Mañana podemos vivir muerte y resurrección de la expulsada
En un fantástico programa, vimos anoche a Bea celebrar un éxito inexistente, a su madre y la de Adara derrochando cariño por sus hijas, dos candidatas a convertirse en concursante que afrontan de forma bien distinta el reto, un grupo sorprendido por lo sucedido intentando encontrar una explicación y muchas más cosas. La falsa doble expulsión funcionó a la perfección, con Jordi González y Jorge Javier Vázquez al alimón, dejando ganas de que se vuelva a repetir el dúo, mucho más canalla juntos que por separado.
Al contrario de lo que muchos piensan, no creo que saliera nada mal anoche. El ambiente en la casa empezaba a hacerse irrespirable. En las desgracias se une el grupo, y eso fue exactamente lo que sucedió anoche. Un lujo poder analizar la reacción de un colectivo de personas que se une ante un drama compartido. Miguel jugaba en la cama con Bárbara, lo cual hubiera parecido insólito anteayer, aparte de altamente improbable. Les une que ambos han sufrido la pérdida de un ser querido, virtualmente muerto al haber sido expulsado. Bárbara vivía el duelo de Adara encontrando consuelo en el enemigo. Lo mismo que hacían los demás tras haber perdido a Bea.
Y mientras se unían en el duelo, las dos difuntas conocían su destino durante los próximos dos días. Una especie de purgatorio del que una saldrá camino del plató, confirmando su muerte virtual, y la otra regresará a la casa en una milagrosa resurrección. Dos finales tan inciertamente definitivos como el fallecimiento en la vida real. Marchita, agotada, exánime y apagada, una de las dos verá revivir a su oponente. Pero antes de eso, Bea y Adara se convertían en amigas desde el minuto uno. No queda bien decirlo, pero sabía que eso iba a pasar.
Solo se tienen a ellas mismas, se hace imperativo dejar de competir y empezar a colaborar. Es un impulso natural, tan poco meditado como que fue encontrarse en la sala de expulsiones ellas dos solas y comenzar una nueva relación. Se empezaron a tratar de “tía”, lo cual es un grado. Unidas en la adversidad primero y sorprendidas por el engaño después, ya no había vuelta atrás. No hay rivalidad de aquí hasta mañana jueves por la noche. La suerte está echada, deben decir inconscientemente sus cabezas, invitándolas a vivir esta expulsión como una rifa. La tómbola de la vida que trata de forma desigual a cada uno, ante la que solo cabe escepticismo. “De ninguna suerte debemos fiarnos menos que de la buena”, decía Séneca. Y no seré yo quien lleve la contraria a semejante autoridad.
Antes de llegar al apartamento de Friends, ese efímero Contraclub que ha sido ya repintado y adecentado, las cuatro nominadas vivían un simulacro de expulsión en el que Jorge Javier comunicaba la expulsión de Adara primero, haciendo una larguísima pausa antes de agregar el nombre de Bea. Pausa necesaria y suficiente para que esta concursante celebrase con generoso entusiasmo y ruido suficiente haberse salvado. No solo eso, ella había querido medirse con Adara y había ganado el duelo. Meri censuraba el otro día a Bárbara su celebración del pasado jueves. No quiero pensar lo que habría dicho ayer de Bea, mucho más exagerada.
En la casa se vive ya el duelo, aunque han manejado infinidad de conjeturas sobre lo que sucedió anoche. El simple hecho de que se adelantasen los posicionamientos al domingo y ayer les comunicasen la resolución de la prueba semanal (superada con creces esta vez) por la tarde y no en el Límite 48 horas hizo que planteasen todos los supuestos posibles, entre los que sorprendentemente estaba el real, aunque con algunos flecos sin adivinar. Cuando se supone una cosa y la contraria es complicado no acertar. En todo caso, vimos llorar a Pol lágrimas de cocodrilo, y a Noelia compungida haciendo una pausa en su labor de corte y confección de trajes, siempre poniendo como hoja perejil a algún compañero.
Duelo adelantado, aunque la expulsión real no será hasta mañana. Además, todavía hay una posibilidad de que el jueves por la noche duerman de nuevo en Guadalix, y junto al resto de sus compañeros de encierro, las dos candidatas a la expulsión. Anoche Jordi González despedía el programa con una inesperada bomba: una de las dos contendientes en este duelo que durará dos días tiene en su poder la caja que lleva una vida extra en su interior. Mi tesis es la siguiente: dado que los porcentajes ciegos están suficientemente distanciados se irá Bea, y una de las cinco cajas que porta tiene el premio que garantiza su regreso.
La resurrección de un concursante se producirá esta vez mucho antes que con las repescas. Apenas tendrá tiempo la concursante que haya de disfrutar de esa segunda oportunidad para ser entrevistada en plató y regresar con una valiosa información por los vídeos vistos. Ascensión a los cielos de Fuencarral y de nuevo descenso a Guadalix, aunque orográficamente sea justo al contrario. El momento cumbre en la gala de mañana será cuando vean aparecer a Bea y Adara, para que quien sea finalmente expulsada pueda despedirse como es debido de sus compañeros. Cuatro compañeros le dieron anoche su caja a Bea, a la que suma la de Montse, salvada anoche. Sin embargo, Adara solo iría a plató con la caja de Bárbara.
Dos cajas describieron anoche un camino de ida y vuelta a la sala de expulsiones. Contrario a lo dicho por muchos anoche, Pol no le cedió su caja a Adara sino que la puso en su mano para que se la llevase aquella de las dos que fuera expulsada. El programa les había hecho creer que habían sido expulsadas las dos, por lo que Adara le pidió a Bárbara que le devolviera la caja a Pol. No era cuestión de jugarse la caja a cara o cruz en un momento como ese. Bárbara le había dado su caja a Adara al saberse salvada, pero esta respondió con idéntico buen gesto, dándole su caja a Bárbara. De forma que las dos amigas intercambiaron sus cajas, lo cual viene a ser como cambiar sus suertes. El gesto no es solo generoso sino que va cargado de un simbolismo de gran profundidad.
Intercambiar la suerte es algo reservado a los que mucho se quieren. Y es de valorar en medio de este nuevo Gran Hermano donde todos parecen saber lo que han de hacer para meterse a la audiencia en el bolsillo, lo cual obliga a andar siempre identificando la realidad donde esta quiera hallarse. Debemos aceptar que así es el programa ahora, evolución inevitable y fuera de todo control. Una vez asumido esto se vive el programa más tranquilo y divertido. Incluso se le puede encontrar el gusto. Y, sin ninguna duda, cuando se es testigo de un gesto sincero y desnudo de interés la emoción es máxima. Me creo la amistad entre Bárbara y Adara, el cariño que se han llegado a profesar. ¡Compro!
Que Bea aceptase las cajas de sus compañeros es una contradicción, toda vez que quiso salir a la palestra para medirse con Adara en un genuino “ella o yo”. La única manera de hacer efectivo ese lema es arriesgarse a volver o irse a su casa, sabiendo que no encontrará en ninguno de esos sitios a su oponente. Si Bea es expulsada mañana y regresa luego como hija pródiga (solo que nadie habrá de perdonarla en casa) será para seguir viviendo junto a Adara. También es cierto que la trama urdida por el programa puede haber hecho que el enemigo torne en amigo. O mucho cambian las cosas, y pronto están las dos tirándose los trastos a la cabeza, o serán buenas aliadas de aquí al final. Aunque tampoco descarto que mañana Adara recupere el “falsa” y “pesada” en una nueva discusión, que solo podrá ser esta vez con Bea.
A una noche de duelos más que de alegrías solo faltaba el amor de madre. Y para eso estaban las madres de Adara y Bea, que por ese orden se encargaron de los alegatos a favor de sus hijas. No hay alegato que valga cuando se trata de defender a un hijo. Por eso los discursos de ambas madres fueron puro amor, una inyección de cariño que en la distancia y considerando la condición de aislamiento que allí se vive, les ha tenido que sentar mejor que cualquier otra cosa. Ellas son dos madres capaces de defender con pausa y sin demasiados aspavientos, correctas y respetuosas. Un gusto cuando las madres son lo que se espera de ellas, ejemplo para propios y extraños.
¿Qué quiere el lector que le diga? El programa de anoche me ha llegado al corazón. Igual no eres tú, soy yo. Solo un par de puntos negros, con los nombres de Meri y Fer, grandes ‘metemierda’ que habitan esa casa, me sacan del feliz nirvana en el que logré hallarme. Tampoco ayudaron a mantener mi placidez ciertos comentarios de Adara y Bea, especialmente de esta última, sobre las candidatas a convertirse en nueva concursante a partir de mañana. En la casa piensan que se van a quedar las dos, lo mismo que las habitantes del apartamento, quienes pudieron ver sus entradas respectivas en la casa a través del plasma. Adara pasó de preocuparse y desear que no fuesen ex de Pol a preocuparse sin más, como principio y fin.
Michelle y Rebeca son las candidatas. La audiencia tiene hasta la gala de mañana para decidir, en esta ocasión sin coste y usando la aplicación del programa. Tuvieron un recibimiento desigual, como fue también su actitud con los que pueden convertirse en nuevos compañeros. Rebeca tomándose demasiadas confianzas con todos, como si fueran su grupo de amigos desde siempre. Michelle guardando más distancia, aunque sin reparo alguno para contar una compleja existencia entre su familia biológica y la adoptiva. Este gato escamado apuesta por Michelle porque quiere quitarle el monopolio de la cocina a Fer y Clara. Esta última reaccionaba anoche con desprecio y rabia. “Veo muy dulce a la rubia (Rebeca)”, decía Clara, asegurando que no la iba a sacar a ella de la cocina. ¿Quién se cree que es Clara? Ella y Fer piensan que tienen mando en plaza y pueden ejercer un poder que nadie les ha concedido.
Más lamentable me pareció el comentario de Clara respecto a la forma de vestir de Michelle, desde anoche su nueva bestia negra en la casa. Con sorna comentaba Clara anoche, justo después de que Michelle abandonase el comedor: “Existe algo muy útil que se compra en cualquier sitio y se llama sujetador”. No pareció que les molestase a Bárbara, Montse y Meri, que aparte de estar presentes le medio completaron la reflexión a Clara. Una reflexión tan retrógada, y casi tan absurda, como cuando el otro día comentaba que todas las chicas llamadas Carlota que conoce son muy “sueltas”. Caramba con la virtuosa Clara.
La misma Clara que a veces decepciona demuestra otras tener una percepción de la realidad por encima de la media. La decepción viene cuando ofrece muestras de una mentalidad retrógada, atrincherándose en la cocina o exagerando pasajes de su vida, como cuando el otro día pintaba como algo horrible haber trabajado de electricista. Y la mente preclara (valga el juego de palabras) se muestra con el análisis a algunos compañeros, como el que viene haciendo desde hace días sobre Pol. Asegura que quiere entrar en El Club esta semana para asegurarse que Pol queda nominado. Lleva tiempo desconfiando de él y se considera engañada. Más o menos lo que nos pasa a muchos.
Adara no necesita más a Pol. Y este haría bien en esperar un tiempo antes de reposicionarse en la casa. Anoche quedó descolocado. Después de jurar y perjurar que no volvería con Adara se había pasado la tarde dándose besitos con ella. Ahora se quedaba compuesto y sin novia, además de tener que hacer frente a la desconfianza de sus compañeros. No estoy seguro de si este nuevo movimiento beneficia o perjudica a Adara, pero no me es agradable ver cómo se merienda su orgullo cada vez que vuelve con el mismo chico que no la ha defendido nunca y prefirió defender la permanencia de Bea en el concurso. Vería con buenos ojos que se apartase de ese chico más pronto que tarde, o terminaré pidiendo castigo, y el castigo en Gran Hermano es sinónimo de expulsión.
Moleskine del gato
Anoche me pareció ver cierto tonteo de Meri con Alain. Igual era un instinto de protección, evitando la fascinación del francés por alguna de las candidatas. No caí en algo que leí a @LeonidasGH, y es que entre ambos hay 18 años de diferencia. Casi podría ser su padre, pero sin el casi.
Los porcentajes ciegos del duelo estaban anoche así poco antes de finalizar el programa: 61,7 % frente a 38,3 %. No preveo sorpasso.
El rato que coincidieron anoche los tocayos Jordi y Jorge me pareció uno de los momentazos de esta edición. Y si no digo esto me voy a envenenar de tanto morderme la lengua. Adoro a Mercedes Milá, y aunque no lo imagine pienso en ella casi cada día. Lo cual no quita para que me empiece a tocar mucho las narices el desprecio de muchos hacia el trabajo de un profesional que demuestra respeto por el programa y lo está honrando. Los que ahora claman por Mercedes son los mismos que antes decían todo tipo de barbaridades sobre su trabajo. Siento el mismo rechazo hacia algunas críticas prejuiciosas que hacia aquellos dos impresentables que se negaron a entregarle el premio Ondas a Jorge Javier. Yo siempre estaré del otro lado.
Y dejo cartelera, con Bárbara en ‘Las malas intenciones’. Como siempre, por Montse Juanilla.