Las amenazas de Fran casi siempre se quedan en nada

telecinco.es 22/03/2016 08:46

Fran amaga y no da, por el momento. Lo ha hecho en muchas ocasiones. Si repasamos lo que pasó hace justo una semana, ni siquiera fue capaz de enfrentarse abiertamente a Carlos. El día anterior había contado con él como un aliado intentando convencerle para llevar a cabo una estrategia brillante y prácticamente imbatible. Llegó el momento de los posicionamientos y pesó más su ego, el deseo de ser protagonista y dar la campanada. También su aspiración a convertirse en el nuevo Carlos imitando algunas de las cosas que han llamado la atención en él, convirtiéndole en favorito de muchos espectadores. Fran pensó que arremetiendo contra todos y montando gresca en medio de un programa nocturno lo tenía todo hecho. El martes es el día ideal para ello.

Sacrificando la estrategia que con tanto empeño había estado defendiendo el día anterior, y que podía haberle divertido a él tanto como a la audiencia, Fran se posicionó en contra de Carlos. Sin embargo, sus argumentos no eran en contra de este concursante, sino que hacía extensiva su descalificación a todos, incluyendo su amigo Alejandro. Fran no dijo que prefería la expulsión de Carlos porque es un pelota al que estaba viendo hacer últimamente cosas que no ha hecho nunca antes. En lugar de esto, dijo que todos eran pelotas y estaba viendo que algunos (así en general) hacían cosas ahora que nunca hicieron antes. No se atrevió a cargar contra Carlos, convirtiendo su discurso en una crítica general.

La madrugada del domingo Fran anunció una tercera guerra mundial para los dos primeros días de esta semana. El lunes iba a empezar el infierno y el martes estallaría la bomba. De momento, no se huele el napalm y apenas se han visto las primeras escaramuzas. Fran es muy de anunciar fuegos artificiales para ofrecer después petardos, y la mitad ni explotan por estar mojados. Efectivamente, ayer comentó con varios compañeros que se habían escuchado gritos del exterior llamando “cornudo” a Carlos. De momento, ni siquiera esto ha llegado a los oídos del interesado. Una vez más, Fran no se atrevió a dar el paso definitivo.

La amenaza de la primera incursión y el comienzo de la guerra permaneció hasta avanzada la madrugada. La montaña parió un ratón y Fran se acostaba contestando amablemente las buenas noches de un Carlos que no escatima su “mi niño” a nadie, tampoco a él. Su cómplice y lugarteniente fue más allá. Si Fran va dando bandazos de un lado a otro, mostrando más miedo que vergüenza, lo de Alejandro es doble cara y puro arrepentimiento. Cuando está con Carlos se convierte en un concursante adorable y al lado de Fran parece no tener principios. Ayer repetía sus deseos de ser expulsado, lo cual terminaré creyendo. Descartado el puro instinto de supervivencia, solo me queda pensar que es inmensamente temeroso, por no decir cobarde.

En medio de la fiesta, Alejandro pedía perdón a Carlos por haber dicho cosas que le incomodan y no piensa realmente. Se refería a cosas dichas a sus espaldas, y Carlos ya le advertía que no lo tendría en cuenta. “Mira lo que pasó con Rappel, enseguida le dije que no se preocupara porque no merece la pena. Yo sabré perdonar lo que sea y lo entenderé”, decía Carlos en respuesta a un Alejandro arrepentido. Y entonces me preguntaba si estaban siendo sinceros los dos. Con su perdón, Alejandro puede estar intentando amortiguar el golpe si este jueves en la sala de expulsión les ponen las imágenes del aquelarre del domingo, por no ir más lejos. Por su parte, Carlos puede perseguir quedar ante la audiencia como un maestro comprensivo ajeno al rencor.

Si soy sincero, me creo más la generosidad en el perdón de Carlos que el arrepentimiento del pequeño “Padawan” que el día anterior deseaba apuñalar a su maestro. Alguno dirá que pienso así porque soy “lozanista”. ¡Qué cosas! Creo que es la segunda vez que escribo este término y me temo que no me voy a familiarizar. Prefiero hablar de espectadores que aman Gran Hermano y se han dado cuenta de cuál es el argumento fijo en las tres cuartas partes de cada programa. A Alejandro también le entiendo, incluso a Fran. Lo cual no quiere decir que pueda simpatizar con ellos cuando muestran una evidente falta de principios.

Solo está en manos de Alejandro estar tranquilo y no temer lo que el jueves pueda ver en la sala de expulsiones. Ya es tarde. Podría haber pensado en ello antes. Solo fuera porque todo lo dicho ha tenido muchos testigos. Si no es por una cosa hubiera sido por la otra. Entiendo que Fran y Alejandro intenten concentrar sus críticas en Carlos para salvarse ellos de la expulsión. Pero tal vez deberían pensar más allá de este jueves. Aquí no vale morir matando. El objetivo es continuar cuando el otro ya no está. ¿De veras cree Fran que alguien va a comprar a un concursante tornadizo y variable, que hoy ataca a quien tomaba ayer por aliado?

Si no salimos de este bucle la audiencia terminará saturada y este humilde cronista exhausto. Llegado este momento todo parece claro. Fran y Alejandro no entienden de principios cuando se trata de defender la alianza entre ambos en contra de cualquiera. Sucede que el principal enemigo a batir es un viejo amigo, al que Alejandro sigue admirando. Eso explica sus remordimientos, también que en ocasiones desee su propia expulsión. No es posible creer que lo quiera de verdad a estas alturas, con unas pocas semanas de aquí al final. Nadie hace ese recorrido para apearse a dos o tres paradas del final.

Aprovechando para hacer un repaso al momento que se vive en la casa, diré que a pesar de todo entiendo mejor las pulsiones y motivos de Fran y Alejandro que la posición en el concurso de otros concursantes como Laura, Dani o Toti. De Rappel me creo que está ahí porque le hacía ilusión, aparte de ser una magnífica oportunidad de recuperar una vieja gloria, bastante apagada últimamente. Por todo lo vivido, Rappel hace y dice lo que le viene en gana, guste o no. Esto le convierte en un concursante valioso, aunque en muchas ocasiones resulte odioso. Lo compensa las pocas veces que se convierte en adorable.

Rappel nunca necesitó a nadie para hacer su concurso. Es hoy igual que el primer día: cotilla, quisquilloso y un poco clasista. Pero no engaña a nadie. Sus brotes son puro oro televisivo. Su principal virtud es también un inconveniente en este concurso: ser tremendamente previsible. A Rappel se le conoce pronto y no hay más. Está bien que no guarde secretos, pero tampoco podemos esperar de él sorpresas. No es el único cuyo comportamiento es previsible. Al menos Rappel ha mostrado un catálogo de recursos más amplio que el de Laura Matamoros. Si pienso en su última semana y la de hace un mes no aprecio apenas diferencias. No ha existido en esta edición personaje más plano y con tan poco interés.

La única sorpresa que acompaña a Laura está fuera de la casa que lleva habitando los últimos dos meses y medio. Sigo pasmado con el apoyo mediático de una concursante tan prescindible, cuya historia tiene un recorrido tan corto en el programa. Mientras tenía un objeto de sus diatribas, que era Javier Tudela, pudo despertar cierto interés, solo fuera por la inquina mostrada y el odio sin límites que parecía motivarla siempre. Una vez Javier había desaparecido ha intentado repetir enfrentamiento con Alejandro, al que ha tratado muchas veces con el mismo desprecio que a su hermanastro. Pero el míster tampoco se ha dejado y, en el fondo, pienso que se tienen los dos algo de cariño.

La historia de Laura se desinfló cuando se fue Javier, y no ha levantado cabeza desde entonces. Ahora anda mimetizada con el mobiliario de la casa, intentando salvar su culo evitando salir nominada por ver si se planta en la final y entonces ya veremos. ¿Merecimientos? Ninguno. Ni siquiera son creíbles sus críticas a Carlos, motivadas porque ella también le ve como caballo ganador. Cuando la semana pasada Raquel decía que ella prefería que se fuera Carlos antes que Alejandro, Laura se dejaba traicionar por su subconsciente y no podía evitar hablar de Rappel. “No ha hecho un concurso limpio”, decía. Apostaría a que si pudiera volver a empezar preferiría tener a Carlos como aliado mejor que algunos otros que lo han sido.

Los gestos siempre exagerados de Laura, el enorme desprecio que muestra casi siempre por algunos compañeros, esas formas toscas y desagradables, no me permiten simpatizar con ella. Por lo demás, no sería capaz de destacar otra cosa porque más que una concursante mueble es prácticamente la sombra de una concursante. Una sombra desdibujada a estas alturas del concurso, y con un único valor que está, como dije antes, fuera de la casa. El enorme apoyo mediático de Laura hace de ella algo que no es, dibuja una concursante diferente a la que llevo observando todo este tiempo. Esa Laura de la que algunos hablan es una gran desconocida para mí. Personaje de ficción que no reconozco.

Y termino con los monigotes cuya acción más destacada ha sido hasta ahora masajear los pies de Laura. Santos y Campos (dicho así parece el nombre de una agencia de detectives, o algo), Dani y Laura Toti, los reservas que entraron como refuerzo para Laura Matamoros. No lo digo yo, son palabras de Raquel Bollo tres días antes de su expulsión. Se lo dijo a Laura y esta no lo negó. Por si alguien está tentado de aclararme que es lícito lo que hacen ya lo digo yo. Lo peor no es eso sino que la mayor parte de las veces resulten los dos bastante molestos. Laura con su voz que taladra los sentidos, y Dani cansa con su permanente necesidad de convertirse en protagonista.

Viendo a estos dos concursantes me pregunto cómo es posible que hayan sido ellos los elegidos para entrar en esta fase final del concurso. Mal vamos si en la retina de nuestra memoria se nos queda pegada la imagen de Dani y Toti identificando este GH VIP 4. Quiera el destino que no sea así, y si lo es que el ‘súper’ nos pille confesados.

Moleskine del gato

Una advertencia quizá innecesaria. Si ven que alguien insiste mucho en que Alejandro se quiere marchar es posible, solo posible, que pretenda dividir el voto y así provocar la expulsión de Carlos. Puede que no, eh. Pero es posible.

No le pidan a este gato mucho más por hoy. Esta semana de vacaciones para muchos se me va a hacer un poco cuesta arriba. Y lo que podría ser un aliciente, ver si hoy Fran cumple su amenaza, en realidad me inquieta demasiado. Aunque lo más probable es que finalmente la cosa se quede en nada. Así sea, hermanos.

Y ya no estoy.