Primera noche bajo las estrellas

Mercedes Milá 31/08/2013 16:51

Mañana a las 7,30, 108 atletas tomarán la salida en medio de las montañas de Mongolia. Es una carrera especial, extrema, para la que no importa la edad de los que participan sino la pasión con la que se enfrentan a ella. Esta noche, la primera noche que pasaremos bajo las estrellas, ya han pasado el reconocimiento de sus bicicletas; todos tienen que cumplir las normas por igual y la adrenalina ya ha hecho su aparición. Van cambiando las caras, van apareciendo los silencios. Willy Mulonia, el creador y alma de esta aventura sabe muy bien cómo laten los corazones de estos hombres y mujeres: él ha sido uno de ellos.

Las horas previas al comienzo son imprescindibles para aprender a vivir en la estepa de Mongolia. Nos han montado unos "gers", las tiendas que los mongoles llevan utilizando toda su vida para que nos acerquemos lo más posible a lo que eran, y siguen siendo sus casas, para que comprendamos mejor sus costumbres, sus tradiciones y su inteligente manea de soportar climas extremos que en los meses de invierno llegan a los 50º bajo cero y en pleno verano, en algunas zonas del país a todo lo contrario: 50° de calor insoportable que solo estas viviendas les permiten soportar. Para el equipo de Diario de...para mi hermana Clementina, para Montse Raventós y para mí, es la primera vez. Os pongo una foto para que os situéis.

Nos rodean montañas verdes hasta el infinito. Nos rodean paraísos para rebaños de animales que, en éstos meses del año, disfrutan de unos pastos frescos que han traído copiosas lluvias. Es una tierra de nómadas que poco a poco van dejando su tradicional forma de vida para llenar ciudades que crecen aceleradamente sin orden ni concierto. Pasan del equilibrio bello y duro de la más pura naturaleza, a la vulgar comodidad y extraordinario parecido de cualquiera de las ciudades que conocemos. Parece que podríamos explicarles a la perfección, cómo será su futuro pero eso sería muy pretencioso por nuestra parte porque también nosotros decidimos cómo debía ser el nuestro, aunque nos equivocáramos en tantas cosas.

Mongolia puede acabar siendo un Qatar por la riqueza inmensa que esconde su subsuelo y eso hace de este país tan inmenso y tan poco poblado, un lugar todavía privilegiado para recorrerlo en bicicleta cuando todavía no han llegado los lujos, cuando en pleno campo no hay posibilidad de ducharse con agua caliente, tras varias horas subida encima de la bici. Quizá sea ese contraste el que nos ha traído hasta aquí. Ese contraste y esa incertidumbre nos ha hecho recorrer 15.000 km para sentir que algo que parecía imposible: algo que nacerá a partir de las 6 de la madrugada de mañana.

No es fácil acomodarse, no es fácil evitar las diarreas, los dolores de cabeza, las noches en blanco, pero cuando consigues encontrar tu espacio, el que te corresponde, ordenar las cuatro cosas que llevas contigo y poner a punto la bicicleta, eres mucho más capaz de disfrutar del brillo de las estrellas.

Malena G. Fridmann me convenció para que me atreviera a llegar hasta aquí y ha sido de ella de quien me he acordado hace un rato, poco antes de que se pusiera el sol y todo quedara teñido de un color suave y dorado. La he recordado porque estoy segura de que habría sonreído feliz bajando sin límites por los prados abiertos que una sueña toda su vida. La bicicleta tiene eso: la libertad. Por eso participé en la campaña de Mediaset para apoya el uso de las bicicletas: "porque sobre ruedas, la vida me gusta más". Sólo quiero aclararle a ella y a mis compañeras de "12meses" que no voy a correr esta carrera, que mi estado mental de locura no llega a tanto, que voy a disfrutar de algunas horas diarias de bici con mi hermana y mi amiga, y que, si tenemos suerte, acabáremos haciendo un precioso programa de televisión, que emitirá Cuatro dentro de unas semanas.

He dormido en decenas de sitios curiosos, interesantes, imposibles, cómodos e incómodos en los viajes que hemos hecho a lo largo de casi 9 años trabajando con Diario de... pero nunca había vivido nada parecido a esto: la mezcla de deporte, pasión, dificultades, limitaciones, olores, colores, silencios, placeres nuevos, trabajo y tensión, que estoy segura de que harán de este viaje a Mongolia una aventura diferente aunque sólo sea por la intensa luz que tiene las estrellas cuando os estoy mandando este post.