Jonathan: "Yo no he hecho nada". Pero nada de nada

telecinco.es 10/10/2014 09:35

Lucía y Omar están alegres y pletóricos, a pesar de ser dos de los nominados de esta semana. La pareja suma el 66,66% (período) de las posibilidades de no seguir viviendo juntos en la casa de Guadalix a partir del jueves próximo. Sin embargo, parece como si les hubiera tocado el premio gordo de la lotería. Lucía torea con su chaqueta, grita y da las gracias a Mercedes Milá. Omar dice que está muy feliz. El resto de la casa asisten estupefactos a la escena. Tanto es así que Vitín, amigo de Omar y de Lucía, les avisa de que no deberían dar ese espectáculo.

A Paula se le atraganta la pareja de nuevo. Hace una semana que empezó a arrepentirse de haber tenido una relación con Omar durante doce días. El mismo tiempo que hacía desde que Lucía llegó a esa casa para convertirse en la principal pesadilla de la hawaiana. La parejita metió goles en su propia puerta anoche, beneficiando a Jonathan, el tercer nominado. Su odiosa actitud, chulesca sin gracia e injustificadamente eufórica, no puede tener otro efecto que desear castigarles sin remisión.

Hasta el espectador más concienciado de su papel de guionista que ha de proteger el espectáculo tiene momentos de debilidad en los que desea convertirse en Dios castigador que mande a uno de estos dos a su casa separando la pareja. Y eso porque no es posible igualar los porcentajes y echarles a los dos por empate técnico. Casi todas las imágenes de estos dos concursantes vistas en la gala de anoche les cuestan unos cuantos puñados de votos de espectadores indignados y asqueados por ciertas actitudes. Pero nada comparable al rechazo que debieron generar anoche mismo, especialmente en los últimos minutos de la gala y después de terminada esta.

Mientras tanto, Jonathan habla con su primo y algún habitante más. Escuchando su forma de expresarse aparenta no haber pasado a la edad adulta. “Yo no he hecho nada para que me echen”, dice el tercer nominado de la semana, explicando así el que decidiera obstinarse en ser él quien se expusiera a la expulsión. A su lado, Juan Manuel se da por aludido y pregunta: “Y yo sí, ¿o qué?”. Nadie contesta la pregunta y se crea un silencio incómodo en el que parece escucharse el vuelo de una mosca. Entonces uno tiene la duda de si atesora o no más inteligencia la mosca que estos dos juntos.

Si tuviera que contar el paso por el concurso de Omar sospecho que llenaría una docena de folios al menos, y eso con voluntad de síntesis. Sobre Lucía algo menos, aunque dados sus lazos con el resto del clan de Carabanchel seguramente alcanzaría la decena. Sin embargo, Jonathan apenas alcanzaría los tres folios, y eso gracias a la imprescindible colaboración de Yoli, porque si no es por ella con un par de párrafos iría que chuta. Si en lugar de hablar de la historia de los últimos veinte días largos tuviera que centrarme en las últimas veinte horas la diferencia entre lo que generaron Omar o Lucía respecto a Jonathan se me antoja como todavía mayor.

Ahora medite el lector si desea ver salir de la casa a Omar, a Lucía o a Jonathan. Si todo lo dicho no le es suficiente para decantarse por el primo le ruego que piense por un momento en los días restantes de concurso, cuando menos otros ochenta o noventa. Imagine entonces una casa repleta de concursantes como Jonathan, que aparentan haber confundido este programa con un campamento de otoño. Hágaselo mirar si después de hacer este ejercicio no han sentido un escalofrío pavoroso y la necesidad de evitar el aburrimiento más profundo durante los próximos dos meses (o más).

Si no somos capaces de jugar bien nosotros difícilmente vamos a poder ser justos al criticar que tampoco lo hagan los concursantes. Ni siquiera aquellos que se declaran grandes seguidores del programa parecen tener capacidad para analizar el concurso con corrección y mentalidad de jugador. Es más, a veces pienso si el concepto de gran seguidor que yo tengo no será muy distinto del de la mayoría de concursantes. No me extraña que Mayka, expulsada anoche, diga estar extrañada porque Milá no hablase más con ellos los jueves ni pudieran ver desde la casa a sus familiares en plató.

Cualquiera que haya seguido algo este programa sabe que esto jamás ha sucedido. Pero Mayka ya dejó claro que no había ido a vivir la experiencia precisamente, sino que su objetivo era tener un sueldo durante algún tiempo. Objetivo tan lícito como cualquier otro. Menos explicable resulta en aquellos a los que se les llena la boca presentándose como grandes seguidores y luego no tardan en preguntar si aquí la audiencia vota para salvar o para expulsar, cuando esto ha permanecido invariable desde la primera edición. Totalmente inexplicable.

Por eso, cuando uno observa destellos de brillantez analizando el juego no puede por menos que sorprenderse, y casi hasta apetece romper en aplausos. Anoche, por ejemplo, Yoli señalaba a Paula su error estratégico. Si Paula en lugar de rehuir enfrentarse a la expulsión hubiera querido enfrentarse a Omar, saliendo ella a la palestra, es posible que hubiera conseguido asegurarse la expulsión de este chico, obligando a Lucía a exponerse ella dentro de dos semanas. En poco tiempo se habría quitado de encima a los dos con extrema facilidad. Además, esta semana la teoría de los dos tercios (el 50 por ciento de Belén Rodríguez) podría beneficiar a la pareja.

Según salieron las cosas anoche, hay posibilidades de que Lucía se salve porque la audiencia decida castigar al tipo que más contenidos ha dado al programa durante estas tres semanas. Si sale Omar, Lucía estaría expuesta siete días más tarde, y poco podrá hacer para evitar su salida de la casa. Destellos de realidad aportados por Yoli. Paula también tuvo anoche su momento de lucidez cuando casi pensando en voz alta decía que la audiencia igual se decantaba por expulsar a Lucía por el morbo de comprobar si Omar y ella volvían a acercar posiciones y hasta podrían terminar juntos de nuevo. Efectivamente, es una opción que muchos no vemos con malos ojos.

De forma que si uno decide proteger el espectáculo no puede dudar llamar al servicio de transporte de Ikea para que se lleven el mueble llamado Jonathan desde Guadalix hasta Fuencarral el próximo jueves. Y si uno tiene cierta urgencia de provocar la situación de tener en la casa de nuevo a Paula y Omar sin la presencia de la novia de este último, en este caso hay que votar por la expulsión de Lucía. En cuanto a Omar, no se me ocurre nada que aconseje su salida.

No digo que nada lo justifique; su propia personalidad y el rechazo que esta suscita son explicación suficiente. Ahora bien, si eso sucede los que estaríamos cavando nuestra propia tumba seríamos los espectadores. Y luego andaremos semanas protestando porque esto es un aburrimiento, echando a otros unas culpas que solo nos corresponderían a nosotros como audiencia votante insolvente e ineficaz.

Como dice Tomás Blanco en su primer vídeo de los GH Talks, si dejamos a Omar dentro comprobaremos el estupor de los habitantes ante su vuelta de la sala de expulsiones, incapaces de entender lo que está pasando. Por su parte, Omar estará muy subido y confiado, creyendo que la audiencia aprueba sus formas chulescas con ramalazos violentos, y lo más probable es que aún intensifique más ese aspecto de su personalidad. El espectáculo se me antoja imperdible.

Cuando este concursante se halle más confiado entonces será el momento de votar para expulsarle, y eso será un mazazo tan importante para él que llegará desconcertado al plató y Milá lo tendrá entonces a su merced, nunca mejor dicho. Ese sí será un buen momento para disfrutar de la gran entrevista de esta edición, esa en la que los espectadores pedimos sangre como si estuviéramos en un foro romano deseando ver a los leones devorando cristianos. Porque sabemos que en estas situaciones Mercedes nunca nos decepciona.

Si no sale Omar esta semana habrá que esperar un mes, dicen algunos con toda la razón del mundo. No olvidemos que en justicia se habrá de alternar con otros dos concursantes, Vitín y Alfredo, algo que supone una ventaja para estos concursantes frente a quienes forman parte de un dúo o aquellos que ya concursan solos. Bueno, ¿y qué? Parece como si algunos tuvieran prisa por precipitar la solución de las tramas generadas. Es como aquellos que leyendo un libro están tan intrigados como para consultar las últimas páginas antes de seguir avanzando en la lectura. O bien como saltarse el nudo de la acción en una película para ir directamente a ver los minutos del final. Inexplicable.

Esa ventaja de la que hablo a veces se vuelve desventaja, porque dos de ellos se pueden ver arrastrados por la nominación que provoque el tercero. Esto fue, de hecho, lo ocurrido anoche. Ahora bien, no se compensan las ventajas con las desventajas, entre otras cosas porque a la hora de encontrar la inmunidad tienen también más oportunidades que los demás. Otra cosa es que seamos tan rebuscados como para pensar que anoche Alfredo hizo como que no había visto el molinillo de pimienta dentro del horno, colocado allí por David de Jorge, para evitar que se salvase su hermano.

Alfredo tuvo anoche su propio disgusto provocado por el ‘súper’ maligno, que haciendo justicia a su nombre desveló el secreto de su relación con Omar. “¿Quién ha dicho ‘dos hermanas, dos agujeros, ‘¿qué creéis que podemos hacer aquí?’”, preguntaba de coña Florentino Fernández. Alfredo respondía que los primos, y Omar asentía con un rotundo “sí”. Entonces a Florentino se le escapó la información: “Los primos, ¿no? Y el hermano dice ‘sí’”. La cara que puso Alfredo es inenarrable.

Luego Alfredo andaba mosqueado, aunque no sé si achacar a esto la apelación a que su tío arreglara lo que tiene que arreglar, justo antes de empezar a nominar. El problema para Alfredo no es tanto que se enterasen en la casa, probablemente tenga asumido que lo saben o imaginan todos. Pero hasta anoche pensaba que aquí fuera no lo sabíamos. De ahí su decepción y enfado. Otro concursante que no sabe cómo van las cosas, lo cual me causa más estupor que sorpresa.

Alfredo es un concursante que está ahí por ser hermano de quien es. Es algo que Omar tiene bien claro y contribuye a darle fuerza. Según ha contado en distintas ocasiones, él está ahí porque era el sueño de Vitín, aunque no esconde su convicción de que su amigo ha conseguido entrar en Gran Hermano gracias a que iba con él. Luego, la primera noche se entera de que a su hermanastro Alfredo le ha buscado el programa por ser su desconocido hermano, por tanto, también está allí por él.

Finalmente, el jueves pasado entró su exnovia (hoy novia de nuevo), a la que el programa ha ofrecido ser concursante por su relación con Omar. Razones tiene para estar subidito. De hecho, le he escuchado repetir en la casa algo que dijo este gato escribidor hace una semana: “esto parece el gran Omar”.

Coincido plenamente en la observación de Paula sobre los concursantes elegidos por sus propios merecimientos y aquellos que entran por su relación con otro concursante. No se trata de que haya concursantes de primera y de segunda. Está claro que todos son concursantes de pleno derecho, independientemente del proceso seguido para su elección. Ni siquiera nos debería importar, más allá, de lo curioso del dato, si han hecho o no castings, o en qué condiciones se ha desarrollado su proceso de selección. El tema es otro bien distinto. Porque yo entiendo perfectamente que Paula se sienta especialmente orgullosa de haber sido elegida participando de una selección entre otros 60.000 candidatos, o los que sean. Y me parece justo, lógico y normal que presuma de ello frente a Lucía, una concursante que está ahí por ser novia de Omar. Ni más, ni menos. ¡Qué diablos! Hasta me parece necesario que lo diga, por si a alguien se le había escapado ese detalle.

Si Lucía estaba tan crecida, según he empezado contando en este escrito, es porque entendió una explicación dada por Mercedes Milá, en la que no defendía ni a una concursante ni a otra, sino que simplemente explicaba algo sobre los procesos de selección de concursantes que sigue el programa. Normal que defienda el programa que presenta, ¿quién lo iba a hacer si no?

Lucía confunde esas palabras y entra en un éxtasis casi orgásmico del que probablemente no ha terminado de salir a estas horas. Lo que no podemos es censurar lo dicho por Paula, por muy mal que esta nos caiga. Las dos tienen idénticos derechos como concursantes, pero Lucía no puede presumir de haber sido elegida por méritos propios, sino que viene arrastrada por su relación con Omar. Paula sí puede presumir de ello. No hay más.

Por cierto, Paula terminó anoche durmiendo con Luis, cogidos ambos de la mano por petición de ella. Si sumamos a esto que Yoli el día anterior le ponía la pierna encima al torero en repetidas ocasiones, podemos llegar a la conclusión de que se trata del soltero de oro de Gran Hermano 15. Paula muere de amor y yo de estupor. Vitín diría “muero de amor, y demás”. Y Omar “lo que viene siendo morir de amor”. Y así todo el rato.

Sobre lo ocurrido durante la tarde de ayer, decir que fue un atisbo de bronca que terminó siendo convertida por Fran en una especie de consejo de administración, en la que hasta se pidió la aprobación de cada concursante a algo dicho por las hermanas cordobesas. La votación tuvo cuórum, puesto que solo Azahara se negó a decir lo que piensa. Lo hizo después de permanecer unos minutos con la cabeza hundida entre sus manos. Jonathan decía luego que en su vida normal se habría levantado de la mesa porque no le gusta participar de ese tipo de discusiones. Se trataba de la gestión de las comidas entre horas y el consumo equitativo de ese recurso tan fundamental en la convivencia. Está claro que Jonathan y Azahara no están preparados para convivir. Todavía no me explico qué diablos hacen ahí.

Aunque no me complace decir esto, creo que Fran fue el más práctico. Me desesperan las discusiones que no tienen el objetivo final de arreglar una situación. Discutir para nada es tontería, que diría José Mota. Ante un grupo de unas quince personas (no cuento a los anteriormente señalados) lograr ordenar medianamente la conversación, centrando el tema y forzando que (casi) todos se comprometan expresando su postura, es un mérito que no escatimaré al apoderado. Aunque si sigue por ese camino al final puede terminar pasándole factura en forma de más de una nominación.

Por cierto, Mayka fue fundamental en esa conversación, aunque la mecha la encendió Xamy un rato antes en el baño, en su papel de metemierda, algo en lo que tiene plena dedicación. Lástima que saliera Mayka (con el 50.8% de los votos), a la que ni siquiera le pusieron en plató su discusión con Xamy. Ojalá que le vaya bien y su paso por Gran Hermano sea el comienzo de una vida mejor.

Moleskine del gato

Así quedaron las nominaciones:

Paula/Lucía: Jonathan/Juanma (2), Alfredo/Vitín/Omar (1)

Fran/Luis: Paula/Lucía (2), Alfredo/Vitín/Omar (1)

Alejandra/Yoli: Alfredo/Vitín/Omar (2), Paula/Lucía (1)

Jonathan/Juanma: Alfredo/Vitín/Omar (2), Paula/Lucía (1)

Loli: Paula/Lucía (2), Alfredo/Vitín/Omar (1)

Hugo/Rubia/Azahara: Alfredo/Vitín/Omar (2), Paula/Lucía (1)

Xamy: Alfredo/Vitín/Omar (2), Paula/Lucía (1)

Alfredo/Vitín/Omar: Jonathan/Juanma (2), Xamy (1)

Está claro que Lucía y Omar pactaron dar sus dos puntos a los primos, para conseguir sentarse con ellos. Cuestionable estrategia pues tal vez tenían para elegir algún eslabón más débil. A estas alturas, el trío formado por Hugo, Azahara y Rubia (en el cual la cabra brilla más que los otros dos muermos) son quienes menos puntos han recibido: tan solo cuatro.

Y dejo el vídeo con mis propias nominaciones, perteneciente al nuevo espacio de esta web llamado La guarida del gato. Espero que os divierta verlo tanto como a mí hacerlo.