Algo huele mal en Guadalix

telecinco.es 04/04/2013 09:30

No se asusten, mis queridos amigos (estoy mutando en Carmen Sevilla, por lo que parece). No se trata de una teoría de la conspiración ni de una de esas trampas que en ocasiones descubrimos. Nada parecido a ese ‘código ropa’ cuya consecuencia ha sido que la dirección del programa haya decidido no permitir que la familia de los concursantes les manden más ropa. Siempre pagan justos por pecadores, y en este caso quien pecó no ha tenido valor para confesar. Solamente Sonia y Kristian lo saben, los mismos que anoche volvían a discutir cual madre e hijo. Sí, sí, estos dos pocas veces parecen dos adultos luchando por llevar adelante su relación. Pero vuelvo a lo del principio, que me disperso. Algo huele mal en Guadalix. Es un olor a sobaquina que casi traspasa la pantalla, porque todos decían ayer que Desi y Anabel iban acumulando déficit de duchas.

No voy a volver a marear al pato, pero esta vez viene más al caso que nunca. Digo que todos lo dijeron y no exagero nada. Tal vez ellos lo hagan, porque Carlos llegó a cambiar su sitio en la mesa a la hora de la cena por no soportar el hedor. La cosa parecía seria. Si alguien me ha parecido ejemplo de discreción por su tendencia a contemporizar esa ha sido Susana. Pues bien, fue ella la que llegó a ir al ‘confe’ para confesar (valga la redundancia) este problema al ‘súper’. No sé si esperaba conseguir un consejo sobre cómo plantear este problema a las interesadas, pero tengo claro que volvió sin nada parecido a eso.

Al final no hubo valor para decirlo a las claras, aunque escuché con machacona repetición la frase “huele mal”, delante de Desi y Anabel. Parecía como esa historia del gran Gila donde un personaje iba diciendo “alguien ha matado a alguien” delante del sospechoso del asesinato y conseguía finalmente su confesión por aburrimiento. Más o menos la misma técnica empleada por Adrián para ligar, aunque de eso hablaré más tarde, que si me ve Sonia tan desordenado me cae una regañina por su parte. Fijísimo. Entiendo que nadie quisiera hacer un aparte con Desi y Anabel, juntas o por separado, y hacerles ver con cariño lo necesario de una ducha antes de anestesiar a sus compañeros con el hedor. Quien se atreviera a hacerlo es muy posible que tuviera asegurada la nominación de ambas.

Enemistarse con dos compañeras puede equivaler prácticamente a salir nominado, lo cual no interesa a nadie. Por eso, la conclusión de Susana fue que debían decirlo en grupo, a pesar de lo que eso tiene de innecesaria humillación. No es lo mismo hacer sonrojar a una persona en la estricta intimidad de una confesión a dos, que delante de otros diez, o los que sean. Eso suponiendo que realmente les vaya a avergonzar, porque ayer tuvieron suficientes pistas y no vi yo mucha preocupación. Carlos le preguntaba a Anabel si se iba a duchar y ella respondió que lo haría mañana (por hoy). Es una Scarlett O'Hara en versión cochina y vistiendo ropa de los chinos: “Lo pensaré mañana”. Más o menos así.

Anabel no solo aplazaba la necesaria ducha hasta el día siguiente, sino que llegó a decir: “No voy a meterme en el jacuzzi porque luego me tengo que duchar y me da mucha pereza”. Entiendo que después de pasar por esa agua casi tóxica deban ir a la ducha, aunque las más elementales normas de higiene aconsejarían entrar en el jacuzzi (el yaculi, según Raki) lo más limpios posible. Esto es como la pregunta que me hacía un compañero de clase en la universidad (ya éramos mayorcitos) sobre si había que lavarse las manos antes o después de hacer pis. Yo le dije que después, pero él lo dudaba porque entonces se suponía que también haría mal al tocar su miembro con las manos sucias. Confieso que me dejó pensativo. Levemente, al menos.

Quien sí pasó por el jacuzzi fue Desirée y el resto de los que allí estaban aguantaban estoicamente. De perdidos al río, debieron pensar. Por cierto, parece ser que el padre de Desi dice que no la ve tan mujer y que para él sigue siendo Joaquín. Se va a disgustar cuando se entere, se me vislumbra. No me atrevería yo a decir tal barbaridad, pero tampoco ayuda bañándose en topless, por así decirlo. Se me hace raro verlo, qué queréis que os diga. Durante un buen rato no supe bien valorar si protestaban por el olor a sobaquina de Desi o de Anabel. Al final llegué a la conclusión de que por ahí le andaba la cosa.

Según el gemelo Montoya, Anabel llevaba dos días con la misma ropa. Bien es cierto que no fue quien más sudó la camiseta ayer porque apenas se subió al tándem que hace girar el tiovivo de la prueba. Por cierto, justo hoy estaba yo dispuesto a hacer una recogida de firmas para que cambiasen la silla ruidosa de la radio (es la de la derecha, si mal no recuerdo, todavía están a tiempo de hacerlo antes de acabar con los nervios de la paciente audiencia, no hay de qué). Pues bien, ahora se suma al horroroso estruendo de la silla maldita ese mecanismo de la prueba semanal que martiriza nuestros oídos durante tres horas por las mañanas y otras tres por las tardes. ¿Qué hemos hecho nosotros para merecer esto?

¡Madre mía! Menudo desorden llevo hoy. Decía que Anabel sudó poco la camiseta pedaleando. Por la tarde se subió, y una vuelta del tiovivo más tarde decidía bajarse para ir a hacer dibujitos, otra de las partes de esta prueba que les convierte en niños de primaria. Cuando Kristian protestaba su respuesta fue: “No estoy obligada a hacerlo” (más o menos como Desi negándose a hacer el corro de la patata). Si todos hicieran lo mismo iban a comer menos que el caballo de Esquete (es de cartón piedra). No sudaría la camiseta en la prueba, pero sí haciendo otros esfuerzos. Gonzalo proponía decirle directamente: “Mira, hueles un poquito a full”, aunque la propuesta más sutil era idea de Igor, quien planteó la posibilidad de escribir un mensaje sobre el tema en el ordenador y dejarlo en pantalla esperando que lo vieran a la hora de la radio. O sea, cualquier cosa menos decir las cosas a la cara, muy característico de lo que está pasando en esta edición de Gran Hermano.

Voy a sustraerme a la tentación de enlazar el siguiente asunto diciendo que también huele mal, en sentido figurado. Lo voy a hacer. Ya está superado. ¿O no? El caso es que a Yessica le está oliendo a chamusquina (¡cielos, no he podido!) el acoso al que le está sometiendo Adrián. De los creadores de “Gonzalo acosa a Susana”, llega ahora hasta nuestras pantallas “Adrián acosa a Yessica”. Este concursante no solo ha repetido las mismas preguntas a varias chicas de la casa, habiendo errado el tiro con Susana y Argi antes de intentarlo con Yessica, sino que a esta hay alguna pregunta que se la ha formulado más de una vez en menos de dos días. Es el caso de la pregunta sobre si tiene pareja, cuya respuesta tiene mosca a este gato escamado.

No lo digo tanto porque tardase en responder el primer día en el dormitorio, o porque no haya contestado precisamente lo mismo en dos ocasiones distintas. La razón de mis dudas es haber visto a Yessica besando un anillo mirando a cámara en más de una ocasión durante la semana pasada en el loft. El mensaje puede ser a su madre o cualquier otra persona, pero al tratarse de un anillo me hace dudar muy seriamente. Su versión oficial es que no tiene novio y lo dejó en un tiempo poco determinado entre el verano pasado y los últimos cuatro meses, más o menos. Yessica le contaba ayer tarde a Anabel su extrañeza por el hecho de que en tan poco tiempo este tipo parezca tan encaprichado con ella, más aún sabiendo los precedentes con otras compañeras. “Se ha metido en mi cama y le he tenido que decir que se fuera”, contaba. Con el propio Adrián no era tan clara, pero sí se llegó a quejar de que la estuviera estresando con tanta pregunta, aunque lo suavizaba al responderle a una más diciendo que de momento no la está agobiando.

Las técnicas de Adrián no son susceptibles de formar parte de un manual de seducción. Como decía ayer @luismdina, termina ligando por agotamiento físico y mental del contrario. Uno de sus primeros pasos es preguntar si se parece a Pablo Alborán, lo cual queda documentado en el estudio comparativo realizado por @Tito_Soy y que acompaña estas líneas. Si la respuesta es negativa se pica y arguye que todas se lo dicen. ¡Dios santo, dame un poco más de paciencia con este tío! “Mi autoestima no es rompible”, dice Adrián ‘Pieza’. Ya sabemos que no solo tiene en común con Gonzalo que ya se conocían de fuera y son de la misma ciudad, sino que ambos son dos buenas piezas, especímenes a estudiar para ponerles de ejemplo de aquello que no se debe hacer para ligar.

Tenemos otro trío, formado esta vez por Yessica, Adrián y... Desi. “Me lo está haciendo pasar mal”, le confesaba a Anabel por la mañana refiriéndose a Yessica. No sé si hablaba ella o sus celos, pero soltó lindezas como estas: "¿Qué vas, de perra? pues yo voy a ir ahora de perra también. (...) Que procure no hacerle daño porque por la valla del patio sale catapultada. Es un zorrón y punto". La cosa llega hasta el punto de haberse convertido en su segura nominada. Ahí es nada.

Igor y Miriam siguen mosqueados por la llamada de Ainara de este lunes. Insisto con el tema porque ellos siguen dándole vueltas, aunque hay una cosa de ayer algo delicada que apenas me gustaría tratar. Y es que Miriam comentaba que Igor no puede ver siempre que quiere a su hijo por culpa de Ainara. Esta lo ha negado a través de una red social afirmando que vio en directo la conversación en la que su todavía marido lo contaba y no fue así exactamente. He de confesar que yo también lo vi e interpreté algo parecido a lo que contaba ayer la náufraga titánica. No tanto que no podía verlo como que no lo tenía del todo fácil. En todo caso, es un tema delicado al afectar a un menor, como dije antes.

Lo que más les inquieta a los dos concursantes es no tener claro cómo repartir las culpas. Miriam no termina de ver su parte y salva de forma radical a Igor. Para ella, Ainara fue injusta y todavía no se explica qué pretende. Al final la culpa será de la vaca, como en esa vieja historia que tanto me gusta, donde un país del sur de América promueve las exportaciones a Estados Unidos y uno de sus investigadores entrevista a representantes de dos mil almacenes de artículos relacionados con la industria vacuna. La conclusión era que los precios estaban altos y la calidad baja.

El investigador se dirigió entonces a los fabricantes para preguntarles por sus conclusiones. La respuesta fue que la culpa no era de ellos: el producto tenía una tarifa arancelaria de protección del 15% para impedir la entrada de cueros procedentes del exterior. A continuación le preguntó a los propietarios y contestaron igualmente que la culpa no era de ellos: el problema radicaba en los mataderos, porque sacan cueros de mala calidad. Como les da más beneficios la venta de la carne, al cuero no le prestan atención. Armado de paciencia, el investigador se fue a preguntar al matadero, donde le dijeron que tampoco era suya la culpa: el problema es que los ganaderos gastan muy poco en venenos contra las garrapatas y además marcan por todas partes a las reses para evitar que se las roben, lo cual destroza los cueros.

Finalmente, el paciente investigador decidió visitar a los ganaderos. Es fácil adivinar que le dijeron algo parecido. La culpa no era suya: esas estúpidas vacas se restriegan contra los alambres de púas para aliviarse de las picaduras. La conclusión del consultor extranjero fue muy clara: los productores locales de carteras de cuero no podían competir en el mercado de Estados Unidos "¡porque sus vacas son estúpidas!". La culpa es de la vaca, por tanto. Es algo a lo que solemos recurrir de algún modo, con tal de achacar culpas y responsabilidades a otros. Y si no, la culpa será de la vaca. Entre vacas y patos terminaré poniendo un parque zoológico.

Kristian no tuvo ayer su mejor día. Molesto con la poca atención que algunos muestran en la prueba, deseando que se marchen el próximo lunes los gemelos porque me da la impresión de que está de ellos hasta los pelochos, y teniendo su penúltima discusión con Sonia ya avanzada la madrugada. Creo que Sonia y Kristian han hecho una interpretación poco estricta de los consejos del hermano de aquella. En su caso lo íntimo se limita al sexo, y en eso están los dos de acuerdo en hacer acto de contención, propósito de enmienda y lo que sea necesario. Ahora bien, las discusiones conyugales no forman parte de lo íntimo, así que adelante con los faroles.

Lo mejor de las discusiones de estos dos es que a falta de sexo terminan comiendo. Es una forma de reconciliarse como otra cualquiera. Bueno, no. Es notablemente peor. Esta vez la reconciliación fue iniciativa de Kristian, aunque promovida por Igor. “Ve y le das un abrazo, dile que la quieres y que no quieres tener más movidas con ella”, le dijo su amigo. Es bonito que el principal rival de Sonia, de quien hoy reniega y recela para abrazar mañana, sea quien está velando por su relación de pareja. Dirán que tengo preferencia por Igor, pero me gustó en su papel de consejero áulico de los señores de Pelocho.

Moleskine del gato

Empieza a ser tradición terminar este escrito con una frase de la diva Argi. No sé bien la razón, pero me hace especial gracia cuando habla. Lo de hoy: "Igual tengo un concepto muy elevado de mí, pero cada vez que me veo en una foto veo un puto horco". Tremendísima.

Igual que digo una cosa digo otra. Argi tuvo que callarse y bajar la cabeza cuando anoche Sonia le afeaba que pusiera los pies encima de la mesa de comedor, donde se había subido para seguir la tertulia que en ese momento se había formado allí. Bien por Sonia, que en este caso no tuvo reparos en afear la niñería de su compañera. Por esta vez no estaba pensando en las nominaciones.

Dejo cartelera: Los gemelos golpean dos veces, con la interpretación de Carlos y Gonzalo Montoya, obra de Montse Juanilla (como siempre). Por cierto, envía GH GEMELOS al 27450 o llama al 905 81 00 50.