Una mecánica que promueve mayorías y aniquila a las minorías

telecinco.es 23/09/2016 09:39

En la historia de este programa hemos visto variar en innumerables ocasiones la mecánica de las nominaciones cuando una mayoría amenazaba la aniquilación de los miembros componentes del grupo minoritario en la casa. Cuando la diferencia es grande y todo apunta a que irán desfilando uno a uno los miembros del grupo más pequeño el programa interviene. Aquellas veces que no parecía existir mucha posibilidad de evitar que todos los nominados fueran del mismo grupo si no se cambiaba la mecánica, el programa la modificaba invariablemente. Hablo en pretérito porque en esta edición pasa justo lo contrario.

La mecánica impuesta promueve mayorías y contribuye a la aniquilación de las minorías. Al estilo de la Ley D’Hont, se corrige el resultado normal con medidas que benefician a los grupos mayoritarios, lo cual contribuye a una cierta pérdida de interés en el juego. Una vez que sabemos a ciencia cierta que la casa terminará habitada por concursantes todos afines el interés remite inevitablemente. La perspectiva motiva poco, porque siendo todos amigos esto se convierte en un campamento gris y sin contraste, donde se instala el aburrimiento con gran facilidad.

Ahora ya sabemos que la mayoría en torno a Clara, Miguel, Rodri y demás, con la inestimable colaboración de algunos adláteres con poca personalidad, van a machacar al grupo de Candelas y Meri. De momento, esta semana están de nuevo las dos nominadas, en esta ocasión junto a Bárbara. Tres integrantes del grupo minoritario porque, en lugar de introducir factores de corrección que lo impidan, esta mecánica no hace sino premiar a los fuertes.

El asunto comienza con ese juego de las bolas, donde no solo tienen ventaja aquellos que están más en forma y pueden correr más, sino que va a ganar la mayoría siempre. Más fácilmente lo hará en la medida que se vaya ampliando la diferencia en el número de componentes de un grupo y otro. Tal vez habría que aclarar en este punto que tras tantas ediciones de Gran Hermano hemos comprobado empíricamente la tendencia a conformarse dos grupos en la casa, que con gran celeridad se enfrentan con fuerte rivalidad. No se trata de una regla perfecta, pero sí el comportamiento más veces repetido por los concursantes en las dos primeras semanas de convivencia.

Sabiendo que muy posiblemente se formarán dos grupos, si algo debe corregir la clásica mecánica no debe ser para otra cosa que para equilibrarlos. Sin embargo, estamos viendo lo contrario, por lo que se plantea una suerte de anti Gran Hermano que cuesta asumir no solo por ser diferente a lo que estamos acostumbrados sino porque también está en contra de toda lógica. El espectáculo se anula cuando se reduce la discrepancia y terminan eliminándose las disputas. Ciertamente, cuando queden solo los del grupo mayoritario surgirán nuevos enfrentamientos que repliquen la situación inicial, pero estos funcionan normalmente como las réplicas de los terremotos, con una intensidad más baja y de forma excesivamente previsible.

El juego de las bolas apunta a que irán entrando en El Club siempre miembros de la mayoría. Por tanto, el poder, la ventaja aportada por esa gran novedad de la temporada, será siempre para la mayoría igualmente. Si ya tiene ventaja la mayoría en unas nominaciones normales, esta se ve aumentada con los poderes que otorga El Club. Justo lo que necesitaba el pez grande para comerse al pequeño. Atención a la idea, porque es tan insólita que cuesta asumir. Se corrigen las reglas para ayudar al fuerte en contra del débil en un mecanismo perverso que va en contra del propio espectáculo.

De forma que esta semana saldrá Bárbara, a buen seguro. La siguiente vez volverán a quedar tres del grupo pequeño y cuando este solo tenga dos integrantes habrá una situación de balancín. ¡Por fin ventaja para la minoría! Lástima que acabe con tal ventaja la costumbre de convertir la votación para expulsar en un duelo, establecida en las últimas temporadas. Lo que tendría que ser una situación excepcional, solo aplicable cuando la lógica indica que se está planteando realmente un duelo, se utiliza ahora por sistema, anulando la ventaja del 2 contra 1, conocida como “teoría del 50 %”, que en realidad debería llamarse “teoría de los dos tercios”.

Cautivo y desarmado el equipo minoritario, calculo que en tres semanas no solo habrá sido aniquilado ese equipo sino también el interés por el propio juego. O el poder que otorga El Club se utiliza a favor y no contra el formato o lo recordaremos como la peor idea posible a añadir a todos los demás inconvenientes conocidos de esta edición. Se me antoja necesario cambiar la forma de selección de los miembros de El Club, tal vez con ayuda de la audiencia, que a pesar de lo mal que decide siempre las primeras expulsiones siempre será más juiciosa que ese juego en el que siempre va a ganar el fuerte. Por otro lado, distancia un poco al espectador del juego no saber lo que pasará en El Club, si entrará y saldrá un integrante cada semana (se dijo que no podía tener más de tres concursantes) o de qué manera se resolverá esto.

Álvaro fue expulsado disciplinariamente, algo que parecía inevitable. La acumulación y repetición de barbaridades dichas, a cuál más impresentable, era tal que su permanencia garantizaba un continuo sobresalto de consecuencias inciertas. Lo que él considera bromas para mí son actitudes deplorables. Jugar con un pájaro que encontraron muerto en el jardín y terminar lanzándolo al tejado no es una broma sino la obra de un demente. Ahora bien, una vez apartado del juego no puedo evitar pensar en sus compañeros.

Nadie reaccionó a sus “bromas” como cabía esperar. Según contaron anoche, Álvaro afirmó que “un hombre es superior a la mujer”, y, atención, porque la conclusión de Pol fue que “eso no se puede decir”. Al parecer, lo malo es decirlo, no pensarlo. Cosas que quitan la fe en la especie. Y tal. Álvaro es el gran error de casting de esta temporada. “Son personas que no me conocen”, decía el ya exconcursante refiriéndose a la audiencia. Ni ganas, añado yo.

Algo me dice que este grupo de concursantes no se va a dejar amedrentar por la expulsión de Álvaro. Esta es una fatal consecuencia habitual cuando hay una expulsión de este tipo. Si el impacto se minimiza en esta ocasión, como así parece que será, tengo una razón más para apoyar la decisión del programa, siempre acertada. Pero la de Álvaro no fue la única salida anoche. Fuera de todo pronóstico, el expulsado por la audiencia no se quedó en el Contraclub sino que terminó en plató, demostrando que se trata de una triste pérdida. Pablo es un concursante increíble, una auténtica perita en dulce para este reality. La antítesis total de Álvaro. Uno es gran error de casting y el otro el mayor de sus aciertos. La audiencia votante es el peor enemigo de este programa, sobre todo en lo que respecta a las primeras expulsiones.

Pablo renunció a quedarse en ese Contraclub donde Mayte debió consumir su energía y su paciencia. Pero no se marchó por culpa de ella. Lo expresó con meridiana claridad el concursante: “Eso ya no era Gran Hermano”. Y tiene más razón que un santo. Eso y la entrevista con Jorge Javier, tan breve como brillante, no hace sino mejorar la imagen de este primer expulsado, cuyo abandono no puede considerarse tal. Debemos convenir que el expulsado por la audiencia tiene derecho a ser expulsado realmente, aceptando o no la continuidad en el juego planteada por el programa. Por eso pido la repesca para Pablo.

Digo más, recogiendo la genial idea del autor del blog Hablamos de tele, creo que bien podría plantearse a la audiencia la elección entre Pablo y uno o dos nuevos candidatos para ocupar la plaza que ha dejado Álvaro. Ahí lo dejo. La idea del Contraclub fue dinamitada por el propio Pablo, por lo que Mayte, Galera y Amor volvieron a su casa anoche, quedando clausurado el apartamento de Friends, que parece haber tenido okupas. Igual es una ocasión inmejorable para dejar cerrado el Contraclub mientras se valoran y ejecutan las obras que le devuelvan un aspecto decente. ¿Cuela?

Fer es el nuevo integrante de El Club. Pol primero y él después revelaban anoche al resto de sus compañeros algunos de sus principales secretos. Ya saben todos que allí ven las nominaciones de todos, por ejemplo. Incluso contaron con detalle el desarrollo de las propias nominaciones en La Esfera. Bárbara quiso aprovechar la circunstancia para poner en evidencia a sus dos compañeros de club, pero también descubrió algunos detalles de lo sucedido ahí dentro. Creo que el ‘súper’ dejó bien claro que en El Club todo es secreto, aunque hay diferentes opiniones al respecto. Voy a explicar por qué los propios concursantes (integrantes o no de El Club) están convencidos de que no pueden contar nada de lo que allí sucede.

Durante el último debate entraba Bárbara a El Club y el ‘súper’ resumía así lo que supone ser su miembro:

“-Solo si eres miembro de El Club podrás ganar Gran Hermano 17.

- El Club manda.

- El Club conoce y decide en la prueba.

- El Club hace la compra semanal.

- El Club decide los oficios.

- El Club es de acceso restringido.

- El Club es decisivo en las nominaciones.

- El Club es el último en nominar.

- El Club tiene un poder extra en las nominaciones.

- Dormirás en El Club.

- El Club nunca pasa hambre.

Y hay algo muy importante: Lo que pasa en El Club se queda en El Club. El Club tiene el poder del secreto. La información es poder. Si pierdes tu secreto pierdes parte de tu poder”.

La frase clave es esa muy del rollo El club de la lucha, que dice: “Lo que pasa en El Club se queda en El Club”. Una frase repetida esa misma noche por el súper. Después de que Pol y Bárbara cenasen en El Club, el 'súper' les indicaba que podían volver con sus compañeros usando estas palabras: “Podéis regresar a la casa. Y os recuerdo que lo que pasa en El Club se queda en El Club”. Lo de que perder el secreto hace perder parte del poder puede ser interpretable. Sin embargo, nadie en su sano juicio interpretaría como una recomendación esa advertencia del ‘súper’ antes de abandonar El Club. Imagine el lector que acude a una cita y su interlocutor le dice: “Lo que pasa en esta sala se queda en esta sala”. Está claro el tono imperativo, que obliga a su cumplimiento.

Queda la incógnita sobre si Pol y Fer (a Bárbara la doy por expulsada) perderán parte del poder que les confiere El Club. Creo que con su actitud le han quitado buena parte de su interés. Además, si sus miembros pueden contar las nominaciones de todos a sus afines, esto viene a ser como nominar a la cara, pero peor. La diferencia es que del otro modo son todos testigos y así solo quienes decidan los integrantes de El Club. Esta es otra de las razones por las que no cabe opción de que tengan libertad de revelar aquello de lo que son testigos ahí dentro. Aparte de lo claro que está, y lo repito una vez más: “Lo que pasa en El Club se queda en El Club”. Pues eso.

Observatorio de nominaciones

Así fueron las nominaciones esta semana:

Candelas > Bea (3), Fer (2) y Rodri (1)

Bea > Bárbara (3), Candelas (2) y Meri (1)

Alain > Adara (3), Miguel (2) y Montse (1)

Clara > Meri (3), Bárbara (2) y Candelas (1)

Rodri > Bárbara (6), Candelas (4) y Meri (2)

Noelia > Alain (3), Fer (2) y Meri (1)

Meri > Fer (3), Clara (2) y Rodri (1)

Adara > Rodri (3), Montse (2) y Alain (1)

Miguel > Bárbara (3), Meri (2) y Alain (1)

Montse > Adara (3), Pol (2) y Bárbara (1)

Y los integrantes de El Club completaban las nominaciones de esta manera:

Fer > Candelas (3), Meri (2) y Noelia (1)

Bárbara > Clara (3), Miguel (2) y Rodri (1)

Pol > Montse (3), Noelia (2) y Alain (1)

Pol debe considerarse intocable, teniendo en cuenta su rebote por la nominación de Montse. Le dolió que dijera lo evidente: no aporta ni colabora nada en la casa. Bárbara puso a Pol en un compromiso a la hora de elegir qué compañero dispondría de doble puntuación (6, 4 y 2 puntos). La audiencia eligió esta vez entre esta opción y el veto. Pol, al ser el de más antigüedad, tenía voto de calidad. Fer dijo que Rodri, y Bárbara discurrió veloz para poner en un brete a Pol, eligiendo a Adara. Así Pol tendría que decidirse entre su amada o aquel compañero del que parece siervo. Se decantó por Rodri, y antes o después Adara ha de enterarse de esto, de igual forma que fueron revelados ayer otros detalles de lo ocurrido en El Club.

El propio Pol contó en la casa lo que pasó con las nominaciones de Bárbara. Con gran decisión se convertía así en metemierda oficial, con la ayuda posterior de Rodri y la apreciable colaboración de Miguel, que pretendió enfrentar así a Candelas y Meri con Bárbara. Esta última se ha ganado la expulsión evitando nominar a Fer, que habría sido el cuarto en salir a la palestra si le da sus tres puntos, como dijo que haría. Pol no lo habría evitado porque insiste en que sus nominaciones son intrascendentes, por lo cual le reprendió ayer el ‘súper’.

Bárbara pactó con Fer antes de empezar a nominar que no se darían puntos mutuamente. Cuando le tocó su turno, y una vez visto el panel de nominaciones, decidió no cumplir el pacto y le quiso dar sus tres puntos a Fer. Ante las protestas de este, apoyado por Pol, se echaba atrás y se los daba finalmente a Clara. Firmaba así su sentencia de muerte catódica. Salvó a Fer, no cumplió con lo que dijo que haría y, lo que es peor, se arredró cuando a última hora cambiaba de opinión ante las protestas de sus compañeros. Concatenación de errores que costarán la expulsión a Bárbara, con lo cual perderemos una malvada maravillosa y perderá, una vez más, el espectáculo.

Moleskine del gato

Pongo broche al relato de la apasionante gala de anoche con algo de Clara. Anoche volvía a demostrar la importancia que da esta concursante a las carpetas. “Bárbara es una madre con hijos y no va a hacer ‘edredoning’, ni nada. ¿Qué juego va a dar?”, afirmaba Clara. Tal vez por eso la veíamos unos minutos más tarde acurrucada junto a Fer.

Adara pregunta: "¿Quiénes están nominados?" Candelas responde: "Bárbara, Meri y yo. Ya nos separan". Entonces remata Adara: "O no". El nivel, amigos, el nivel.