Meri, mucha flor para semejante jardinero
Meri lo ha vuelto a intentar, en esta ocasión de forma más evidente que nunca. No creo que le hiciera falta declararse a Alain, pero el sábado lo hizo. Fue al modo de Meri, más bien sui géneris, pero suficiente para que no podamos echarle en cara su falta de atrevimiento. Si juntamos un “me gustas” con la pregunta definitiva “¿si no hubieras sabido mi edad…?” obtenemos una declaración evidente. Alain quedó satisfecho con su respuesta, una vez hallado el discurso del botánico, que dice así: “Yo creo que no. Hubiera sido igual. Es como una flor que está a punto de abrirse, que acaba de salir de la tierra y está en fase de crecimiento, hasta que no haya crecido no la vas a sacar de la tierra. Hay que esperar que se abra y sea una flor muy bonita y completa, que esté lista para coger. Te veo así, que estás aún por abrir muchas facetas de tu personalidad y tienes aún muchas cosas por vivir”.
A la flor Meri le quedó claro, aunque estoy seguro de que no lo suficiente para quitarse la idea de la cabeza. Tampoco contribuye a ello que cuando minutos después se lo cuenta a Bea esta le diga: “Lo de la edad se olvida, y tú terminarás con él”. En lugar de quitarle la idea o tirar de ella hacia el lado de la realidad, alimenta sus ilusiones y esperanzas de tener una relación con Alain. Pero al francés está claro que no le gusta para eso. Lo pasa bien con ella, se divierte con los juegos de ambos, es una gran cómplice, la única persona que le hace caso, perfecta compañera para hacer ese camino. Pero hasta ahí hemos llegado. No hace falta fijarse mucho para darse cuenta de que mira a Rebeca con ojos de deseo y a Meri no.
Culpar a Meri por mantener una ilusión con Alain es no saber nada de la vida. Cuesta asumir el fracaso y es de cobardes rendirse. Meri tiene la integridad que tantas veces hemos echado de menos. No es el koala de Alain porque no está siempre colgada de él. Meri bromea, le mira con arrobada admiración y puede que llegue a babear en exceso. Pero no depende de Alain, ni su concurso se limita a eso. Alain debe estar agradecido porque gracias a ella ha salido del ostracismo en el que se hallaba. Meri es mucho más que Alain, pero Alain no sería apenas nada sin Meri. Los únicos momentos en que este concursante brilla es a su lado.
Meri se ha atrevido a declararse. Le ha costado un triunfo, ha tragado toneladas de saliva y le ha dado mil vueltas hasta encontrar el momento. Pero lo ha hecho, y de forma más explícita que otras. Una vez pasado el trago, ha sabido aceptar la respuesta de Alain, el botánico. Siempre sin perder el amor propio, con respeto y elegancia. Tal vez abusando de la broma provocadora, un tanto infantil. Pero ¿qué diablos queremos?, ¿es que acaso no se corresponde eso con sus 20 años? Es tontería acusar de inmadura a una fruta antes de que haya pasado el tiempo necesario para que madure. Ser una niñata no es preocupante a ciertas edades, tan solo algo que se cura con el tiempo.
No es fácil aceptar las calabazas con tanta elegancia como Meri. Ahí ya no parece tan poco madura. Tampoco me lo pareció cuando desenmascaró de forma tan temprana a Fer. De acuerdo que luego lo echa un poco a perder al entrar en un bucle interminable y llegó a cansar a la audiencia repitiendo mil veces lo del famoso punto. Algo parecido le pasa ahora con Rebeca, a la que también caló en seguida, como hizo con Clara y su tono dogmático y suficiente. Ojalá hubiera sabido mantener las distancias con Clara, en lugar de someterse a esta dictadora, pero no sería justo acusarla de ello. Con Rebeca, sin embargo, sigue en uno de sus bucles, lo cual no quita que tenga razón.
El juego de Rebeca es evidente. Ella ha entrado con la idea de provocar todo lo posible, de forma excesivamente forzada muchas veces. Lo veo tan claro como se ha visto dentro de la casa. Ahora Clara ya no habla de Rebeca, supongo que en agradecimiento por lo mucho que le ha hecho la pelota, pero no olvidemos las cosas que decía de ella, acertadas todas ellas. Rebeca empezó peloteando a todo el mundo, luego se metió entre varios proyectos de pareja y ahora, justo la semana que está nominada, ya he empezado a reventar. Ya no es la que quiere a todos y está permanentemente dando consejos no pedidos.
En esa transición de la que hablo, Rebeca ha pasado de ser una mujer libre a tener pareja, habiendo reivindicado ambas cosas. Decía lo primero cuando la acusaron de insinuarse a algunos chicos. Ahí se equivocaron Clara, Bea y Meri porque ninguna de las tres era pareja de Fer, Rodri o Alain, respectivamente. Ni siquiera se habían declarado todavía. Por tanto, Rebeca estaba en igualdad de condiciones que ellas y en todo su derecho de intentar seducir a quien quisiera. Ahora bien, ¿era entonces una mujer libre? Porque luego ha hablado de un exnovio, y también de que tenía algo fuera, para finalmente negarle a Meri que tenga intención alguna con Alain alegando que ella tiene pareja. ¿En qué quedamos? Todo en Rebeca es tan inconsistente que entiendo perfectamente a Meri cuando insiste en sus invectivas contra esa compañera de encierro. Una pésima compañera que ha extremado la idea de provocar a diestro y siniestro y ha logrado sacar de quicio a varias de las chicas en esa casa.
Lo que pasó en el juego de la botella (sin botella) en la fiesta del pasado viernes me pareció innecesariamente humillante para Meri, a pesar de lo cual mantuvo el tipo. Jugaban a beso o verdad, y habiendo elegido verdad a Bea le piden que bese a uno de los chicos. El juego empezaba a desbarrar, pero Bea, sin protestar, se levantó y plantó un beso a Alain. Diría que fue algo más que un pico, lo cual demuestra la cara de sorpresa que puso él. Supongo que Bea quería darle celos a Rodri, el chico que supuestamente le gusta, y no tuvo reparo en molestar a Meri, su supuesta amiga. Clara también besó a Alain, pero esta vez fue parte del juego.
Rebeca terminó de rematarlo cuando, preguntada con quién se iría al apartamento unos días, respondió que en plan salvaje con Alain y en plan cariñoso con Clara, o algo así. Lejos de montar un pollo, Meri aguantó el tipo de forma admirable y se fue a dormir. Entonces se quedaron solos en el salón Rebeca y Alain, momento que aprovechó este para volver al tema. “Así que en plan salvaje conmigo, ¿no?”, preguntaba complacido. Es muy diferente el botánico cuando está delante de su flor y ante algunas otras plantas. Rebeca parece que le pone más que Meri, algo que aquella sabe y aprovecha a la mínima. Si Meri le da un masaje a Alain ella va después y le da otro. No se puede ser más evidente, ni más obtusa.
Que a Rebeca le falta delicadeza con Meri no puede sorprender, pero sí que algo parecido se pueda decir de Bea. Tras el beso se disculpó, pero llueve sobre mojado. Esa misma mañana había tirado al suelo toda la ropa del armario de Meri. Miguel la animó a hacerlo, ayudado por Clara. El propio Rodri le echaba una mano a Bea. Luego todos estos se reían mientras Bea y Meri discutían. Meri lloraba desconsolada y sin entender nada. Lógicamente, porque es imposible de entender por qué narices hicieron eso. ¿Acaso son sus padres? Tres narices les debe importar si tiene la ropa doblada y ordenada dentro del armario o no. Si estuviera repartida por la habitación se puede entender, pero estaba dentro de su armario, ¡por el amor de Dios!
No tiene justificación alguna lo de Bea. Ni siquiera que luego la ayudase a doblar la ropa para que tuviera su armario más ordenado. La ropa por el suelo se ensucia. Además, insisto en que Bea no es su madre. Si todo terminó bien y eran de nuevo amigas tan pronto es porque Meri no tiene rencor. En Bea no veo una amiga, aunque a veces sea su confidente. En más ocasiones veo desplantes y malos modos de Bea con su supuesta amiga. Pasa mucho de Meri, y sospecho que pasará aún más ahora que se da besos con Rodri.
No sé si podemos considerar que Rodri y Bea son pareja. Se han dado varios besos, pero no parece que la cosa vaya a ir a más. Aparte de que sus compañeros no se han de enterar, a costa de que Rodri se pele al cero o Bea deje de fumar para siempre jamás. Si me pareció inconveniente aquel pacto que le propuso Pol a Adara, consistente en hacer cada uno su vida por el día y acostarse juntos por la noche, más aún me lo parece este otro de Bea y Rodri. Aquel por lo menos no pasaba por ocultar en la casa lo que exponían a la audiencia. De forma que pueden contar que se han besado, o incluso besarse, en el ‘confe’, pero no a sus compañeros. No se entiende, o tal vez sí.
Si observamos la actitud de Bea tras uno de esos primeros besos (dudo que sea realmente el primero) podemos empezar a entender mejor el pacto de silencio, esa especie de omertá a la que ellos mismos se han sometido. Bea mira a cámara justo después del beso. Está claro que esa es una relación de cara a la galería, solo ante el ojo de la cámara y vedada a los ojos de sus compañeros de encierro. Rodri en eso es como Bea, no le importa nadie. Si realmente considerasen que alguno es amigo suyo no habrían querido hacer un pacto como ese. Rodri fue demasiado claro en el apartamento. “Ha sido volver Adara de la sala de expulsiones y han empezado a salir todas las parejas”, decía. Solo se le olvidaba mencionar la formada por Bea y él mismo.
Ahora es el momento de recordar a Bea acusando a Adara de estar jugando con Pol, diciendo que “depende de una polla” o que le parecería “penoso que Adara ganase por tener pareja”. Ella negaba que fuera a hacer lo mismo, y presumía de ello. Hombre, estrictamente lo mismo no es. Al menos plantea la innovación del beso furtivo, como aquellos dados por muchas parejas en la oscuridad de una sala de cine, bien ubicados en la llamada fila de los mancos de aquellos viejos cines con películas en blanco y negro de una España oscura, en la que hasta la policía iba de gris. La diferencia es que esta pareja, si puedo llamarla así, no busca la oscuridad para besarse, sino que necesita para ello luz y taquígrafos. Somos notarios de un amor oculto, que solo nosotros conocemos. Sería para estar satisfechos si no fuera porque en realidad es una enorme estupidez.
Estoy harto de escuchar y leer que roban comida. La comida es de todos, por lo tanto, no la roban porque es suya. Que tire la primera piedra quien no coma entre horas en esa casa. Clara afirma que nunca ha “robado”, pero ella sigue insistiendo en cumplir su tarea doméstica entre fogones, y todos la hemos visto picando mientras cocina. Ninguno puede reprochar nada. Alain se hacía el digno este sábado cuando vio la recena de Meri, Bea, Pol y Bárbara, pidiendo que despertasen al resto de sus compañeros para preguntarles si también querían. Pero él no hizo lo mismo cuando el día anterior habían comido el chóped entre unos pocos.
Alain mucho protestar por algunas cosas, pero otras se las calla. Está negro porque Clara le disputa la cocina esta semana. ¿Acaso ha abierto la boca? Ni una palabra sobre esto, cuando todos nos hemos dado cuenta de que él tampoco la soporta. Demagogia barata hablar de obreros que trabajan doce horas para criticar los “robos” de comida, como hacía Clara ayer. La misma Clara que jamás criticó que Fer cenase en El Club y quitase ensaladilla de los platos de todos para ponerse él un plato. Si lo llega a hacer otro…
Moleskine del gato
Clara, viuda doliente de Fer, decía el otro día que Bárbara tiene muchos seguidores en redes sociales, lo cual vendría a explicar por qué se está salvando siempre. El tono es de queja por competir con una ‘youtuber’ conocida siendo los demás vulgares anónimos. ¿Y de Fer qué me cuentas? Se le escapa a Clara, o quizá no, que Fer ha sido pretendiente en Mujeres y hombres y viceversa, además de haber hecho pequeños papeles en algunas series. Debería valer lo dicho de Bárbara para el gran amigo de Clara. Con la diferencia de que Bárbara era una absoluta anónima para casi todos, y Fer no.
La madre de Pol hizo acto de presencia ayer en el Debate para terminar de convencer a la audiencia, en particular a los ‘adaristas’, de que debemos expulsar a este concursante en cuanto esté nominado. Dice que Adara solo tiene chocolate en el estómago mientras Pol tiene mariposas. Añado yo que las mariposas deben estar muertas, visto lo visto. También critica que Adara le diga a Pol sus defectos. Porque esta señora debe defender a la mujer sumisa, algo que creía parte de nuestro ominoso pasado. No le digas a tu pareja sus defectos, no te des a valer, no tengas criterio propio, no rechistes. Esto parece defender la madre de Pol, y da mucha vergüenza. Casi tanta como escucharla hablar de lo bien dotado que está su hijo. Mejor no digo nada más.
Algunos concursantes son muy de frases de libro. Lo demuestran frases repetidas por Miguel (“No me quieras tanto, quiéreme mejor”) o Bea (“Los labios que no besas no regresan”). Mucho aprendiz de Coelho hay en esa casa.