Cómo ser un 'coach' y no morir en el intento

Celia Molina 05/09/2012 11:13

Las risas nerviosas de unos coaches totalmente inmersos en la competición, nos van a hacer pasar ratos muy divertidos al tiempo que disfrutamos del talento y la emotividad de los concursantes.

Que los españoles tenemos gracia es algo que ya se sabe. Pero este programa lo corrobora. Ver a los cuatro 'coaches': Malú, Melendi, Bisbal y Rosario, en la lucha natural porque gane el más fuerte, va dejarnos muchas sorpresas. El estar de espaldas al escenario va a dar rienda suelta a su imaginación, empezando por David, quien intentará poner a prueba su ingenio hasta para descubrir qué marca de zapatos lleva el aspirante por el sonido de sus pasos. O si es un hombre. O una mujer. Como en un juego de niños.

Cuando el aspirante empieza a cantar se hace el silencio. Y empiezan los sudores, las miradas, los falsos movimientos de mano para engañar a los demás coaches, la presión sobre el pulsador. Puede que el cantante convenza a un sólo coach, o a dos, o a todos, como ocurrirá en uno de los primeros casos que veamos en el programa.

Se trata de una mujer con un portento de voz que no ha conseguido triunfar en el mundo de la música por culpa de su físico. En La Voz, y atreviéndose con un tema de Aretha, cautivará a los cuatro coaches, que le rogarán, le suplicarán que se quede con ellos en su equipo. ¿Cómo tiene que ser ver a Malú diciéndote "Te quiero, te quiero, te quiero"? Y lo bien que se lo pasan los coaches peleando por ti, gritando que te necesitan, que por favor les deje ser tu profesor, que entres en su equipo. En una palabra: increíble. Es increíble.

La espontaneidad con la que están trabajando los coaches también lo es. Cómo se chinchan, cómo tratan de convencer a sus futuros alumnos. Dice Melendi: "Lola, vente conmigo, que mi madre se llama como tú". Y Rosario Flores se levanta: "Mi madre sí que se llama como tú. Y todo el plató se echa a reír. Y dan palmas. Y se divierten.

Lo malo llega cuando ningún coach le da al pulsador. Para ellos está siendo un mal trago ver la cara de desilusión con la que les miran los aspirantes cuando se dan la vuelta. Malú es la que peor lo lleva: "Ha habido una que nos ha pedido perdón y todo por no convencernos...es que es muy complicado salir ahí, te tiembla hasta el micrófono. Ay, que nos ha pedido perdón...". En momentos así es cuando veremos el lado más humano de los coaches, el más emotivo. Los besos, abrazos y las palabras de apoyo estarán a la orden del día. Y el espectáculo, asegurado.