A Laura le cambia la cara cuando está con Alejandro

telecinco.es 26/01/2016 09:12

Igual estoy en pleno delirium tremens, pero veo a Liz queriendo presentarse como chica enamorada a la que el chico no hace ni caso. Al mismo tiempo, alguna fiebre extraña me debe estar afectando porque me da la impresión de que a Laura le cambia la cara cuando ve al mismo chico de antes. El chico es Alejandro, que es un pozo de sorpresas capaz de formular teorías revolucionarias sobre las ballenas. Dice que las ballenas no son avariciosas con la comida. Ellas abren la boca delante de un banco de peces y se comen la mitad, dejando la otra mitad para mañana. El que guarda halla, decía mi abuelo. El comandante Cousteau estaría satisfecho con su labor de proselitismo. Hay una joven generación que conoce las costumbres culinarias de las ballenas.

Lo de la avaricia con la comida no lo dirá Alejandro por los VIP que habitan la casa de Guadalix. Nunca he visto la despensa tan vacía. Debemos tener en cuenta que ganar una prueba, solamente una, equivale a cuatro veces el presupuesto básico que están teniendo por perderla. Y llevan dos pinchazos seguidos. Es decir, superando una prueba tendrían lo básico para cuatro semanas, lo cual explica que los habituales cocineros de GH 16 hicieran maravillas en los fogones, y no esas sopas de Julius que les dejan temblando y con un agujero en el estómago a medianoche. En eso no se puede criticar al cocinero. Están racionando la comida como ballenas famélicas, siguiendo la teoría de Alejandro Cousteau.

No es el hambre lo que me hace ver cosas extrañas. A saber cuál es la razón, pero tampoco contrasta mucho lo que veo con otras realidades más incuestionables. Por ejemplo, que ayer titulase este escrito hablando del enfrentamiento de Belén con ‘Los Julis’ y a mediodía vea a la gallega cogidita de la mano de Julián, hablando de buen rollo, casi como si no hubiera pasado nada. Apenas alguna referencia de pasada a lo que ha pasado entre ellos y listo. A partir de ahí, tema libre de conversación. Se llevaron un buen rato como dos enamorados hablando de lo divino y lo humano. Confieso que desconecté pronto de la conversación. Hay un mecanismo extraño en mi mente que me hace desconectar con frecuencia ante el verbo pomposo de Julián. Se gusta y disfruta escuchándose. Lo cual es directamente proporcional a mi aburrimiento.

Viendo los bandazos que da Belén, no sería de extrañar que mañana se convirtiese en BFF de Julius. Ya lo hemos visto todo, y anoche mismo Liz anunciaba una lucha sin cuartel contra uno de los pocos concursantes con el que ella no es compatible, y a quien quiere sacar de la cocina para ser ella quien se encargue de esa labor la semana próxima. Hasta aquí todo pintaba bien. Según Liz, lo hablarían hoy en el almuerzo, sometiendo a votación la destitución del cocinero. Incluso llegó a recabar apoyos entre sus contertulios. Tiene asegurados los de Belén y Sema, a los que se sumaría Lucía con toda seguridad, aunque no estaba anoche presente en la conversación. Son solo cuatro votos de trece, con tres más tendrían mayoría absoluta y pasarían la investidura en primera votación. Espera, que eso es de otra historia.

El caso es que tras confabular para echar a Julius de la cocina, Liz iba al dormitorio de los pájaros, se tumbaba en una cama y andaba de colega de su enemigo. No solo eso, decía que llegaba huyendo porque los otros estaban hablando de nominaciones y eso le aburre mucho. Eso después de llevar un buen rato dando la chapa con sus cosas. El juego de Liz es siempre sucio, además de zafio y sin gracia.

Al menos Julius fue honesto y le dijo: “Pues nosotros estábamos haciendo lo mismo”. Ese parecía anoche el leitmotiv de Julius, porque un rato después volvía a repetir más o menos la misma frase cuando acusaban a los otros de hablar por detrás de compañeros de encierro. Le contestaron que ellos hablaban de cosas que pasan en la casa, no de la historia personal de cada cual. Y se quedó tan convencido.

Es la gran mentira de esta edición, promovida por Laura, su vocera principal. Ella solo habla de lo que pasa en la casa, no critica por nada del exterior. Pero el cónclave nocturno habitual, en el que son fijos ‘Los Julis’, conoce todo tipo de detalles sobre su hermanastro Javier. Si usa poco o mucho el Porsche que le regaló su padre, si su colchón es tan caro como dice, si entrena más o menos horas… La obsesión de Laura con Javier no es pequeña. Pero más preocupante es su engaño permanente sobre que ella no habla de nada que no sea lo que ocurre ahí dentro. Una mentira repetida se convierte en realidad, según las técnicas goebbelianas de la propaganda. O también puede pasar que dejemos de creer a Laura por sistema, conociendo su afición por modificar la realidad en lo relativo a su hermanastro.

En su lucha sin cuartel contra Javier, no ha dudado Laura en poner en duda la lesión de la rodilla por la que fue apartado de la prueba dura de la colmena para pasar a cuidar una abeja bebé. Anoche volvían otra vez a la carga ella y Julián. No solo dudan de la lesión de Javier, sino también de la que ha tenido a Lucía con el brazo en cabestrillo durante días. La razón ayer era la misma, que ambos se hubieran echado unos bailecitos. Lucía fue la única que bailó sin parar toda la noche, que para eso están las fiestas. Es curioso que la mayoría anden todo el día desactivados, y cuando comienza la fiesta les dé por charlar y contar batallitas. Cada uno es libre, pero más lógico parece lo de Lucía. Por otro lado, tampoco entiendo bien el inconveniente de tener fastidiado un brazo para poder bailar. Julián duda de todas las lesiones menos de la suya, claro está.

Pero no fueron Laura y Julián los únicos a los que llamó la atención ver bailar a Javier ayer. No fue durante la fiesta, sino en uno de esos ratos que les ponen música por la tarde, que aprovechan mejor que en las fiestas. En el dormitorio clásico, Carlos, Belén y Javier bailaban como si no hubiera un mañana. Carlos tiene una naturaleza envidiable. De entre los chicos es el mayor después de Rappel. Está haciendo la parte más dura de la prueba, siendo de los que más rinde y menos se queja. Casi todos van a terminar medio lesionados o directamente de baja médica, pero Carlos se salva de momento. Y cuando ponen música es el primero en apuntarse a mover el esqueleto. ¡Qué envidia!

Alejandro criticaba a Javier después de su bailecito vespertino. Que ayer pidiese el cambio de equipo por su maltrecha rodilla y hoy ande bailando no parece lo más conveniente. Al menos queda mal estéticamente, sobre todo teniendo en cuenta que bailaba de forma bastante exagerada. Otra cosa hubiera sido si lo hubiese hecho con más moderación, como si le doliese la rodilla, o algo. Aparte de ser verdad debe parecerlo. En caso contrario aparecerán las críticas, y a partir de ahí cualquiera pensará lo que considere. Tampoco tiene mucha escapatoria a las críticas de Laura. Me temo que seguiría dudando de su lesión aunque le viera con la rótula desencajada.

“¿Qué aporta aquí?”, se cansa de preguntar Laura sobre Javier. Y, hasta ahora, nadie le ha preguntado lo que aporta ella. De momento, ayer el contraste era espectacular. Plano del jardín con cuatro concursantes de bromas y buen rollo. Eran Carlos, Lucía, Belén y Javier. Plano del dormitorio de los pájaros y todo era amargura. Allí estaban Julius, Julián y Laura. Elijan ustedes. Sí hay una cosa clara, anoche Lucía criticaba a Laura, y Javier la interrumpía así: “No quiero que nadie hable mal de Laura delante de mí”. Diferencia.

También tuvo Julius la palabra justa respondiendo a un Alejandro quemado con la prueba, que ayer protestaba por igual si Carlos le despertaba de la siesta como si veía bailando a Javier. “Pues dilo”, decía Julius cargado de razón. Pero eso no va con Alejandro, al que le gusta quejarse a unos de lo que hacen otros. No sé yo si tenía razón Fran Little Nico cuando presuponía buena intención en Alejandro.

En el Debate del domingo, el padre del míster pedía muy exaltado que Fran explicase en qué le había traicionado su hijo. Hombre, igual terminábamos antes diciendo en lo que no le traicionó. Alejandro no solo es chismoso, también es la deslealtad personificada. Ya fuera de la casa Fran, siguió contando a Liz que había llamado “cocainómano” a Carlos, lo cual tampoco es exacto. Es traidor y desleal con sus amigos. No quiero pensar cómo puede llegar a ser con sus enemigos.

Visto lo visto, me es bastante indiferente si son imaginaciones mías que a Laura le cambia la cara al ver a Alejandro. Tampoco me importa si me equivoco al intuir en Liz un intento de hacerse pasar por chica enamorada y no correspondida. Tampoco me inquieta demasiado el veneno que puede llegar a acumular Julián o que Julius parezca esta semana un angelito y ande medio desaparecido porque está nominado. De momento, y mientras que la audiencia votante no vuelva a fastidiarla, siempre me quedarán Carlos, Lucía, Belén y Javier. Con Carlos y Lucía me conformo, pero por el momento son necesarios los cuatro. Ayer por la tarde les pedían a todos que se encerrasen en los dormitorios. Todos iban al de los pájaros menos estos cuatro de los que hablo. También pasaron juntos los mejores momentos de la fiesta nocturna. Decía Javi: “Qué bien me cae Carlos”, a lo que Lucía respondía: “Es un grande”. Lo suscribo.

Moleskine del gato

Rappel es incansable. Tanto da que cuente historias apasionantes de su vida o que adivine el futuro a sus compañeros. Todo lo hace sin descanso. Es un adivino extremo. Mil adivinaciones por minuto. En un momento le adivina el futuro a uno y el pasado a otro. Es más arriesgado esto último y es en lo que Rappel parece más experto. Se quedan arrobados por sus poderes. Anoche adivinaba que Alejandro tuvo pies planos de pequeño. También que es conservador con las cosas del sexo y el amor. Acertó en todo. Menos acertado estuvo al prever que sería un hombre el nuevo concursante. Y el jueves veremos si son ciertas sus previsiones sobre quienes van a quedar nominados. A saber, según Rappel saldrán a la palestra Carlos, Alejandro y Rosa. Veremos.

Si la nueva concursante es Charlotte Caniggia, como parece bastante claro, pueden empezar a temblar en la casa. Dicen que solo come sushi con champán. Lo lleva claro. Hace algo más de dos años le practicaron una espectacular operación de estética. Cambió su nariz, se hizo una lipoaspiración (para disminuir el contorno de su cintura) y se implantó 600 centímetros cúbicos de pecho. Enormes las nuevas “lolas”, que dicen los argentinos, ya que fue en aquel país donde se lo hizo. Se comentó entonces que no quedó muy contenta. Demasiados centímetros cúbicos. Lo veremos este jueves.

Y dejo cartelera con Alejandro en el papel protagonista de 'Traidor'. Relájese su señor padre. El humor es inofensivo.