Alfredo cree que Paula le ha quitado a Luis y sangra por esa herida

telecinco.es 14/10/2014 08:36

Lo más importante ocurrido ayer fue comprobar cómo entre el atracón de dulce que se dieron el domingo y esos pollos en dudoso estado que no descartan cocinar hubo ratos que daban número para ir al baño, debiendo hacer paciente cola a la puerta del retrete. No hay mal que por bien no venga, y mientras a Azahara le dan 18 kiwis para intentar resolver su estreñimiento otros usan métodos más expeditivos. Tenga en cuenta el lector que esa concursante tiene tanta aversión a comer carne animal como afición a los dramas.

Ya sé que hablar de concursantes con diarrea o estreñidos no es lo más sugerente posible, pero de veras que el día de ayer fue completamente yermo en contenidos. Pocas cosas pasaron y algunas producen cierto estupor al tiempo que cuesta analizarlas o interpretarlas. Por ejemplo, vimos de nuevo a Jonathan y Yoli en semejante situación a la que hemos conocido días atrás y todo indicaba que se habían propuesto ambos evitar. Queda por despejar la duda de cierta conversación entre ambos el domingo, pero independientemente de lo que se dijeran, resulta chocante verles de nuevo igual.

Yoli subida encima del primo. Jonathan abrazando en la cama a la prima. ¿Les suena? Escuché a Jonathan proponer a Yoli un masaje para mitigar el dolor de su entrepierna provocado por la bicicleta estática. Y le vi cogerla en brazos diciendo: “No te he cogido del chocho”. A mí que me lo expliquen. Todo esto hace que cada día me crea menos a Jonathan y dude más del motivo de sus lágrimas del viernes. En definitiva, me da igual si juega con Yoli o la engaña, pero no me hace ni una pizca de gracia que lo esté haciendo con nosotros.

Alguien me apuntaba estas últimas horas que consultase el texto de la ficha de este concursante en el sitio web del programa. Así lo hice y me encontré con lo siguiente:

“Jonathan se define como un chico espontáneo y auténtico. Es enamoradizo y le gustaría encontrar en Gran Hermano a una chica que le haga sentir mariposas en el estómago. Está acostumbrado a tratar con todo tipo de personas y asegura ser una persona de fácil convivencia. Han declarado que quieren vivir juntos la experiencia de Gran Hermano para superarse a sí mismos”.

¿Encontrar la chica que le haga sentir mariposas en el estómago? ¿Así de cursis somos?

Ya sé lo que algunos me dirán: Esto era antes de las tres semanas con la “personaquetengofuera”. Sí claro, pero no cuela. Creo que Yoli no le gusta en realidad. Que cuando le dice lo de la “personaquetengofuera” cree haber encontrado la excusa perfecta. Y también que el inexplicable llanto del viernes estaba provocado por su incapacidad para resolver una situación como esa, y la preocupación por cómo puede todo ello influir de cara a la expulsión de este jueves.

A pesar de la preocupación de Jonathan cara a la expulsión creo que los tres nominados están bastante convencidos de que no serán ellos quienes habrán de salir de la casa dentro de un par de días. Posiblemente Jonathan piense en lo injusto que sería salir él cuando están Omar y Lucía sentados a su lado al borde de ese precipicio que es la expulsión. Omar está convencido de que el mundo gira a su alrededor y este programa también. Y Lucía es la versión femenina, con pelo y gafas, de Omar, por lo cual también cree que ambos son la caña de España. Imposible que les expulsen a ellos.

Diría más, me da la impresión de que cuando la pareja pide la hora sin cámaras por si acaso se tienen que separar este jueves, en realidad cada uno de ellos piensa que es el otro quien puede terminar abandonando la casa. Esta confianza en que será el otro quien reciba el castigo de la audiencia me ha hecho recordar la ‘paradoja del ahorcamiento inesperado’ formulada por Michael Scriven a principios de los cincuenta. Empeñados en resolver esa paradoja estuvieron expertos en lógica de la ciencia, filósofos y especialistas de otras disciplinas.

En su planteamiento original nos presenta la ‘paradoja del ahorcamiento inesperado’ a un hombre condenado a la horca, cuya sentencia es comunicada por el juez un sábado: “El ahorcamiento tendrá lugar a mediodía, uno de los siete días de la semana próxima. Pero no sabrás qué día será hasta que no se te informe de ello la mañana del día del ahorcamiento”. El juez era conocido por ser una persona que siempre mantenía su palabra. El prisionero regresó a su celda acompañado por su abogado y en cuanto se quedaron solos habló este último: “¿Te das cuenta? No es posible llevar a efecto la sentencia del juez”.

El abogado, con una sonrisa de oreja a oreja, razonaba por qué no se podría llevar a la práctica la sentencia del juez: “Obviamente, no pueden ahorcarte el próximo sábado. El sábado es el último día de la semana. La tarde del viernes estarías aún con vida y sabrías con absoluta certeza que el ahorcamiento tendría lugar el sábado. Sabrías esto antes de que se te comunicase el sábado por la mañana. Esto violaría la sentencia del juez. Por tanto, el sábado está completamente descartado. Esto hace que el viernes sea el último día en que pueden ahorcarte”. El condenado atendía con atención a su abogado, poniendo sus cinco sentidos para entender su discurso.

Proseguía el abogado, completando su argumentación: “Pero no pueden ahorcarte el viernes porque el jueves por la tarde quedarían sólo dos días: viernes y sábado. Puesto que el sábado no podría ser, el ahorcamiento tendría que ser el viernes. Saber esto volvería a violar la sentencia del juez. Así el viernes queda eliminado. Esto nos deja el jueves como último día posible. Pero el jueves está descartado porque si estás vivo el miércoles por la tarde sabrás que el jueves será el día. Exactamente del mismo modo puedes descartar el miércoles, el martes y el lunes. Esto deja mañana solamente”.

Algo aturdido, el prisionero condenado exclamó: “¡Pero no pueden ahorcarme mañana porque lo sabría hoy!”. Había seguido correctamente el razonamiento de su abogado, dejándose convencer con facilidad. En pocas palabras, no había nada contradictorio en las dos afirmaciones de la sentencia; sin embargo, no se podía llevar a cabo en la práctica. Al igual que el preso y su abogado, creo que los tres nominados de esta semana tienen la convicción de que no será ejecutada la sentencia del público. O, por lo menos, no sobre ellos.

Los tres nominados piensan que son mejores que los otros. Omar y Lucía porque eso forma parte de su forma de ser, aunque no se están dando cuenta de lo insólito que resulta estar tan crecidos mientras vegetan al alimón. Omar se escaquea de las pruebas por una lesión de rodilla que se reproduce en los momentos oportunos y se esfuma en cuanto hay una fiesta. Son una pareja triste que anda reprobando a los demás todo el día mientras cada vez están más aislados del resto de compañeros. Para quienes llevamos defendiendo desde el jueves que no se deben ir Omar ni Lucía resulta ya insostenible atendiendo a la actitud de ambos. Sin Omar la casa sería una granja escuela, pero con él dentro más parece un cementerio.

El convencimiento de Jonathan es más explicable. Los malos son los otros, es evidente. Lucía ha hecho sufrir a Paula y Omar a las dos sucesivamente. Eso le da una superioridad moral muy importante. En eso se iguala el primo a los otros dos nominados, porque todos ellos tienden a ver en los otros lo que no aprecian en ellos mismos. No se explica de otra forma que la pareja triste critique a Paula por cansina mientras Lucía se empeña en cantar sin que nadie se lo haya pedido. O que censuren a otros compañeros por trasnochar cuando ellos se han levantado tantas veces de madrugada para atracar la cocina, acreditando tener por ello una afición importante.

Como los protagonistas de la paradoja, los tres nominados parecen confiados en la imposibilidad de que se cumpla en ellos la sentencia de la audiencia, aunque por si acaso cada uno ha puesto lo suyo de su parte para evitar la horca. Jonathan siendo mucho más activo, además de dar una de cal y otra de arena en su relación con Yoli. La pareja triste pidiendo una hora sin cámaras. Curiosamente, todo esto hace que cualquier día pueda aparecer el verdugo en la celda del condenado, porque sumidos en su errónea confianza no lo esperarían en ningún caso. Se habría cumplido entonces, de forma escrupulosa, la sentencia. Es la ‘paradoja del ahorcamiento inesperado’.

Alfredo insiste y repite que está viendo a Paula haciendo un papel, e incluso parece muy afectado por ello, hasta el punto de avisar de sus dudas sobre si va a poder controlar ciertos impulsos violentos y preguntar si en caso de expulsión por agresión hay que pagar sanción. Se me vislumbra que su alejamiento de Paula y la tirria que ahora parece haberle cogido tiene otra motivación, y no el carácter o las formas de esta concursante.

Paula es la misma desde el primer día. Diría más, su separación de Omar le ha venido bien puesto que ahora parece más alegre y divertida. Si algo ha conseguido Luis puede que sea sacarla de la tristeza en la que estaba sumida y recuperar a una Paula que vive en el mundo de la piruleta, pero solo a tiempo parcial. Como un resorte, esta concursante es capaz de activar su yo más ‘flower power’ y puede incluso levantarse de la cama haciendo el tonto, mientras en otros momentos sabe echar el freno, comportándose como una persona adulta y normal. Es decir, tiene sentido de la medida, lo cual no puede decir todo el mundo.

Lo de Alfredo no es tal como él lo cuenta. En realidad sangra por una herida que intenta ocultar, por la razón que fuere. Creo que siente como si Paula le hubiera quitado a Luis, y esa es la razón de su monumental inquina hacia ella. Por eso piensa en sus particulares ‘ Bodas de sangre’, fantaseando con terminar siendo expulsado por un arrebato de pasión. Supongo que también influye en ello su aversión visceral ante el esfuerzo en las pruebas.

Siendo más preciso, la aversión de Alfredo es al trabajo en general. Hemos comentado lo poco dados que son Xamy o Fran a colaborar con el grupo en la limpieza u otras labores de la casa, pero no se nos puede escapar que hasta el momento Alfredo no ha lavado un plato, y mucho menos otras labores. Ya comenzó avisando los primeros días que jamás limpiaría el cuarto de baño porque le da mucho asco. También le da asco lavar los platos. La ecuación vendría a ser: si comporta trabajo da asco. O, más simple: trabajo igual a asco. Y punto final.

Que alguien me diga lo que pinta ahí un concursante como Alfredo. No trabaja, apenas aporta nada en las pruebas, teniendo insomnio no lo aprovecha y no para de protestar porque algunos de sus compañeros quieren vivir esa experiencia con más pasión que él. Vivir las madrugadas es algo que está en el libro de concursante de este programa. Vivir y dejar vivir, podríamos decir. Alfredo no hace ni lo uno ni lo otro. Ahora quiere exponerse a la expulsión ante Paula la próxima semana. ¡Qué ganas! A ver si es verdad y nos quitamos de encima este mueble triste y protestón.

Sobre Paula y Luis, tan pronto dije que no estaba viendo comentarios en la casa sobre la creciente relación entre ambos vemos en un resumen a Juanma preguntando sobre ello. Le pregunta a Paula, y esta explica lo mismo que en el ‘confe’. “Somos amigos, o más bien hermanos”, dice Paula, confesando que Luis es el chico que más le aporta en la casa y a quien más cariño tiene. Luis viene a decir lo mismo. Para él Paula es una chica divertida, en contraste con otros muebles tristes que pueblan esa casa.

Muy significativa me parece la conversación que vimos en el diario entre Paula y Luis, en la que aquella intenta asegurarse de no estar alimentando esperanzas sobre algo que no existe. Luis la dejó tranquila al decirle lo que ella esperaba. Los dos se ven como hermanitos que juegan y se divierten, aunque el solo hecho de plantearlo revela que los dos tienen tan claro lo que sienten como seguros están de que mañana todo puede cambiar. Y por esa herida se está desangrando Alfredo.

Moleskine del gato

Me voy a empezar a quitar el sombrero ante el concurso que está haciendo Fran. Su estrategia de comer la oreja a todo bicho viviente está siendo ejecutada con brillantez. Abraza a Omar diciéndole que es un crack mientras le nomina confiado en que es un cadáver de concursante. A Alfredo le confirma que él lleva tiempo pensando lo mismo de Paula, aunque luego a esta la trata casi con veneración. Fran empezará a salir nominado cuando deban elegir por eliminación, dado que su diferencia de edad con la mayoría le mantiene a cierta distancia de algunos concursantes. Ahora bien, hasta entonces tiene un seguro de vida que él mismo ha ido adquiriendo peloteando a sus compañeros por activa y por pasiva.

La Azahara que ha sido primera en acostarse muchas noches ha mutado, amigos míos. Una charla con su psicólogo, y otra con el súper, la han convencido de que siendo un mueble está tirando por la borda sus posibilidades en el concurso. Por eso, anoche se acostaba la última, aguantando en la radio con Xamy aún a costa de soportar un sueño de muerte. ¿Resultado? Sigue siendo la misma concursante soporífera de siempre. Lo suyo no se arregla trasnochando, eso está claro. Si a alguien se le ocurre como que no dude en contárnoslo.

No entendí en qué contexto exactamente decía Jonathan ayer lo siguiente: “Los gatos no están bien de la cabeza”. Lo llevas claro, chaval.