Un día en el rodaje de 'Yo soy Bea'

SANDRA VICENTE 06/06/2008 16:16

Para que cada tarde en nuestras casas suene aquello de "Ya no se puede ir por el mundo derrochando el amor, en esta vida hay que saber capear...", en una gran nave de las afueras de Madrid lo que no puede parar de sonar es la sirena que avisa de que se rueda y el grito de "¡Silencio! Cinco y acción".

Acabamos de infiltrarnos en el rodaje de 'Yo soy Bea' y, para eso, lo primero que uno tiene que estar dispuesto a cumplir es una disciplina casi monacal, haciendo voto de silencio desde el momento en el que se atraviesa la puerta de entrada al rodaje. "Prohibido abrir y cerrar puertas", "prohibido andar, que las tablas del suelo hacen ruído", "prohibido abrir grifos o tirar de la cisterna, que aquí se oye todo". Y de los móviles ya ni hablamos.

En este ambiente es casi inevitable que la tensión se apodere de ti y no dejas de pensar que de un momento a otro, aunque hayas revisado siete veces que está activado el modo "silencio" de tu móvil, sonará, y alguien tendrá que gritar: "¡Corten!", mientras caen sobre ti las siete plagas de Egipto como consecuencia de una maldición.

Conste que sobre los pilotos que conducen los aviones que de vez en cuando osan sobrevolar Navalcarnero también caerían si no fuera porque a ellos nadie les ha avisado de que no se puede interrumpir el rodaje de 'Yo soy Bea', así que cuando ellos interrumpen simplemente gritan "¡Corten!" y se vuelve a empezar.

LAS CURIOSIDADES DEL PLATÓ

Una vez superada la tensión del primer momento, no es fácil digerir que la habitación de Bea, los baños de Bulevar 21, la cafetería de la revista, el saloncito de Carmelo y el despacho de Diego de la Vega, por ejemplo, están sólo separados entre sí por unas tablas de madera.

Asumir que Bea duerme a cinco pasos de su oficina es, cuanto menos, inquietante. Al menos, la magia de la tele le ha ahorrado a la directora adjunta de Bulevar 21 dos años de atascos diarios de casa al trabajo.

No menos llamativo es toparse de bruces con el tocador de "la Chali", repleto de aceites de Rosa Mosqueta y tenacillas del pelo, al salir de la mismísima sala de juntas de Bulevar 21, pero aquí todo es posible.

REALISMO 100%

En cada una de las localizaciones, eso sí, todo está recreado con el mayor realismo posible. Tanto es así, que algunos de los actores no deben de tener del todo clara la barrera que separa realidad y ficción. Sólo así se explica la necesidad de colgar un cartel en el tablón de anuncios que diga: "Hay un microondas en la planta de las oficinas (encima de la nevera) para uso y disfrute de todo el equipo, por lo que queda terminantemente prohibido utilizar el microondas del decorado casa Álvaro".

En la redacción, por ejemplo, se han tomado las molestias necesarias para que los documentos que hay sobre las mesas y en las carpetas sean informes económicos de Bulevar 21, con sus gráficos de colores incluidos, o correspondencia dirigida a cualquier miembro de la revista.

Y como en toda redacción que se precie, no hay un ordenador sin pos-it pegados en la pantalla. (Para los interesados, el mensaje no iba firmado). En el monitor de Benito

Para evitar la tentación de que alguien entre a plató y decida cambiar de sitio alguno de estos objetos que forman parte del decorado, alguien tuvo la genial idea de llenar las paredes de carteles con el siguiente mensaje: "Por favor, no tocar nada del set, que va a ser que tiene raccord. Gracias señores/as. Ese ser etéreo e intangible que es 'la continuidad' se lo agradecerá eternamente". Pues eso, que se mira, pero no se toca.

En la cafetería de Marga nada es de atrezzo : las botellas tienen licor de verdad, la cafetera hace café y hasta la carta de raciones y cócteles tiene variedad para todos los gustos: desde un remojón granaíno a 7 euros, hasta una pipirrana a 8 o un Bloody Mary a 6 euros. Pero que nadie piense que es aquí donde comen Bea y sus compañeros.

HORA DE COMER

, que recuerda más al comedor de la mili que al restaurante al que acuden las estrellas de la tele. Lentejas o pisto, entrecot o tortilla de patatas es el menú casero que pueden elegir ese día todos los que hacen posible la serie. La comida para todo el equipo la sirven en una pequeña nave prefabricada

Y sin tiempo para digerirlo apenas, ¡a rodar!

Antes de que uno se dé cuenta, está de nuevo encendida la luz roja que indica cuándo se está grabando y vuelve el grito de "¡Silencio! Cinco y acción". Entre toma y toma, la peluquera atusa los rizos de Cayetana, Chali y Andrea aprovechan para practicar una especie de yoga y Elena curiosea en los monitores del director cómo está quedando la secuencia entre Diego y Álvaro. Eso sí, todo en silencio, que aquí se rueda"y ¡a qué ritmo!