Mi primera vez lésbica

ESTHER L. CALDERÓN 16/02/2009 13:20

Pato

María de la Rosa

Lara

"Tenía 22 años y siempre había estado con chicos. Pasamos un proceso de seducción previo, de esos de tirarte los trastos en broma, y poco antes de que sucediese nos dijimos cómo nos sentíamos. Esa noche estábamos estudiando en mi casa, con mis padres en la planta de abajo, y las dos sabíamos que iba a pasar. Fue súper excitante, hasta el mareo. Me fui un par de veces al baño y todo a echarme agua a la cara, del mareo y del desbloqueo. Cada segundo era casi palpable, se podía dibujar, me tocaba el brazo y lo sentía en todo el cuerpo. Cuando arrancamos no paramos, ¡había mucho que explorar!. Y muchas ansias de conocer cada rincón, de olerlo todo. Emocionalmente yo estaba extasiada, me sobraba el resto del mundo que no fuésemos nosotras dos. La verdad es que pocas veces he vuelto a sentir lo que ese día. La gente tiene miedo del estigma: si te acuestas con una chica parece que se te viene encima todo el mundo lésbico. No cambias por ello, o dejas de ser o te vuelves nada. Cuanta más naturalidad más gratificante va a ser. Y si no, ¡siempre hay una segunda!.

Lo más divertido fue el desayuno del día siguiente, nosotras sin dormir y mi madre diciendo, 'qué, ¿os vais a clase, no?' ¡Mamá, no leas esto!".

"No fuimos a alcanzar ningún objetivo. Yo lo tenía lo primero en una lista de cosas que hacer antes de los 30 y ella tenía curiosidad. Fue muy espontáneo y no tuvo nada que ver con el amor de pareja, sino más bien con la experimentación de los 19. Llevábamos tomando vinitos desde las tres de la tarde, en una de esas ferias de Abril de estudiantes en Madrid y llegamos a casa de mi abuela a las cuatro de la mañana. Espero que mi abuela no lea esto... Habíamos estado tonteando toda la tarde, así que claro, luego surgió todo. No, mentira, primero nos moríamos de hambre y estuvimos por la cocina comiendo sopa y jamón. Fue muy divertido. Y súper cómodo y muy cómplice. Técnicamente fue un desastre, pero creo que pocas veces me lo he pasado tan bien. Con los chicos era más forzado, menos natural, pero claro, supongo que básicamente es porque soy lesbiana. Con un chico parece que tienes que mantener un rol más concreto, sobre todo si no tienes experiencia y tienes ese bombardeo de información de las pelis y tal, que ya te dice cómo te tienes que colocar según qué. Pero con una tía no lo había visto nunca y no tienes tampoco un concepto básico de cómo es el sexo entre dos mujeres. ¡En fin, un saludo si lees esto!". No tuve problemas para saber qué había que hacer, fue cuestión de intuición y deseo. Además ella era muy abierta y muy expresiva y la comunicación no fue un problema.

"Por mucho que me hubiera documentado en libros (el maravilloso "Manual de Sexo Lésbico" y en alguna que otra peli sobre cómo practicar sexo con mujeres (que si tribadismo, cunnilingus y demás artes del tocamiento), cuando llegué cual novata al momento en cuestión se me había olvidado todo y sólo pude dejarme llevar.

Ella, altísima, experimentada y algo más atrevida. Yo, un retaquillo, nerviosa y patosa. ¡Imagínate el show! Llevábamos quedando unas cuantas veces sin haber llegado más allá, pero las dos sabíamos que esa noche iba a ocurrir. La tía presumía de que daba buenos masajes y a mi ese día me dolía la espalda mogollón. Habíamos salido de fiesta, la acompañé a su portal como otras veces y entonces se ofreció para darme un masaje. Y yo, que me moría porque ella me tocara, aunque sólo fuese la espalda, la dije que sí. Esa noche no había padres en la casa.

El masaje dejó de ser masaje cuando sus manos, por casualidad, se encontraron con mis pechos. A partir de aquí, tengo algunas lagunas, sólo recuerdo pechos rozándose, manos, besos, lametazos, pezones a tope, bragas por los aires... Todo iba súper bien hasta que me metió (del tirón, y sin previo aviso) dos dedos en la vagina de una forma un poco bestia y empezó a moverlos muy bruscamente: Me bajó todo el rollo. Vamos, la delicadeza no era lo suyo, porque le molaba el sexo más duro y a mí no tanto, la verdad. Así que no, esa noche no tuve un orgasmo. Una pena... pero en las siguientes veces mejoró mucho. ¡Viva la comunicación!".

Alba

Le gusta: "Leer y escuchar la radio, enterarme de cosas curiosas que luego cuento a mis amigos en plan Frikiepedia y se parten de risa".

"Fue a los 21. No estaba nerviosa, pero sí sorprendida porque mi cuerpo iba solo. No pensaba lo que tenía que hacer, salía. Aparte, estaba totalmente enamorada de la chica con la que pasó, así que estaba muy a gusto.

Fue muy intenso, con mucha conexión entre lo que estaba sintiendo y lo que estaba haciendo. No tuve problemas a la hora de saber qué había que hacer. La primera vez que me vi delante de una vagina (antes había estado con chicos) me resultó muy natural. Sabía lo que me producía placer a mí y, aunque igual no es exactamente lo que le produce placer en la otra, todo es muy intuitivo. Tienes tus manos, tus dedos y tu boca y vas jugando, pero eso no es sólo porque sea una chica, sino porque estás pendiente de la otra persona".