El triunfo de la naturalidad sin grandes pretensiones

telecinco.es 14/04/2017 10:17

Alyson Eckmann no tuvo un proyecto de triunfo. Es más, llevaba días pensando que ganaría Daniela Blume. El triunfo de Aly es el de la naturalidad que toma de la mano la despreocupación por alcanzarlo. Lo explicó bien con una de las frases geniales que rubricó durante la gala final de anoche: “Ganar esto es un sueño que ni siquiera sabía que tenía”. La falta de un proyecto hizo que Aly se equivocase muchas veces, pero también le puso anoche el maletín en la mano.

Voy a intentar describir el círculo perfecto que se cerró anoche. Dado que no pensó en ganar se comportó con despreocupación siempre. Esto hizo que se equivocase muchas veces. Sus equivocaciones, puestas de manifiesto por el programa en una batería de vídeos mostrados a Daniela y a Marco en la sala de expulsiones, terminaron de convencer a Aly de que no ganaría. Con su creciente despreocupación logró convencer a la audiencia, que la hizo finalmente ganadora.

La gala final resumió perfectamente esto que digo. Generosa y humilde en todo momento, Aly aceptó su cerro de errores, pidiendo árnica a la audiencia e incluso a algunos de sus compañeros de encierro, incluyendo a su rival. Arribista y prepotente, Daniela se jactó de perfección frente a los errores del contrario, presumió de no haber ido dando tumbos y tuvo unos cuantos gestos feos. Llegando a dudar de que fuera sincero el convencimiento de que no ganaría, Daniela espetó a Aly: “Lo dices por si no ganas de verdad y así ya lo has dicho”.

Tampoco tuvo ningún reparo Daniela en presumir de haber evitado el despido de Aly, algo que había confirmado Jordi González. Nada que nos pudiera sorprender porque ya lo había contado ella varias veces en la casa. Me sorprende que nunca se lo hubiera contado a Aly y en estos tres meses lo haya utilizado repetidamente a modo de reproche, sacando pecho por ello. Tanto sacar pecho no debió gustar a la audiencia votante. La subdirectora y copresentadora del programa de radio en el que trabajaron juntas tres años y medio tenía el ego hinchado. Y eso hizo que brillase a su lado la sencilla reportera que tanto le debe.

“La enseñé todo lo que sabe de radio”, dijo Daniela. Tal vez debamos considerar una alumna aventajada a esa Aly que anoche le robó el maletín a su maestra, mentora y ángel de la guarda. En realidad, el maletín se lo ha dado ser como es, sin tomar atajos para intentar alcanzarlo. Lo explicó ella misma en otra de sus geniales frases, escuchada el domingo en la primera parte de esta final en dos actos que tuvo anoche un broche de oro con una bonita gala: “Ganar Gran Hermano es como recibir un premio por ser tú”. Imposible describirlo mejor. No se trata de demostrar habilidad alguna ni un talento singular. La audiencia ha hecho ganadora a Aly por ser como es. No hay más.

Las comunidades de seguidores, tan importantes en este programa desde sus inicios, pero más y mejor organizadas ahora que nunca, lo han dado todo para hacer ganadoras a Aly y a Daniela. No se les puede poner ni un pero. Las dos han tenido unos seguidores de lujo, comprometidos y fieles, excesivamente vehementes a veces, pero siempre al pie del cañón. Por eso los porcentajes estuvieron siempre muy igualados. Todo apunta a que el resultado final ha variado poco desde que salió Irma Soriano el domingo. A pesar de esto, me atrevo a decir que Daniela perdió anoche toda opción al triunfo.

Daniela ha sido una fantástica concursante. Para este programa es un auténtico lujo contar con una final de semejante altura, con dos candidatas al triunfo comprometidas, que han generado mucho contenido y fueron siempre a favor de obra. No se puede decir lo mismo de todos, por mucho que anoche intentasen tener su momento de gloria en la final concursantes prescindibles como Emma Ozores o Irma Soriano. Ellas dos son un buen ejemplo de lo que no necesita Gran Hermano. Todo lo contrario que Daniela, digna finalista igual que lo hubiera sido como ganadora. Lástima que no tuviese su mejor noche.

Es posible que el triunfo estuviera reservado para Aly independientemente de lo que pasase anoche, pero hubiera podido quedar en la retina de todos una mejor imagen de Daniela de no estar tan crecida y pagada de sí misma. Al contrario que Aly, creo que Daniela estaba convencida de terminar la gala con el maletín en la mano. No se dio cuenta de que Gran Hermano se gana con humildad y sencillez. Ella sí que tuvo un proyecto desde el minuto uno. Camaleónica y con rumbo fijo, titulé su daguerrotipo. No tuvo Daniela un objetivo diferente al de los demás. Ganar el premio es lo que pretende, o debe pretender, todo concursante de Gran Hermano. Otra cosa es el esfuerzo que se ponga en ello y tener o no un plan para conseguirlo.

Daniela tuvo un plan, lo cual no es estrictamente negativo. Lo malo de estos planes es que naufraguen, como lo hizo su acercamiento a Elettra, meditado y pergeñado desde fuera. En esto, como en tantas otras cosas, Daniela se esforzó demasiado en presentarse ante la audiencia como un ser inocente e inmaculado. Ni una sola autocrítica, ni la más mínima aceptación de haber podido equivocarse. Negó la mayor siempre, incluso cuando en la semifinal del jueves anterior una seguidora aludía a sus escritos en el blog. Imposible que ella, en su perfección infinita, hubiera escrito nada insultante.

Anoche Aly le daba la razón a Daniela porque no vio nada especialmente fuerte en los fragmentos mostrados de esos escritos en su blog. En eso se equivocó la ganadora, acostumbrada como está a sacar conclusiones de forma excesivamente precipitada. Posiblemente fue porque no se vieron algunos de los párrafos que explican la pregunta de esa seguidora. Fragmentos como este publicado el 30 de marzo y que dice lo siguiente:

“Dios, si lo has visto en directo te imagino en casa cabreadísima con ese ser carapolla, que tiene una carapolla que no se la aguanta y una boca buzón que no se la acaba. Sale de todo por ahí. Amoníaco para desayunar y desinfectar el boquino. Me caliento Deli, me caliento”.

Viendo estas líneas dudo mucho que Aly hubiera dado la razón tan fácilmente a Daniela. Demasiado a favor se le puso todo a esta concursante, pero ni por esas. Aun así, no dudo de que hubiera tenido una explicación para salir del paso ante palabras claramente insultantes como “carapolla” o “boca buzón”. Cualquier cosa antes de reconocer que era una sobrada innecesaria aquello de “no podrás encontrar un vídeo o un blog en el que te insulto ni digo nada malo de ti”.

Aly, sin embargo, respondía al vídeo en el que escupe a los pies de Aída con estas palabras: “Nunca he escupido a nadie en mi vida ni lo volveré a hacer”. Aparte de que así formulado parece una broma, supongo que porque quiso decir “nunca había escupido”, esta respuesta demuestra la enorme diferencia entre las dos finalistas. Impermeable ante las críticas e incapaz de reconocer error alguno o arrepentida de ciertas actitudes y con propósito de no repetirlas. Esto explica que este gato satisfecho haya cambiado su visión de la ganadora. Hice un juicio severo a Aly antes de rendirme a la sencillez con la que se terminó convirtiendo en su más estricta crítica.

La insistencia en el error se compensó con su constancia a la hora de hacer propósito de enmienda. Aly ha sido una concursante excesiva en todo. Lo demostró anoche con sus reacciones en la gala. Con ganas de abandonar el plató cuando llegaron sus vídeos con Antonio, el brasileño. Alborotada bailando con sus familiares y amigos cuando pusieron la canción de Alejandro Abad, que seguimos esperando sea finalmente lanzada comercialmente porque se trata de una genial obra. Emocionada en exceso (¡cómo no!) recogió el maletín de las manos de Jordi González. Una suerte no tener que ver anoche a su anterior portadora, para quien fue el mensaje indirecto de Jordi cuando le pidió a Aly que fuera ella quien entregase ese mismo maletín el próximo año.

El triunfo de Aly apuntala esa nueva #GeneraciónGH que preconizo. Objetivamente, Aly responde al mismo perfil que la ganadora de la pasada edición: joven, atractiva y con apoyo mediático. A pesar de la objetiva identificación entre ambas, son tantas las diferencias que ni por asomo se parecen. La principal que tienen apoyos mediáticos diferentes. También que sus historias personales difieren por completo. Lo mismo hubiera pasado si gana Daniela. Las dos finalistas comparten una trayectoria nada sencilla, en la que hubieron de luchar mucho para alcanzar sus sueños. Para Aly tal vez este, que no sabía ni que lo tenía, haya sido el más sencillo de conseguir.

Viendo a Aly con el maletín en la mano pienso más que nunca en sus palabras: “Ganar Gran Hermano es como recibir un premio por ser tú”. Y también es un buen momento para reafirmarme en algo que escribí en el daguerrotipo de la ganadora. Pidiendo perdón por la autocita, reproduzco el párrafo entero a continuación:

“Aly ha sido una concursante espontánea y con gran naturalidad, lo cual es un valor positivo hasta que no se lleva al extremo. Tanta naturalidad ha hecho que mostrase a veces una dureza excesiva y dañina para algunos de sus compañeros de concurso. Si fuera cierto eso de que por la boca muere el pez, en este caso tendríamos a una Aly en estado comatoso desde hace semanas, porque no se ha cortado un pelo a la hora de diseccionar con enorme espíritu crítico a todos los demás. Como en todo, se ha ido moviendo entre luces y sombras. Un concursante que dice las cosas a las claras tiene mucho ganado. Si deja demasiados cadáveres a su paso por su cristalina claridad la cosa ya hace menos gracia”.

En realidad, han sido las luces y las sombras de Aly lo que la han llevado hasta el maletín. También su actitud sencilla y su público arrepentimiento. La naturalidad de esta concursante ha sido clave para que se terminase alzando con el triunfo. Volviendo a la comparación con lo sucedido en la anterior edición, los porcentajes son bastante similares. El último avance que tuvimos de porcentajes ciegos daba a la más votada un 57,7 % frente a los 42,3 % restantes. La final de Gran Hermano VIP 4 se resolvió con un 57,9 % a 42,1 %. Casi igual. Con esta final se vuelve a observar un cierto divorcio entre los resultados de las encuestas y los votos reales. También las ha habido que han clavado bastante el resultado, como la encuesta propuesta por este gato tuitero en la red del pajarito, que terminó anoche con este resultado a favor de Aly: 55 % a 45 %.

Respecto al resto de concursantes de esta edición, Aylén también completó su propio círculo, con vestido de transparencias semejante al de la gala de presentación, así como la misma murga de lloros y penares ya conocidos. O sea, el aburrimiento de siempre. Su novio Marco se volvió a cubrir de gloria con comentarios de corte machista y viejuno como aquello de que no se mete en discusiones de mujeres. Otra cosa es que Aylén y Aly hubieran sido hombretones. Lamentable el cromañón italiano este, que no entra en discusiones de marujonas. Para quienes fueron sus compañeros de piso fue la última frase brillante de Aly: “Si vas a tener dos caras, ten también dos espaldas”.

La celebración de su victoria define a Aly. En el extraño caso de que me esté leyendo alguien que no haya seguido el programa le basta con ver los últimos diez minutos de la gala para hacerse una idea sobre la ganadora. Espontánea, alegre e imprevisible. También humilde, sencilla y generosa. Daniela abrazó con cariño sincero a la ganadora. Perfecta su actitud en ese momento final. Las dos merecían el triunfo en una gran gala final que empezó con Tutto volviendo al pasado, y cantando en directo, no como otros. Así sí.

Aly terminó ukelele en mano, cantando emocionada. Una emoción de las que llega de verdad. Ya tienes tu fucking maletín, chica americana. Disfrútalo, y ponte el mundo por montera un rato. Y fucking gracias por todo.

Moleskine del gato

No pude evitar esconder un mensaje codificado en mi escrito de ayer. Aunque me hubiera alegrado del triunfo de cualquiera de las dos finalistas, me fui decantando por Alyson cada vez más. El acróstico se resuelve mirando la letra inicial de los primeros párrafos pares de ese escrito donde se puede leer el nombre de mi ganadora. Sí, ya sé que algo parecido hice ante la final de GH 14, pero estamos en Semana Santa y llevo casi ocho meses pendiente de Gran Hermano. No sería justo pedirme más. Después de varios sinsabores, vuelve a ganar mi preferida.

Como siempre pasa, la promo del comienzo del casting para la próxima edición fue lo más emocionante de la noche. Esperaré el momento en que llegue el Gran Hermano de la mayoría de edad sin reprimir mis deseos. Si se cumplen mejor. Sigo pensando que ha llegado el momento de una nueva #GeneraciónGH. Ojalá sea así.

Dejo cartelera, con la ganadora Aly en 'Breaking Dawn'. Como siempre, por Montse Juanilla.

Este es el último moleskine de la temporada. Han sido meses intensos que ahora dan paso, como siempre, a un cruce de sensaciones encontradas. Por un lado el vacío de encender el directo y no encontrarse con nada. Y también la sensación de un relativo descanso, el regreso a una vida medio normal. Dormir poco es mucho mejor que casi nada. Con todo, os voy a echar de menos.