Rodrigo Nogueira pasó años estafando a decenas de mujeres. Hasta su detención en 2018, llevó a cabo el mismo proceso en numerosas ocasiones. Conocía a sus víctimas a través de las redes sociales, las conquistaba ofreciéndoles lo mejor y, una vez contaba con su confianza, inventaba cualquier tragedia aleatoria para pedirles dinero.
'La Caza del Encantador' ha analizado cuál era su comportamiento y cómo conseguía poco a poco su objetivo elaborando así una enumeración con todas las fases que atravesaba desde que comenzaba su misión hasta que conseguía su meta y desaparecía por completo de la vida de las víctimas.
Observaba cuáles eran las personas que le podían resultar de interés para los diferentes tipos de deseos y necesidades que iba teniendo. Y es que, inicialmente, dedicaba mucho tiempo a determinar quién iba a ser su víctima. Las analizaba y recopilaba toda la información necesaria para saber por qué terreno poder engañarla.
Una vez tenía claro quién iba a ser su víctima y con qué temas estaba sensibilizada, Rodrigo pasaba a la fase de conquista. En ella, el estafador se convertía en la persona que su víctima siempre habría deseado tener al lado, aportándole aquello que necesitaba en todo momento.
El siguiente paso era el de ganarse su confianza. Una vez había conseguido llamar su atención y seducirlas, les vendía una relación basada en la sinceridad. Todo ello con el objeto de construir, precisamente, una conexión basada en la confianza.
En esta fase las cosas se podían complicar. Rodrigo corría el riesgo de relajarse y poder cometer algún error, como de hecho ocurrió en diferentes ocasiones. Las víctimas tardaban un largo periodo de tiempo en descubrir que aquello que estaban viviendo era una mentira. Por ello, ante situaciones en las que ya se estaba aprovechando de ellas económicamente, desatendía ciertos detalles importantes.
La víctima pasaba a ser consciente del fraude en el que se encontraba o la situación se hacía insostenible para él. Rodrigo entonces optaba por desaparecer. Ellas le reprochaban la realidad y él disponía de dos estrategias: hacerse la víctima o convertirse en villano.