Alfredo Galán, perfil del asesino

TELECINCO.ES 14/08/2008 11:25

Los primeros asesinatos cometidos por Alfredo Galán nos dicen que nos encontramos ante un individuo que mata de forma indiscriminada y que quiere dejar su marca personal a través de naipes. Todo ello, como cuenta el periodista Manuel Marlasca hace "que se empiece a hablar del asesino de la baraja, del naipe y Madrid empezó a vivirlo como la irrupción de un asesino en serie".

¿Cómo es un asesino en serie?

Alfredo Galán tenía 26 años y era ex militar, lo que justifica la posesión de un arma tan particular que adquirió con su marcha a Bosnia. Cuando se produjo la catástrofe del 'Prestige' fue destinado para quitar chapapote lo que no cuadraba con su concepción de ejército. Para él, el servicio militar no pasaba por eso, se dio cuenta de que en el ejército no existían los estereotipos de superhéroe en los que él se quería convertir.

Debido a este tipo de convicciones, su comportamiento se tornó violento e incluso tuvo una crisis de ansiedad por lo que el ejército le dio la baja lo puso bajo tratamiento lo que agravó el estado de Alfredo. Además, intentó superar los exámenes de acceso a la Guardia Civil, sin embargo, no superó las pruebas físicas con lo que sufrió un nuevo revés en su autoestima.

Según el criminólogo Vicente Garrido "el perfil psicológico del asesino, lo que busca la policía, son sujetos fracasados, que viven solos o con algún famliar y que poco antes de empezar a amatar hubieran tenido un hándicap, les hubiera ocurrido algo grave". En el caso de Alfredo, quizás estas decepciones profesionales supusieron un desencadenante de su conducta.

El examen psiquiátrico

Los psiquiatras determinan que nos encontramos ante un psicópata. "que no siente nada ni pena ni culpabilidad, que para matar piensa no que no hace falta ser malo, que puede uno ser bueno, que él mismo se ve como tranquilo, seguro, educado y con afectividad, que no pensaba en las víctimas ya que le daban igual, que la idea de amtar a otras personas es espontánea, que no experimentaba nada especial después de amtar".

En definitiva una persona totalmente apática que no albergaba sentimiento alguno de culpa.

Alfredo fue condenado a 142 años de cárcel, la pena máxima "atendiendo al manifiesto desprecio a la vida humana que su conducta ha demostrado y a la alarma social y desasosiego que los hechos produjeron en su momento".