa durante semanas. No olvidemos que Adara se levantó un día y de repente su supuesta amiga Bea empezó a increparla acusándola de estar jugando con Pol. Como para que ahora venga el señorito Alain a decir que Adara no consentiría que se hablase de su relación.

Como siempre pasa con Alain, no le escuchamos entonces decir ni una sola palabra en contra de que los demás se estuvieran metiendo en la relación entre Adara y Pol. Independientemente de si él mismo lo hizo, que seguramente sí, tampoco censuró a Bea por meterse, ni medió en ningún momento defendiendo su idea, que conocemos ahora. Tampoco protestó el domingo por los gritos de Bea. Nunca lo ha hecho. Ya sabemos que solo le molestan los gritos de Adara. Alain es de esas personas que dan una importancia enorme a todo lo suyo y no mueven un dedo ni articulan palabra si algo no les afecta personalmente. Cuando digo que Alain es un tibio me refiero a cosas como esta. Se difumina con el fondo siempre que la cosa no va con él. Es capaz de presenciar injusticias sin fin permaneciendo en completo silencio. Eso sí, no le tosas en el cogote porque entonces tenemos lío asegurado. Así es Alain. Tibio y egoísta, afectado de sí mismo y ególatra a la sordina.

Si el lunes echaba en falta que alguien hubiera tomado el papel de mediador en esta edición, hoy me lamento porque hayamos llegado a la fase final del concurso, que comenzará este jueves, sin un villano. En esta final falta un villano. Adara sueña con llevar con ella hasta la final a Meri, aunque en este caso se supone que le perjudica para no dispersar el voto. Es el mismo caso del balancín, pero a la inversa, e igualmente ha sido desmontado por el programa en infinidad de ocasiones. Sin ir más lejos, la pasada edición dejaron solo a dos finalistas en la casa durante todo un día, después de escenificar una falsa final en la que saldría Niedziela. La final también era convertida en un duelo. Creo que ellas dos merecen llegar al último día más que los otros. Luego tenemos al tibio, también un tipo con dificultad para mantener la verticalidad, la choni falsa, e incluso un actor secundario con aires de prima donna. Pero nada de villanos.

Miguel podría ser el villano que necesitábamos a estas alturas, pero se lo impide su alma de estrella. En su guion nunca hubiera concebido aparecer como tal ante los ojos del espectador. Si he de ser sincero, creo que le vendría grande el papel. Demasiado para un chico de coro que no debería aspirar a más. A Miguel le sobra picardía, pero le falta maldad. Ni siquiera creo que sea cierto lo que dijo en los castings sobre su afición a romper y retorcer parejas. Otra cosa es que ese discurso le comprometiera e intentase cumplir lo prometido con Pol y Adara. Miguel es aficionado a jugar el parchís, es decir, se come una y cuenta veinte. Solo hay algo que no dudo en él: necesita su dosis de espectáculo diario.

Ayer quiso ser protagonista abandonando la prueba y haciéndose el dolido por una broma sin importancia de Meri, que rio Bea. Lo que diga Meri le da igual, pero no que a Bea le pueda hacer gracia. ¡Vaya por Dios! Era su pequeño show diario, no tan elaborado siempre. Mucho mejor el de la madrugada del domingo, cuando hizo un timidísimo amago de abandono. El ‘play peluquín’ del que hablábamos el lunes fue solo una palanca donde apoyar su última creación. Del autor de “¿Y ahora qué? Soy libre. Ganador de mi puta vida”, llega ahora “Soy un pollito encerrado”. En los mejores dispositivos. A pesar de que estuvo largo rato esperando a que saliera Adara del ‘confe’, al discurso le hubiera venido bien darle una vuelta más.

No digo lo de darle otra vuelta al discurso solo porque cuando un huevo se cuece en lugar de salir un pollito tengamos un riquísimo huevo cocido. Si lo cueces poco es un huevo mollet y si lo haces sin cáscara huevo poché o escalfado. Pero no un pollito, por favor. Por si el lector no sabe de lo que estoy hablando le pongo en antecedentes. Miguel entró al ‘confe’ diciendo con la boca pequeña que se quería ir, y en seguida se puso al tajo con su poco trabajado guion. Decía así: “Cuando yo entré aquí era un huevo. Ese huevo se fue cociendo y gracias a que me encerrasteis en una jaula salió un pollito. Y ahora tengo las alas en la jaula y necesito salir de aquí”. Liberad al pollito Miguel, sería el eslogan perfecto. El primer pollito cocido en la historia. Dejad que vuele.

Si por algo merece Miguel ser el tercer finalista es por premiar su inventiva. Nadie ha hecho tantos esfuerzos como él por mantener el interés. Ha logrado aguantar casi tres meses hasta que quemó su bisoñé y repartió las cenizas por las plantas artificiales del patio de la casa. Ahora es un pollo encerrado. De este pozo de las sorpresas manan ideas sin fin que proporcionan diversión y entretenimiento al espectador. De acuerdo que a veces puede sacar de quicio, como anoche cuando decía que está logrando superar sus complejos porque antes se miraba al espejo y decía: “Soy un puto monstruo”. Y todo esto porque tenía entradas, solo por eso. Qué pedrada, madre mía.

En la tira diaria de Divinity de ayer tuvimos un adelanto de las imágenes del ‘confe’ de más de una hora, esa especie de mediación externa que ha logrado mantener un ambiente respirable en la casa desde entonces, aunque no han faltado discusiones. Por lo que hemos visto y sabido, el 'súper' habló de sus diecisiete años en este programa y el dolor que siente porque todavía haya gente que no ha entendido en qué consiste esa experiencia. “Ese aire tan contaminado que hay es un aire que construís vosotros y en vuestra mano está que ese aire se limpie”, les dijo el ‘súper’. Y añadió: “Ninguno de vosotros está teniendo empatía. Y esos son los problemas que debemos solucionar”.

Hasta aquí muy de acuerdo, en más de una ocasión he destacado el problema de falta de empatía, un problema endémico que afecta prácticamente a todos en esta edición que bauticé el primer día como la de los egos desmedidos. Menos de acuerdo estoy con que los concursantes sean o deban de ser ejemplo de nada, como decía el ‘súper’ a continuación: “Vosotros sois ejemplo para muchas personas que nos están viendo”. Pues no, aunque entiendo que ciertos comportamientos no son un buen ejemplo y el programa quiera o tenga el encargo de velar por eso. Pero el concursante no puede estar pendiente de ser ejemplo para otros. Ni puede ni debe. Hay que apelar al propio orgullo y conveniencia, no a valores tan generales que quedan muy lejos de sus objetivos. Bastante cuesta hacerse responsable de uno mismo como para representar a nadie más.

Lo mejor de esa charla fue la parte de dinámica de grupo. Al parecer, los concursantes pidieron al ‘súper’ que se personase en el ‘confe’ para darle un abrazo y este prometió que tenía abrazos guardados para todos, adelantando que se los dará a su debido momento. De momento, sugirió que se dieran los abrazos entre ellos, y así sucedió. A un abrazo colectivo le siguieron otros entre quienes más conflicto han tenido. Adara se abrazaba a Miguel y le decía: “Vale ya, ¿no? De corazón, eh”. Porque los abrazos sin corazón no son lo mismo. Miguel también aseguraba que lo suyo era de corazón. Ayer titulé con una duda razonable sobre el tiempo que durará esta paz relativa. Ahora estoy un poco más convencido de que llegaremos al final sin un nuevo tsunami de discusiones gigantescas y erupciones de resentimiento. O sí, ¿quién sabe?

Moleskine del gato

Solo una cosa, por hacer honor a la verdad, aunque no pensaba hacer mención a esto. Adara se levantó en El Club enfadada con Miguel y su silla volcó cayendo al suelo. No hay más. Allá cada cual si quiere exagerar hasta el ridículo este episodio sin importancia. El propio Miguel quiso exagerar, no me cabe duda de que con toda su mala intención. También ayudó a ello Bea. Ahora que hemos visto las imágenes sabemos más sobre la catadura de estos personajes. Por cierto, nada se dijo en aquella ocasión que el propio Miguel reventó intencionadamente una copa durante una fiesta. Lo siento si molesta esta bofetada de realidad. La verdad es que parece que estuviera rebuscando en el origen de los tiempos. Como si esto hubiera sucedido en la antigüedad. In illo tempore